Entre mis letras

Capítulo. Ciento trece. Conversación pendiente.

Esa noche no podía dormir, por mi mente pasaban miles de cosas, pensaba en una solución, pero a cada posibilidad que llegaba a mi mente, la llenaba de miedos, ¿Y si agrego a Mariel y no funciona? Tenía miedo, toda mi vida había sido planificada a base de mis sueños y metas, pero, ella llegó a cambiar varios de mis planes, yo no buscaba una relación, y ella me enamoró, se metió con tanta dedicación y firmeza en mis planes que terminó por quedarse en ellos, cambió varios aspectos en la forma que veía las cosas, o bueno, no cambiar, si no que verla desde otra perspectiva. Estar con Mariel significaría arriesgarme, arriesgarme a no hacer las cosas como esperaba, arriesgarme a fallar en el intento, arriesgarme a que al final, lo nuestro no funcione.
No podía más, me levanté de la cama y salí de la habitación, fui a la cocina y bebí un poco de agua, respiré profundo y caminé a la habitación de Mariel, teníamos que hablar.
Me detuve justo antes de golpear la puerta, no podía hacerlo, no aquí, no ahora o terminaríamos en la cama, alejé mi mano de la puerta y respiré nuevamente, mañana sería la ocasión.

Estaba apunto de girar cuando la puerta se abrió de golpe, me quedé echa piedra unos segundos, pero al sentir los labios de Mariel sobre los míos, mi cuerpo se relajó, me besó mientras caminábamos hacia atrás, hasta chocar con la pared, los besos eran lentos y profundos, los besos que más amaba de ella, los besos con los que me demostraba cuanto me amaba. Tenía sus manos en mis mejillas, sujetándolas, como si tuviera miedo de que me alejara, mientras mis manos estaban abrazando su espalda, poco a poco bajó la intensidad de los besos, se alejó lentamente y me miró unos segundos -Te amo, Jennifer- susurró antes de alejarse y encerrarse en su habitación, dejándome aún más confundida.

POV. Mariel.
Era totalmente impresionante la conexión que teníamos, sin que ella diera señal alguna había sentido su presencia fuera de mi puerta, mi cuerpo por inercia fue en busca del suyo, sí, soy débil, ella me hace vulnerable, pero a la vez me hace fuerte, es algo que realmente no podría explicar.
Me tumbé en la cama y observé el techo mientras seguía con mi vista la serie de luces que había colgado y pensaba en mi situación con Jennifer, lo de anotarme en la lista había sido un impulso irracional, no quería irme sin antes saber realmente qué quería, ¿Quería estar con Jennifer? ¿Quería dejarla y comenzar de nuevo? Por primera vez en años, estaba confundida.
Esperé unos minutos haber si Jennifer se atrevía a entrar o seguía en el pasillo pensando si entrar o no. Ella no abrió la puerta en ningún momento, me levanté de la cama y abrí nuevamente la puerta, encontrándola sentada en el suelo, con su espalda recargada en la pared y abrazando sus rodillas, me acerqué a ella y escuché como sollozaba, la levanté en brazos y la llevé a mi habitación, ella temblaba, la dejé en la cama y me tumbé a su lado, automáticamente su cuerpo se unió al mío, encajando a la perfección, como si fuéramos dos piezas de un rompecabezas, eramos diferentes, pero juntas hacíamos una figura tan única que solo ella y yo podíamos reconocerla y admirarla en su totalidad.

Besé su frente y hundió su cara en el hueco de mi cuello.
-Por favor- susurró.

Apreté el abrazo y la uní a un más a mí -¿Qué sucede?-

-Son tantas cosas, pero cuando quiero decirlas no hay nada- dijo entre sollozos.

-Ya habrá el momento en el que todas saldrán-

-Tengo miedo-

-¿A qué?-

-A explotar, a que sea tanto lo que guardo que en el algún momento explote-

-Estaré ahí para limpiar el desorden-

-Tal vez te haga daño-

-Es un riesgo que debo correr-

Dejó un beso en mi barbilla y se giró dándome la espalda pero sin soltar mi mano -Necesito que me abraces-

-No tienes que pedirlo- la abracé por la espalda y dejé mis manos en su abdomen, mientras ella las sobaba suavemente.