Capítulo. Ochenta y tres. Volveré.

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Después de varios minutos corté el beso y la miré -Lo eres todo, menos un error-

-¿Una desordenada idiota?-

-Sí- sonreí ampliamente -Eso y más- pasé mis manos por detrás de su cuello -Eres la chica a la que amo, y que me ama- me acerqué a ella y la besé.

Mariel cortó el beso y me abrazó fuertemente -No quiero estar sin ti tanto tiempo-

-Solo son unos meses, además, regresarás-

-Volveré- volvió a besarme.

Entramos nuevamente al apartamento, sin dejar de besarnos, Mariel pateó su valija con el pie y cerró la puerta con una mano, caminamos entre besos rumbo a la habitación chocando con varias cosas que había en el lugar, llegamos a la habitación sin dejar de besarnos y en ropa interior, puesto que la habíamos estado quitando en nuestro trayecto. Mariel me empujó a la cama y cortó el beso.
-Te echaré tanto de menos- se tumbó encima de mí apoyando su cuerpo en las palmas de sus manos para no caerme encima.

-¿Te refieres al sexo?-

-No- bajó un poco y se apoyó sobre sus codos -Hacerte el amor-
-No quiero que te vayas- susurré.

-No quiero irme- dejó caer su cuerpo suavemente.

-Tienes que- comencé a acariciar su espalda.

-No será lo mismo- comenzó a hablar -Despertar cada mañana y no besarte, ir a dormir y no sentir tu cuerpo junto al mío- hizo una pausa -No sabría como es estar sin ti, después de casi un año viviendo juntas- levantó su cabeza para verme -No es costumbre, ni apego o esas cosas que dicen algunas personas- negó lentamente con la cabeza -Es tu cercanía, eres tú- hizo una pausa -Es obvio que puedo vivir lejos de ti, pero no quiero, Jennifer, me gusta esto que tenemos, aún con las discusiones, porque estamos juntas-

-Si te vas aún seguiremos juntas-

-No físicamente-

-Distantemente juntas- sonreí levemente.

-¿De verdad queremos intentar una relación a distancia?-

-Sé que podremos con esto, será un aprendizaje más en nuestra relación-

-¿Cuál?-

-Aprender a estar separadas, a ser independientes-

-Es buena enseñanza- sonrió levemente.

-De todo se aprende- pasé mis manos por detrás de su cuello.

-Lo sé, yo te lo dije, pero...- hizo una pausa -Jennifer, eres a la primera chica que amo y que tuve la fortuna de que también me amara, ¿Sabes lo difícil qué es tener eso?- Yo solo asentí
-Tengo miedo, que la distancia sea realmente abrumadora y termine con nosotras o que estar lejos, nos adaptemos a la soledad o encontremos a alguien má...-

La callé con un beso -Cállate, estás diciendo tonterías- dije con la voz rota.

-Pero pueden ser verdad- chocó su frente con la mía -No quiero que la distancia me haga perderte- sentí una gota chocar mi frente.

-No dejaré que eso pase- la abracé -No llores, me harás llorar-

-Lo siento- hundió su cabeza en el hueco de mi cuello -Pero en realidad ya no quiero irme-

-Sshtt- sobé su espalda -Ahora, quiero que me beses mucho, porque no lo harás en mucho tiempo-

Levantó su cara para verme y me sonrió débilmente, se acercó a mis labios y los besó, lento, tranquilo, como si guardara cada detalle en su memoria.
Poco a poco el beso tomó más profundidad, pero no perdía su ritmo tranquilo, con cuidado, Mariel comenzó a sacarme la ropa interior, hasta dejarme desnuda, después ella retiró la suya y se tumbó nuevamente sobre mi cuerpo. Sus dedos recorrían lentamente cada centímetro de mi piel, erizandola al contacto y llenando mi cuerpo de miles de sensaciones diferentes, sus labios besaron desde la punta de mis pies hasta la coronilla de mi cabeza, regresó a besar mis labios y llevó una de sus manos a mi entrada, la acarició varios segundos y entró lentamente, dejando que experimentara una sensación nueva; esa noche hicimos el amor de una forma lenta, delicada y en la cual Mariel no dejó de besarme ningún minuto y susurrar en mi oído miles de palabras.

Entre mis letrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora