Capitulo 5

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Florencia

Florencia estiró su mano por la cama. Odia dormir sola. Quiere por lo menos rozar la piel de su espalda. No esta enamorada y mucho menos, pero necesita tocarlo... sentirlo cerca. 

Pero él lugar junto a ella está vacío.

No hay nadie más en la cama, ni en ningún otro lugar de la habitación. Sólo puede escuchar su propia respiración y las lagrimas que caen por sus mejillas.

Tomó asiento de repente, cubriendose con la sábana. Lo que más le duele por raro que pueda sonar, es algo dentro de su pecho. No porque la hayan abandonado sin decirle ni una sola palabra después de tener sexo, ni que tampoco la despertará para despedirse,  nada de eso. De todas formas ya sabía que estas reuniones no eran con amor, sino de puro deseo carnal.

Pero le duele que le haya dejado el dinero del perfume a un lado de la cama, la hace sentir como una puta de los barrios pobres de París.

— ¡Soy una tonta y patética! — grito con todas sus fuerza.

Se puso de pie para buscar su ropa mientras no puede parar de llorar al ver la cama desecha y él dinero ahí, recordándole que engañó a su novia con un completo desconocido.

Cuando estuvo lista, se fue del hotel sin mirar atrás de nuevo. ¡Que se pudran los malditos hombres! Será la última vez que uno de esos animales vuelve a estar con ella. La última.

Lo odia, lo detesta con todas sus fuerzas por hacerla sentir especial. Fue un completo idiota por irse sin decir adiós.

Pero la más estúpida de esto, fue ella, sí, por traicionar el amor de Amelie, y engañarla con un asqueroso hombre. Seguramente el karma le hará pagar muy caro lo que hizo. Mientras camina de regreso a casa, con ardor en su entrepierna y un dolor terrible de cabeza. La gente la mira raro al pasar, tiene el rostro tan rojo por el llanto que de seguro su hermana se asustaria de verla así.

Solo quiere tomar una ducha caliente, quitarse el olor de su perfume masculino y acostarse en la cama toda la noche mientras ve películas americanas de mujeres abandonadas para llorar con más sentimiento.

Pero al llegar a su viejo ático y subir pesadamente las escaleras de caracol, se puede escuchar la fuerte música. Así que al entrar a la qué se supone que es su casa, se detiene junto a la puerta para mirar todo a su alrededor.

¿Que mierda hizo Amelie?

— ¡Felicidades amiga! Amelie nos dijo que vendiste el perfume más caro de tu vida — una de sus amigas se echó sobre sus brazos, raspando sus mejillas con sus grandes aretes. Su novia se acercó contoneando sus caderas y con un par de vasos que contienen alcohol.

— ¿Que es esto Amelie? —Florencia le dijo molesta al oído. Apenas y puede escucharla, la música está tan alta que la hace sentir enferma.

— ¡Somos jodidamente ricas! Podemos irnos de vacaciones, comprar ropa o cambiarnos de casa — Amelie la beso rápidamente en la boca — ¡Dios, cómo adoro a ese hombre! Nos salvó de la pobreza —

Pero le rompió él corazón terriblemente.

— Ese hombre no nos salvó de nada — rugió con furia Florencia — No quiero una fiesta, dile a todos que se vayan —

Todos son sus amigos, esos que bailan, que gritan y que beben alcohol hasta morir. Sino fuera porque se acostó con un desconocido, hubiera amado la fiesta, pero ahora los detesta a todos, hasta tener a Amelie cerca la pone de malas. Se acercó a la cocina para buscar un par de píldoras para el dolor de cabeza. Siente que se va a desmayar del dolor.

— Dios, Florencia no puedo correrlos a todos de la fiesta, es para ti, sólo quita esa mal cara y disfruta — Amelie se acercó a la barra de la cocina. Su tono de voz es bajó para que nadie de la fiesta las escuche. La tomó delicadamente de la mejilla obligándola a mirarla — ¿Qué paso con ese hombre? —

— Nada — contestó antes de tomar un par de píldoras, pero su novia es insistente cada vez que la ve a punto de llorar. Amelie la conoce tan bien, que las dos piensan que antes de nacer ya estaban destinadas a estar juntas. Ni siquiera puede verla a los ojos, sin recordar como ese hombre se movía sobre ella. Siente tanta vergüenza...

— No, tú no estás bien. — Amelie se recargó sobre su hombro con su mirada pensativa y Florencia no puede ocultar las ganas de llorar que tiene. Su nariz se puso roja como un tomate y tuvo que respirar fuertemente para no soltar las lágrimas — Florencia... ¿Ése hombre te hizo algo? —

— ¡Dejame en paz Amelie! — gritó con todas sus fuerzas, empujó a su novia lejos de ella — ¡Ya te dije que no pasa nada! —

No sé espero para ver la mirada confundida de su novia, se dio la media vuelta y se encerró en su habitación. Lejos de todos y de la mirada de Amelie que la hace sentir más culpable. Se echó sobre la cama para llorar con todas sus fuerzas, lamentándose haberle vendido ese costoso perfume, porque ese tal William no sólo se llevó su mejor fragancia, sino una parte de ella.

Y lo peor es que él confundió sus caricias sinceras como si de una puta de París fuera, rompiendola en miles de pedazos...

La Perfumista De París [Saga Las Perfumistas Parte 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora