Capitulo 33

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Florencia

Florencia sufre de síndrome de felicidad después del sexo. No hace más que sonreírle a todo el mundo, y su mal humor se esfumó de repente. Se siente tan bien, que parece que bien es un dulce sueño y todo lo que hay a su alrededor es bello, incluso los lloriqueos de Paris son hermosos y sus pañales ya no huelen tan mal, todo es tan bueno. Le gustaría seguir dormida en la cama de William, cubierta por sus sabanas y quedarse ahí todo el dia, pero no, tiene que estar en la cocina de su madre cortando manzanas para el último día de su cumpleaños.

— Deja de verlo de esa manera — le dijo su hermana Celine al oído — O todos los invitados de mamá sabrán que quieres tener sexo con Will. ¡Por dios, no puedo borrar la imagen de tu trasero desnudo de mi mente!  —

— Es que Will... — comenzó a decir con voz soñadora. Recargó su barbilla sobre su mano sin despegar la vista del padre de su hija — Si no hubieras entrado a la habitación no tendrías que haber visto mi trasero, estuviste a punto de mirarlo desnudo  —

— Dejalo en paz un segundo, ya después será todo para ti, solo espero que mi sobrina no se entere de las cochinadas que hacen sus papás — Su hermana Celine sonrió descaradamente — ¿El sexo estuvo bueno? Apuesto a que si, mírate, tienes sonrisa de adolescente enamorada —


— Fue muy bueno, el me hizo sentir... Joder Celine, ahora entiendo porque estas tan loca por los hombres. Ellos son tan buenos en la cama y mueven las caderas tan maravilloso — Florencia no pudo evitar morderse el labio cuando por un par de segundos los ojos de William se posaron en ella — Mira como cuida de Paris, es tan tierno. Yo creo que Paris tuvo tanta suerte, William es perfecto y con él, nunca le faltará el dinero, es su bebé consentida, y con Amelie, dios, ella adora a Paris. No importa que no comparta un lazo sanguíneo con Paris, es su mamá y punto —

Pero Florencia no puede escuchar la platica de sus hermanas, ni puede seguir cortando esas rojas manzanas para la ensalada especial de su madre porque no puede despegar la mirada de William, se ve tan bien, ahí en medio de aquellos horribles granjeros, con Paris en brazos, demostrandoles a todos que es un buen papá con su pequeña osita aferrada al cuello de su camisa. Su cabello rubio resplandece aún más cuando está en contacto con el sol de la Provenza, los músculos de sus brazos, esos de los cuales se aferro la noche anterior, se notan a través de su camisa. Florencia se sonrojo cuando bajó la mirada a sus pantalones y recordó que eso que tiene entre sus piernas la hizo sentir en las nubes, pero subió la vista hasta esa espléndida sonrisa y esos labios rosados que besaron su...

— ¿Florencia puedes abrir la puerta? — su madre la beso en la mejilla y peino su cabello — Vete de la cocina cariño, solo nos estas retrasando y no terminas las manzanas, mejor abre la puerta —

Florencia asintió con la cabeza y miró una última vez a William antes de acercarse a la puerta con una amplia sonrisa en el rostro, no preguntó solo abrió y en menos de un segundo probo esos dulces labios que la enamoran, los rosados y perfectos labios de Amelie se aferraron a los suyos en un perfecto beso frente a toda su familia, frente a sus padres y frente a un furioso William.

— Amelie. Harás enfurecer a mi madre  — Florencia se mordió el labio nerviosa y hasta se tomó el atrevimiento de ponerse de puntillas para besar la suave mejilla de su novia — Te extrañé demasiado, estas bellísima. Esa chaqueta es preciosa  —

— ¿Crees que tu madre ahora si quiera conocerme? — Amelie la tomo de la mano, como si todos estos días se hubiera armado de valor para demostrarle a todos que es su novia y de nadie más — Hasta le he traído un regalo. Espero contentar a mi suegra por haberme robado a su hija hace unos meses, además supongo que tengo que ser mejor que William, aunque creo que él es el favorito de tu familia—

La Perfumista De París [Saga Las Perfumistas Parte 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora