Capitulo 9

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William

— Estoy muy nerviosa, William — Annie, su esposa, sonrió de lado mostrando los holluelos de sus mejillas. A William le encantaría decirle lo hermosa que se ve con su cabello atado en una coleta, quisiera besarla en el cuello y hacerla sonrojar, pero en una sala de maternidad no es lo correcto — ¿Y si algo le pasa al bebé? No quiero que nada salga mal. Esta vez quiero perder a mi bebé —

Paso su brazo por los hombros de su esposa, claro, por que quiere abrazarla pero también porqué hay cierta enfermera que lo mira desde su escritorio y tiene que decirle que al abrazar a su esposa está ocupado. Besó a Annie tiernamente en la mejilla.

— Pareces madre primeriza. Nosotros ya hemos pasado por esta situación muchas veces —

— Lo se, por eso estoy asustada —

La primera vez que visitó una sala de maternidad fue cuando Annie le dijo que estaba embarazada. William ni siquiera había terminado la universidad, estaba asustado, y aún no tenía dinero, pero no la abandonó, tomó su mano todo el tiempo emocionado de ver a su bebé por primera vez. Fue un idiota enamoradizo cuando supo que iba a ser papá, desafió a su madre, al magnate Inglés de su padre y a todo él mundo por estar con una chica como Annie. Ahora, no puede mostrar emoción alguna, ni siquiera cuando ve a un pequeño bebé. Tampoco le sonríe a ese bebé regordete que esta sentado delante de ellos. William es duro y frío, no tiene porque ser amable con nadie, mucho menos cuando la misma vida se llevó a su propio hijo.

Después de que James murió intentaron tener más hijos, pero sí James solo estuvo con ellos 6 años, los otros bebés apenas duraron meses de embarazo. Ese sufrimiento de verla abortar y llorar en su cama siguió hasta que pidió que pararán y así fue, Annie no volvió a embarazarse y su vida se convirtió en una horrible monotonía. Regresaba a casa y la veía llorar todos los días, eso fue hasta que comenzó a tener sexo sin control con desconocidas, porqué esa mujeres de las que apenas preguntó su nombre, que le daban sus gemidos, sus lloriqueos de placer y sus besos, no le importan, quizá sólo busca una distracción para no estar en una casa silenciosa.

¿Porqué sí él, qué puede tener todo lo que quiere dinero, lujos, viajes, no puede tener un bebé?

— Dios, William ¿Y si es una niña? Sería lo mejor de mi vida. Yo quiero que sea una pequeña  — Annie sonrio ampliamente y toco su vientre — Le podría vestidos todos el tiempo y ya se como me gustaría llamarla. La llamaría... —

— No lo hagas Annie. No empieces de nuevo. No te ilusiones — su tono de voz es frío y duro — Él día que nazca la bebé podrás imaginarte todo lo que quieras —

William se puso de pie cuando nombraron a su esposa. No le gusta este lugar. Aún menos cuando a su alrededor solo hay parejas sonrientes y jóvenes. No es que sea un viejo, pero a sus 35 años ya es un hombre maduro. No puede mentir, ni disimular. Odia este lugar, odia a la parejas que tienen a sus hijos y odia que Annie se imagine que un nuevo bebé llegará para ellos.

Porque quizá también lo pierda como a todos los demás.

No quiere decirle que seguramente éste embarazo terminé igual que los anteriores, con ella llorando y sus piernas sangrantes mientras corren al hospital.

— Si vas a tener esa actitud todo el día mejor vete. Yo puedo ilusionarme todo lo que quiera — Annie camina rápidamente con su vientre de tres meses. Se ve jodidamente linda — Se que para ti resulta muy difícil estar aquí, después de James todo se volvió extraño... pero tenemos una nueva oportunidad y yo quiero un bebé a cualquier costo —

La Perfumista De París [Saga Las Perfumistas Parte 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora