Capítulo. Ciento Dieciocho. ¿Y si nos equivocamos?

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Saqué las hojas por completo y comencé a desdoblarlas con cuidado, cerré mis ojos cuando vi mi nombre escrito en la parte superior.

-Yo lo hago- Mariel quitó suavemente las hojas de mis manos -Abre los ojos- susurró mientras yo escuchaba el ruido de las hojas abrirse.

-Vale- abrí los ojos y la palabra "Positiva", provocó una enorme sonrisa en mi rostro.

-Es positiva- Mariel dijo con un aire de felicidad.

-¿Estamos seguras de esto?- pregunté mientras me levantaba.

-Pues, tenemos que, la respuesta es positiva- se levantó y me abrazó -Además, nos vendrá bien- besó mi mejilla.

-Entonces, hay que prepararnos- corté el abrazo y caminé a la habitación.

Comencé a hacer las valijas mientras Mariel hablaba por teléfono para pedir una renuncia temporal en el estudio.
Dejé de hacer la valija y la miré mientras hablaba por teléfono, como caminaba de lado a lado mientras con su mano libre acercaba la hoja a su cara para leer y después alejarla al momento de que explicaba lo anterior.

Una vez colgó, esbozó una sonrisa y caminó hacia mí.
-Es increíble que haremos todo esto- se paró a unos centímetros.

-Lo haremos juntas- di un paso más y la abracé -Además, sería bueno para ambas, nos unirá más-

-Tienes razón- besó mi mejilla
-Tenemos que darles la noticia a Salma, Antonio y a tus padres-

Me aparté de un salto -¡Mis padres!- puse ambas manos en mi cabeza -¿Cómo voy a explicarles lo que acabo de hacer?-

-Solo di que la respuesta fue positiva-

-No les dije que lo haría- mordí levemente mis uñas.

Se atragantó con su propio aire
-¡¿Qué?!- caminó hacia mí
-Tranquila, encontraremos la forma de decirles- me envolvió en un suave abrazo.

-¿Cómo?- hundí mi cara en el hueco de su cuello -No tengo idea-

-Entonces, hay que esperar un poco para generar algún plan-

-¿Creés qué Antonio y Salma nos puedan ayudar?-

-Sí, pero, prepárate para un discurso de media hora o más-

-Cierto, olvidé a Antonio y su complejo de concejal y a Salma con su sermón de "madre".- hice comillas con los dedos al decir la última palabra.

-Pero, de eso a nada-

-Créeme que prefiero mil veces el sermón de ellos juntos que el de mi madre sola-

-¿Tan malo es?-

-Es terrible, usa como psicología inversa y después como manipulación mental y al final, termina siendo tu culpa y prometiendo algo para enmendar el error-

-Suena terrible-

-¿Cómo pude olvidar consultarles antes?- corté el abrazo y me senté en la cama.

-Amor- Mariel se sentó a mi lado
-Recuerda que la que no tiene padres soy yo- besó mi sien.

-No bromees con eso-

-Ven, vamos a dormir, mañana hablamos con Antonio y en unos días con tus padres-

-Me siento agotada- me arrastré por el colchón.

-¿Quieres qué te ponga el pijama?-

-Sí- susurré contra la almohada.

-Vale- sentí como se paró de la cama y caminó, escuché los cajones abrirse y cerrarse y nuevamente sentí como se sentó en la cama.
Con demasiado cuidado, abrió el botón de mispantalones y bajó la bragueta, comenzó a bajar lentamente con sus dedos rozando mi piel, erizándola levemente, dejó los pantalones en algún lado y regreso a subir mi blusa, la levantó hasta debajo de mi sujetador y dejó un pequeño beso en el lugar, solté una pequeña risa y ella solo repitió el movimiento para después continuar subiéndola, la sacó por mi cabeza y sentí sus labios chocar contra los míos, automáticamente mis manos fueron a su cuello y profundizaron el beso, jalé su cuerpo hasta que quedó encima del mío sin cortar el beso, Mariel aumentó la velocidad y sus manos comenzaron a viajar por toda mi piel, apenas rozándola, con trabajos le quité los pantalones y los arrojé con los pies para después comenzar a quitarle la camiseta que traía puesta. Estando ambas en ropa interior, el calor comenzó a ser sofocante, corté el beso y la miré.

Entre mis letrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora