Florencia
Florencia levantó su mirada para ver ese gran hospital en el centro de Londres, está vez no lleva a sus hijas, ni a su hermana, menos a William, de hecho nadie sabe que esta aquí pero la duda por saber si de verdad lastimó a Amelie, la está carcomiendo por dentro.
Se mordió el labio nerviosa, siempre que está cerca de Amelie y está sola, comente sus peores locuras y está vez no quiere romper esa estabilidad que tanto le ha costado lograr con William, está segura de que él aún cree que lo dejará de nuevo, para Florencia ya es una tontería, para William no, él jamás admitiría en voz alta que gracias a los comentarios de su aristócrata madre tiene miedo de que lo abandoné de nuevo, lo sabe de primera mano porqué a veces no puede dormir, después de una pesadilla la busca por la cama, cómo si en su sueño lo hubiera abandonado y la colma de regalos cómo si con eso no quisiera que se fuera nunca, claro que le gustan los regalos, pero no piensa dejarlo.
Aunque quizá Will jamás dejé de sentir ese miedo
— Vamos, está vez no cometerás una locura — Se dijo para sí misma mientras se pasa las manos por el cabello — La ves y te vas —
Florencia tomó fuerzas y se adentró en el hospital esquivando a los médicos para que no vayan a golpearla por error y caminó hasta la recepción con paso decidido, las últimas veces que visitó un hospital fue para tener a sus hijas y sólo de pensar en el parto de los trillizos un temblor la sacudió por completo, pero está vez esos bebés no patean en su interior y no viene por ellos, sino a ver a su ex novia.
Se aclaró la garganta y le habló amablemente a esa enfermera ataviada con tantos enfermos a su alrededor, pero no le hizo caso, así que caminó discretamente por los pasillos del hospital. Florencia de antemano sabe que Paris será abogada, lo sabe, algo se lo dice en su interior, pero London es una bebé muy especial, tiene un olfato muy desarrollado para ser tan pequeña, viene de una familia milenaria de perfumistas, sabe que su hija más pequeña lo será, aunque al ver a los médicos de un lado a otro, le encantaría que su hija fuera una doctora.
Una doctora con los mejores perfumes que sanan enfermos.
Caminó hasta la habitación donde yacía Amelie, la última vez que la vio su rostro estaba magullado, sus ojos cerrados y esa mano que hacía hermosas pinturas, estaba golpeada, pero soltó una exhalación al darse cuenta que la cama está vacía, tiene sábanas nuevas y no hay absolutamente nadie, así que regresó de nuevo con esa enfermera.
— Disculpe, vengó a ver una paciente — Florencia sonrió ampliamente — Hace unos días la trajeron al hospital debido a un accidente, pero su habitación está vacía y necesitó saber dónde está —
La enfermera por fin se dignó a verla
— ¿Se refiere a la artista parisina? —
— ¡Si! — Florencia se llenó de felicidad y recargó sus brazos en la recepción, para sostenerse al sentir un pataleo de los bebés — Necesitó saber de ella, quiero verla porque es una vieja amiga, quizá la cambiaron de habitación o pudieron darla de alta — Abrio su bolso para sacer un par de billetes — También quiero pagar sus gastos en el hospital —
— No, sus gastos ya los pagaron — La enfermera miró su computadora — Él señor William se hizo cargo del hospital y el traslado del cuerpo a París —
Negó con la cabeza sin entender, sólo hay un William que ella conoce y que podría pagar los gastos hasta París.
— No, no lo entiende, Amelie estaba bien la última vez que la vi, los médicos me dijeron que se pondría mejor y que en unos días podría regresar a casa —
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La Perfumista De París [Saga Las Perfumistas Parte 1]
RomanceFlorencia Bellerose sigue la tradición familiar con su tienda de perfumes en París. Le encanta su vida y tiene todo lo que necesita, su viejo ático, sus perfumes y una cena romántica junto a su novia mirando la Torre Eiffel, esa es su vida perfecta...