Florencia
Por primera vez en su vida no lleva puesto un corto vestido que dejé a la vista sus lindas piernas, en París y La Provenza si podía usarlos gracias al lindo sol que broncea su piel, en Londres lo único que quiere es cubrirse del frío, así que se tuvo que cubrirse con jeans y un abrigo porqué parece que la ciudad está a punto de congelarse, los balbuceos de London dejan una estela de aire frío y Paris se aferra al cuello de su papá al ver todo llenó de neblina.
— William creo que es mejor si nos vamos a casa — Florencia se cubrió mejor con su abrigo, pero quizá tiene que actualizar su guardaropa, porqué no logro cerrarlo por su vientre, esos son problemas de embarazadas — No te preocupes por comprarme nada, otro día puedo comprarme un celular —
William negó con la cabeza y sonrió ampliamente, es él único al que el clima de Londres parece no afectarle, todo a su alrededor esta lleno de neblina y él tiene ese brillo que ilumina todo.
— Tengo que comprarte un celular — Puso su mano sobre su cintura y acarició sus rizos rojizos — Me siento culpable por arrojarlo de la ventana y arruinar tus flores —
Florencia soltó una carcajada que hizo que las chicas de la tienda la voltearan a ver, pero la verían a ella o a ese guapo papá que tiene a su hija en brazos.
— No pasa nada con mis flores, las volveré a plantar — Caminó entre los estantes llenos de celulares que para ella aún son un ojo de la cara — Supongo que Amelie no debió llamarme, pero ella me llama desde que me fui de New York, quizá sólo quiere disculparse —
William se detuvo para pedir uno de esos celulares realmente caros, lo que casi le causa un desmayo, al parecer él padre de sus hijas esta acostumbrado a gastar mucho dinero en simple cosas, quizá esta sorprendida porque al tener tantas hermanas en su casa de infancia lo que reinaba no era el dinero, pero también supo que definitivamente las empleadas de la tienda no la miraban a ella, sino a William, él roba suspiros de Londres.
— ¿Enserio creés eso? Dudo mucho que quiera pedirte una disculpa, podría haberle creído, sino no te hubiera llamado de esa forma y así no se le llama a una ex —
Florencia se aferró de su mano mientras caminan por los pasillos del centro comercial, se siente jodidamente feliz de por primera vez en la vida tener ese celular que jamás pensó comprar, otro beneficio de estar casada.
— ¿Amelie me llamó de alguna manera...? —
— Rojita —
Es inevitable no darse cuenta de los celos del padre de sus hijas, su mandíbula apretada y sus ojos azules, iguales a los de London, fríos y calculadores, es un loco, pero es su loco.
— ¿Estás celoso por eso? — se burló sin poder evitarlo — Me llamaba rojita por el color de mi cabello, pero después de ésta llamaba, dudo mucho que vuelva a llamarme, supongo que es la manera correcta de espantar a un ex —
— Bueno, pues espero que no vuelva a llamarte jamás — William la tomó por los hombros para acercarla a él — ¿No has pensado en como decorar la casa?
— No...bueno, si, pero es tu casa William, tiene tú toque masculino —
William entrecerro los ojos y frunció el ceño confundido, sí por las niñas y ella fuera, la casa de William sería completamente diferente, estaría llena de flores y cosas... más vivas, no es qué William tenga un mal gusto, en realidad su casa es muy moderna y elegante pero esta llena de tonos grises y negros y aunque le duela decirlo, no es una decoración para dos bebés que gustan de colores rosas, a menos que a William le guste ver cómo su consentida Paris pinta las paredes.
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La Perfumista De París [Saga Las Perfumistas Parte 1]
RomanceFlorencia Bellerose sigue la tradición familiar con su tienda de perfumes en París. Le encanta su vida y tiene todo lo que necesita, su viejo ático, sus perfumes y una cena romántica junto a su novia mirando la Torre Eiffel, esa es su vida perfecta...