Capítulo Veintiuno. Darse cuenta.

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Me levanté del sofá y caminé hacia la habitación, nuevamente me detuve en la de Mariel y entré rápidamente; lo primero que vi, fue la cama, tenía las sábanas dobladas y acomodadas en la esquina inferior derecha, varios cuadernos regados en la misma y uno que otro libro amontonado, recorrí con la vista lentamente y me acerqué al mueble de madera, había un estuche negro en la esquina de este, lo abrí lentamente y reveló una cámara profesional "Nikon", la saqué y encendí para ver su contenido. La mayoría de las imágenes me dejaron estupefacta, eran fotografías mías, algunas durmiendo, otras aseando la casa, unas pocas comiendo y demasiadas tomadas cuando leía o imaginaba cosas, más de quinientas fotografías y aproximadamente un 75 % eran mías, apagué la cámara aún con una expresión inexplicable en el rostro y una sensación extraña en mí, dejé la cámara en su lugar y me senté en la orilla de la cama, me dejé caer de espaldas y extendí los brazos.

Me quedé así un tiempo indefinido, giré mi cabeza a la izquierda y vi un carboncillo, lo cogí y levanté para verlo de cerca.
Me senté rápidamente y busqué una libreta de dibujo, inspeccioné todo el lugar con la mirada y no había nada que llamara mi atención, hasta que vi un caballete cubierto con una sábana blanca, me acerqué y la quité revelando el trabajo de un experto; era el dibujo de una mujer al desnudo, su cuerpo estaba hecho al más mínimo detalle, los trazos eran delicados y las sombras finas, era un dibujo espectacular; cualquiera podría apreciar la esencia del trabajo, el alma del artista, podría admirar un cuadro al desnudo sin la necesidad de pensar en el morbo.

-¿Jennifer?- la voz de Tania me sacó de mis pensamientos.

Tapé el cuadro nuevamente y salí de la habitación, corrí al baño, entre y salí rápidamente -¿Si?-

-Oh, te estaba buscando- dijo mientras miraba el suelo -Quería disculparme-

-No, no tienes porqué- admití -Lo que dijiste hace un momento me hizo pensar- Tenía las manos detrás de mi espalda -Tienes razón, soy demasiado injusta con Mariel-

-Me alegra saber que te diste cuenta- sonrió -¿Amigas?- extendió su mano hacia mí.

-Claro- imité su movimiento y al abrir la mano, el carboncillo cayó al suelo.

-Yo lo levanto- se agachó rápidamente -Jennifer- dijo mientras se levantaba, sin despegar la vista del carboncillo roto -¿Por qué tienes el carboncillo de Mariel?-

-No es suyo- hablé rápidamente.

-Sí, ella marca sus cosas- señaló con el índice una pequeña figura grabada en la orilla de una parte del carboncillo.

-Lo encontré- le quité los pedazos -Ya sabes como es de desordenada- los metí en el bolsillo de mi suéter.

-Oh, bueno, yo he visto que no- caminó tras de mí -Es descuidada, pero limpia lo que usa-

-Y lo hace mal- me senté en el sofá -Deberíamos comprar más muebles-

-¿Cómo cuáles?- se sentó en el suelo con las piernas cruzadas.

-Otro sofá por ejemplo- la señalé
-Es incómodo que solo haya uno-

-Tienes razón- pensó unos segundos -Deberíamos hacer la tarea- se levantó y caminó unos metros -Jennifer- me llamó.

-¿Qué sucede?- me levanté y fui hacia ella.

-Hay un sobre con tu nombre en el suelo-

Lo recogí rápidamente y busqué el remitente -No dice quien lo envía-

-Abrelo- Tania me animo.

Caminamos a la habitación y me senté en la cama, ella se sentó en la otra orilla y señaló el sobre
-Bien, veamos- lo rompí lentamente de un extremo y metí la mano sacando una hoja de papel, especial para dibujo.

-¿Qué es?- se acercó un poco.

-Un dibujo, creo- Retiré la frágil y delgada hoja que la cubría, dejando a la vista un retrato de mí hecho a carboncillo.

-Woah- se quedó con la boca abierta admirando el dibujo -Es muy bueno-

Admiré el dibujo más detenidamente y me di cuenta que evidente era yo, sentada en la biblioteca de mi antigua preparatoria, leyendo un libro, el mismo libro que le quite a una chica. Cerré mis ojos tratando de recordar a la chica, pero por más que me esforzaba, era completamente inútil, lo único que tenía un poco más claro, eran sus sus ojos.

-¿Jennifer?- Tania pasó una mano frente mi cara.

-Estoy realmente sorprendida- admití -miré el sobre y vi algo dentro -Hay algo más- metí la mano y saqué una pequeña nota.

*¿Dime por qué en tan poco tiempo entraste en mí? ¿Por qué me enamoré en cuanto te escribí?*

-Sonríes- la voz de Tania me sacó de miz pensamientos.

-Claro que no- borré rápidamente la sonrisa y giré el papel, era la otra parte de la frente y cabello, me levanté de un salto de la cama y abrí el cajón, saqué un trozo de cinta adhesiva y corrí a la pared, pegué el papel con cuidado y me alejé -Falta poco- susurré.

-¿Es ella?- la voz de Tania sonó a mis espaldas.

-¿Es quién?- giré para verla.

-Tu admiradora secreta-

-No lo sé- dije simplemente
-Espero que sí- dejé salir un leve suspiro.

-Oahh, espero que ese suspiro sea por ella y no por tu novia- rió un poco y se alejó.

-Siento que estoy engañando a Violeta-

-¿Por qué?- preguntó sarcásticamente. Le dediqué una mirada de fastidio -Ah, ya- chasqueó los dedos -¿Por estar enamorada de tu admiradora secreta o por qué te gusta Mariel?-

Me quedé echa piedra al oír sus palabras, me di cuenta que tenían toda la razón.

POV. Mariel.
El primer día en el trabajo fue un total fastidio, todos me trataban como inexperta y explicaban las cosas como si tuviera algún tipo de retraso mental, era nueva, sí, pero no idiota. Aprendí varias cosas rápidamente, además de que era bastante rápida al momento de atender.

Terminó mi turno a las dos de la madrugada, espere a que hicieran corte de caja y salí a coger un taxi. Llegué al apartamento media hora después, abrí la puerta y caminé a la cocina "No hay comida", golpeé mi cabeza contra la pared y abrí el frigorífico, encontré un galón de leche y me serví en un vaso, la metí nuevamente, lavé el vaso y caminé a la habitación.
Me dejé caer en la cama y me quedé dormida al instante.

Desperté por el sonido del despertador, me senté y noté que me había dormido con la ropa puesta, sonreí por mi descuido y caminé al váter.
Después de mi aseo matutino, fui a la cocina a preparar el desayuno, abrí la alacena y noté que faltaba poco para que se agotara la despensa, "habría que ir hacer el super", pensé mientras calentaba unas cosas.
Regresé a mi habitación para darme una ducha rápida y acomodar mis cosas para la escuela, solo metí la libreta y el estuche de la cámara, era el penúltimo día, no habría mucho trabajo para hoy. Una vez lista, serví los desayunos y toqué la puerta de la habitación de Jennifer, pegué un "postit", en la misma, empaque mi desayuno y salí rápidamente.

Entre mis letrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora