William
— ¡William por dios disfruta de la fiesta! Hay vino, mujeres y viejos amigos — Su madre se acercó hasta él con sus costosas zapatillas resonando en el pulcro suelo de marmol — Parece qué todo de ti depende de esa perfumista, estamos en Escocia aquí eres un hombre libre de cualquier pecado ¿Dónde está mi hijo él mujeriego? —
William sonrió de lado y negó con la cabeza, volviendo a tomar un suave trago tratando de no poner atención a las tentaciones de su madre, ese pasado tormentoso quedó atrás.
— Si disfrutó de la fiesta, me gusta la compañía de buenos amigos y el clima frío de Escocia — Mencionó — Sólo que no me divierto de la forma en que tú quieres —
Su madre rodó los ojos como si él fuera un necio sin remedio, ella jamás podrá entender lo que se siente tener que alejarse kilómetros de Londres y tener que sonreír a fuerzas porque él deseó de volver en cuánto se terminé la fiesta lo está matando. Dejó de ver a su madre y puso atención en esa fiesta de la alta sociedad que celebran en los páramos escoceses, es un viejo castillo que su padre le heredó a él y que a Paris le encantaría conocer, pero su pequeña pelirroja está muy lejos.
No quiere sonar melancólico, pero a esa perfumista le habría encantado esté lugar, la conoce de los pies a la cabeza, incluso sabe que tiene veinte lunares regados por todos el cuerpo y uno junto al seno derecho, ella habría llenado de color ese frío lugar, de seguro hubiera abierto ampliamente sus ojos verdes y habría dicho Wow.
Quizá se está volviendo loco, pero dormir alejado de ella ha sido una verdadera tortura, así como fue ese año que lo abandonó, la extraña por las noches y por eso la molesta con largas llamadas telefónicas hasta el amanecer o hasta que Florencia se queda dormida.
— ¿De verdad quieres a esa francesa? Porqué tus hermanos dicen que estás perdidamente enamorado, pero yo quiero saber si tú la amas — Le preguntó su madre de repente — ¿Incluso más de lo que quisiste a las otras mujeres que pasaron por tú vida? Porqué con Annie estuviste casado muchísimos años, a ella también debes quererla, un amor así no se olvida tan rápido —
William se recargó en el barandal del balcón de la mansión y miró el paisaje, él frío aire mueve sus mechones de cabello y lo mantiene despierto. Si ese par de bebés que tanto quiere estuvieran aquí, lo último que estaría haciendo sería platicar o escuchar preguntas estúpidas, London lo tendría retenido en la cocina para que le diera galletas y Paris lo tendría corriendo por todo el lugar para conocer el castillo.
— Es lógico, la quiero madre, sino la quisiera no tendría más hijos con ella, pero no necesitas que nadie más te lo diga, yo te digo ahora mismo que Florencia es la mujer que yo siempre busqué —
Nadie jamás sabrá lo que significa enamorarse de una perfumista, Florencia no es cómo las otras mujeres, es única, es tan temperamental que jamás se podrían aburrir con ella, tiene incluso más energía que Paris y más hambre que London, sus perfumes son especiales y tiene un don que todo él mundo debería de admirar, sino fuera porqué esta embarazada, la habría traído aquí.
— Annie aún me llama preguntando por ti, creó que aun te quiere y quiere recuperar lo qué suyo — Su madre lo tomó del brazo con mucho cariño — Eres mi hijo preferido Will, si la quieres esta bien, lo aceptó, pero debiste traer a Florencia, sería bueno que convivirá conmigo, además, me apetecía mucho ver a mis nietas, compré cientos de regalos para ellas porqué pensé que estarían aquí —
— Florencia no se estaba sintiendo bien, quise traerla, pero entendí que era mejor que se quedará en Londres, además el clima podría hacerle daño a las niñas — William besó a su madre en la frente para despedirse, ya basta de charlas tontas— De todos modos puedes ir cualquier día y visitar a Paris y London, si quieres a tus nietas convive con ellas, porqué mis hijas solo conocen a una abuela y es la madre de Florencia —
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La Perfumista De París [Saga Las Perfumistas Parte 1]
RomanceFlorencia Bellerose sigue la tradición familiar con su tienda de perfumes en París. Le encanta su vida y tiene todo lo que necesita, su viejo ático, sus perfumes y una cena romántica junto a su novia mirando la Torre Eiffel, esa es su vida perfecta...