Florencia
— ¿Qué voy a hacer sin ti Florencia? No quiero que nos separemos nunca. ¿Me oíste? Yo seré tu única novia para siempre —
Florencia y su novia apenas y pueden subir las largas escaleras hasta su ático. No porque ella haya tomado de más, sino porque tiene que sostener a Amelie para que no caiga al suelo. Su novia recarga su cabeza en su hombro y entre las dos, aun con sus altas zapatillas, tratan de abrir la puerta entre risas al no encontrar las llaves. En cuanto la puerta se abrió, Amelie arrojó sus zapatos lejos y se volvió rápidamente para besarla.
— Quiero que sepas que eres la mujer más hermosa de París. Lo supe desde el primer día que te vi en tu perfumería — Amelie la volvió a besar hasta hacerla sonrojar. Siempre hace eso cuando toma un par de cervezas — Eres inteligente, femenina, trabajadora, me gusta tu cabello, tienes lindos senos, eres demasiado femenina y yo, bueno, pues creo que soy un poco rockera, pero eso no importa porque estoy enamorada de ti, Florencia —
Florencia la miró unos segundo, sin despegar sus ojos del rostro sonriente de Amelie. Claro que la quiere o hasta incluso más, pero la engaño de la peor manera y que su novia sea tan amable y la trate tan bien, no tiene justificación para lo que hizo. Se acostó con un hombre, rompió las malditas reglas que siempre se dijo. Florencia jamás llores por ningún hombre. Y al primer hombre que aparece, le abre las piernas y se embaraza. Su idiotez no tiene comparación.
— Si yo también te quiero — contestó casi a fuerzas.
Caminó hasta la cocina para tomar un vaso de agua. Necesita quitarse esa terrible sensación de miedo y ganas nocturnas de vomitar a causa del embarazo. Él agua fría la ayudó un poco, pero ya con sus tres meses de embarazo es cada vez más difícil ocultar los síntomas. Sólo espera vender más perfumes estos días, quizá pedir prestado, sacar una cita a esa clínica abortiva y adiós accosa invasora para siempre.
Solo lo recordará como él peor susto de su vida.
— ¿Porque no usaste el vestido que te compre? Combinaba con el color de tus ojos... Dios Florencia, que bonito trasero tienes — Amelie se puso detrás de ella. La obligó a recargarse en el banco de la cocina mientras le habla al oído y deja pequeños besos en su cuello. Su mano juega juguetonamente con su pantaleta, rozando peligrosamente su zona íntima — Es tan blanco, tan redondo... tan bonito. Tú tienes un lindo trasero y es solo mío. Dios, me sentiría muy celosa si tan solo un hombre lo viera —
Florencia tomó más agua. Diablos, sin tan solo su novia supiera todo lo que ese desconocido hizo con su trasero, se moriría. Se puso tan roja al recordar todo sus días sexuales con ese desconocido que olvidó por completo las manos de su novia y cuando por fin sintió su mano en su delicada entrepierna. No quiere sentirla ahí. Le gustaría decirle que la espere, que después del bebé tendrán todo el sexo que quieran, pero ahora no. Simplemente no quiere.
— Amelie no, mejor preparemos algo para comer o veamos películas. Estoy cansada — Pero Amelie la sujeto tan fuerte mientras besa su cuello y su mano juguetona se mueve en su entrepierna a un ritmo que en otro día la habría hecho gemir, pero ahora sólo esta molesta. — ¡Basta! ¡Te dije que te alejes de mi. No quiero hacer nada y quita tu mano de mi vagina! —
Alejó a su novia lo más posible de ella. No está asqueada de sus caricias, tampoco la odia, pero la sensación que solo sienten las embarazadas la está matando. Entré las náuseas, él mareo y el mal carácter cada vez más se aleja de su novia. Se pasó las manos por su rojizo cabello antes de levantar la vista y ver a su novia, ahí, asustada en medio de la cocina, con sus ojos abiertos como platos y su rostro confundido.
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La Perfumista De París [Saga Las Perfumistas Parte 1]
RomantikFlorencia Bellerose sigue la tradición familiar con su tienda de perfumes en París. Le encanta su vida y tiene todo lo que necesita, su viejo ático, sus perfumes y una cena romántica junto a su novia mirando la Torre Eiffel, esa es su vida perfecta...