Florencia
— El ático se ve diferente — Florencia cerró los ojos cuando sin querer pisó un cuadro — Creí que era más grande, supongo que hacen falta todos los muebles —
Pero aquel anciano dueño del ático la fulmino con la mirada y cruzó los brazos sobre su pecho. Florencia no pensaba regresar jamás en su vida a este viejo y despotricado lugar. No tiene nada que hacer aquí, debería estar tomando un tren directo a Londres, pero era venir o dejar que aquel anciano la volviera loca con sus llamadas.
— Si, como se, no me importa lo que usted diga señorita. ¡Yo solo quiero que me pague los destrozos que hizo su novia! — El hombre rugió furioso — ¡Pagueme o llamaré a la policía!
Florencia suspiro y saco la chequera que William le dio, no tendría que pagar por esto, pero ambos se comportaron horrible y un par de ceros menos en su cuento no le afecta para nada al papá de su hija. Levantó la vista y miro todo el ático, vaya que Amelie estaba furiosa, las telas están desgarradas, hay vidrios por todas partes, sus perfumes están estrellados contra el piso, las paredes están llenas de pintura y si, todos los cuadros de Amelie están despedazados. Florencia tomó su retrato del piso y soltó un suspiro, toda su cara está desgarrada.
— ¿Le dijo algo o sabe donde esta mi novia... mi ex novia? —pregunto con mucho interés.
— ¡Que mierda me importa, es la última vez que rento mi ático a un par de lesbianas dementes!
Florencia se pasó las manos por el cabello. ¡Vaya que este anciano es un idiota! Se acercó lentamente hasta la única ventana del ático, esa que tantos recuerdos guarda, de sus desayunos con Amelie, de posar para sus cuadros y de hacer el amor mientras veían la Torre Eiffel. Sonrió de lado, vaya que esto es una locura, pero esto se acabó para siempre, Ahora quiere y necesita seguir con su vida, Paris y ella necesita un nuevo comienzo lejos de aquí, Londres es lo mejor para ellas, no solo porque ahi sera un perfumista famosa, sino porque ahí vive aquel hombre que la hace sentir mariposas acaloradas en la entrepierna. Florencia se giró dispuesta a irse del ático y comenzar con su nueva vida, pero abrió los ojos muerta de vergüenza y miedo al ver a Amelie inclinada sobre el cochecito de Paris. Corrió pisando todos los cuadros y alejó el cochecito de su bebé con miedo a que Amelie le haga daño.
— Lo siento, no quería molestar a tu bebé — Florencia no pudo dejar de verla con la respiración entrecortada. Amelie se ve tan deshecha que se nota que no ha dormido y sus ojos están hinchados, esa sonrisa agradable ya no está en su rostro. — Sabía que también vendrías a despedirte del ático, te conozco Florencia —
Paris comenzó a ruñir como un pequeño gatito a punto de llorar, y sabe que Amelie se muere de ganas de abrazarla y calmar a su bebé, pero se mantiene alejada de ellas sin dejar de verlas, solo se inclino y le dio su chupete para que siga dormida.
— Supongo que siempre es bueno despedirse de un lugar del cual tengo buenos recuerdos. No te preocupes por el cobro, lo he pagado yo — arropo a Paris y acomodo su gorrito, no puede seguir aquí, si, es una maldita cobarde que no puede soportar la mirada de Amelie porque esos ojos cafés la hacen sentir tan culpable, como la perra que le rompió el corazón, tomó el cochecito de su bebé — Adiós Amelie —
Florencia camina rápidamente para salir de ese ático, el silencio es tan incómodo y tan frío que quiere salir a la calle e irse a Londres de una vez por todas, pero Amelie la tomó del brazo y detuvo su andar. Su ex novia tiene tanta furia contenida en sus ojos que pensó que le daría una bofetada de nuevo, pero no lo hizo, solo la tomo del rostro y la acerco bruscamente para besarla, pero Florencia no pudo seguir el movimiento de sus labios, así que simplemente se alejó y Amelie la miró con el rostro lleno de sorpresa.
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La Perfumista De París [Saga Las Perfumistas Parte 1]
Roman d'amourFlorencia Bellerose sigue la tradición familiar con su tienda de perfumes en París. Le encanta su vida y tiene todo lo que necesita, su viejo ático, sus perfumes y una cena romántica junto a su novia mirando la Torre Eiffel, esa es su vida perfecta...