Florencia
Florencia poco se había interesado en los matrimonios, la verdad es que jamás pensado en casarse hasta que conoció a William y lo quiso para ella sola. Cuando era más joven y veía como sus hermanas lloraban antes de casarse y arruinan sus lindos maquillajes, se prometió jamás llegar al altar con ningún hombre, menos, cuando esos terribles animales, tratan tan frío a sus bellas hermanas, quizá por eso en su tiempo le gusto tanto Amelie, porque ella era mujer y era lo contrario a lo que había visto toda su vida, con ella fue la única mujer con la que pensó en casarse, aunque la idea de una boda se vino abajo cuando los celos fueron enfermizos, Florencia no puede negar que aún está nerviosa, esta asustada porque en menos de unos años toda la vida que ella conocía cambió desde que ese hombre Inglés compró un perfume muy especial, quizá la compra también incluía dos hijas y una nueva esposa.
Si alguien le hubiera dicho que algún día se casaría de la manera más rara del mundo, jamás le hubiera creído, es más, hasta se habría burlado, en el pasado Florencia ya tenía su vida hecha con su ex novia, pensaba que viviría en el ático y que su amor sería pobre pero feliz en medio de las pinturas de Amelie, pero no fue así, y ahora esta casi muerta de miedo mientras camina hacia ese ese lugar en medio de los cultivos de su madre, que sus hermanas decoraron improvisadamente para ella, esas son las ventajas de ser la hermana menor y la más consentida.
— Me voy a desmayar — Florencia se aferró de la mano de su hermana, está temblorosa y con miedo — Yo... creó que ya no quiero casarme, voy a vomitar de los nervios —
Celine soltó una carcajada y la besó rápidamente en la mejilla como si fuera gracioso verla asustada.
— No puedes arruinar lo que hicimos con tú vomito — Celine la miró de reojo mientras le acomoda el cabello y lo deja caer en su espalda — ¿No te gusto lo que hicimos? —
Florencia se escondió detrás del muro de la casa y respiró profundamente para detener sus nervios, pero miró de reojo y no pudo evitar sonreír al ver la decoración que sus hermanas hicieron para ella, no es algo excesivo, mucho menos lujoso, es algo perfecto, hermoso e indicado para unas perfumistas pobres de París. Hicieron un sencillo arco de flores en medio de las plantaciones de rosas para los perfumes, es algo demasiado romántico, algo a lo que Florencia no está acostumbrada, pero no puede negar que es perfecta, están los invitados necesarios y sus hijas esperan junto a su abuela, todo es muy bueno, más, cuando ese guapo Inglés la esta esperando junto a al juez porque no necesitan ningún dios, ni iglesia para confirmar que se quieren, él pobre no deja de mirar su reloj contando los minutos para verla llegar, quizá detrás de su sonrisa está más asustado que nunca pensando que lo dejará plantado en el altar.
— Me encantó todo lo que hicieron, esto es demasido... romantico — Florencia se pasó las manos por el cabello y se sostuvo de la pared para no caer — Ya no quiero, no quiero casarme, estoy muerta de nervios —
Celine se cruzó de brazos y entrecerro los ojos
— ¿También tenías nervios cuando te lo follabas? Porqué yo no te veía nada nerviosa —
Florencia golpeó a su hermana con su ramo de flores y un par de pétalos cayeron al suelo, se puso tan roja que sabe que es malísima controlando los nervios, si ya una vez se desmayó delante de la reina, quizá ahora se muera delante de William, se cruzó de brazos y fulminó con la mirada a su hermana.
— Y claro que estaba nerviosa cuando tenía sexo con William — Las mejillas de Florencia se pusieron rojas — Ya sabes, él...él fue mi primer hombre —
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La Perfumista De París [Saga Las Perfumistas Parte 1]
RomanceFlorencia Bellerose sigue la tradición familiar con su tienda de perfumes en París. Le encanta su vida y tiene todo lo que necesita, su viejo ático, sus perfumes y una cena romántica junto a su novia mirando la Torre Eiffel, esa es su vida perfecta...