Florencia
— ¡Perfumista o cómo te llames! ¡Detente! ¡No corras con mi hija! —
Florencia por supuesto que no se detuvo a escucharlo como una débil que espera un fuerte regaño, ya bastante tiene con los gritos de su propia madre cuando descubrió que era lesbiana cómo para soportar a ese macho alfa que la sigue con su auto.
— Flor... ¡Dios no recuerdo tu nombre, pero de verdad detente! Yo puedo llevarlas, la bebé es muy pequeña y la lluvia puede hacerle daño — Florencia apenas y lo miró de reojo, ese hombre está ahí, con él vidrio abajo hablándole mientras interrumpe el caótico tráfico parisino — ¡Dios otra vez no, pelirroja deja de correr con mi hija en brazos! ¡Te voy a demandar por negligencia! —
Lo último que hizo es detenerse, claro que Florencia está preocupada por la lluvia y porqué las gotas bajan por su rostro como si fueran lagrimas, pero no le importa nada más que salir corriendo de ahí. Cubrió a la bebé con las mantas y la pegó a su pecho para cubrirla de la lluvia. Apenas y puede ver mientras corre tratando de que los autos no la arrollen con una bebé en brazos. Pero ese hombre es Inglés, es un simple turista en su ciudad, París es de ella, tiene años viviendo aquí y sabe como esconderse, el auto de él no puede entrar por cualquier calle y Florencia es sigilosa como un gato. Se metió entre unas callejuelas y lo perdió de vista escondiéndose con su bebé dentro de una cafetería.
Se quedó en esa cafetería hasta que la lluvia se calmó y le dio de comer a su bebé. La observa pegarse a su pecho con frío mientras su boca succiona rápidamente su leche. Su bebé tiembla de frío y no hace más que pegarla a su pecho para darle calor. Florencia se siente como una madre adolescente cada vez que ese hombre la mira. Dios, esa niña está esperando que alguien cuide de ella, que su mamá la salve de ese hombre, pero Florencia no sabe que hacer, también está aterrada, asustada de ser mamá y muerta de miedo sólo de pensar que ese hombre le quite a su bebé.
— ¿Ya vas a regresar a casa? La lluvia está muy fuerte — la voz la Amelie la tranquilizó por un segundo. Por fin contestó su llamada. Su novia no tiene porque enterarse del maldito problema donde está metida — Es la hora de la siesta de Paris, la bañamos, la recostamos en la cama y después tu serás toda para mi ¿Qué te parece? No te puedo llevar a un restaurante, porque la bebé es muy pequeña, pero una cita en el balcón del ático no la puedes rechazar. Regresa ya con la bebé, Florencia —
— Esta bien... creo que es buena idea — salió de la cafetería mirando a todos lados, la pesada pañalera y las mantas le hacen más difícil caminar — No tardaré lo prometo, regresaré lo antes posible al ático —
Escucho la risa suave de Amelie y su música de rock al fondo. Seguramente su novia está llena de pintura, tratando de cocinar algo que jamás a hecho sólo para impresionarla. Sólo espera que al llegar al ático su cocina no esté desecha o peor aún, que Amelie la haya incendiado.
— Lo se Florencia, no tendremos sexo, pero si un par de besos ¿Verdad, bebé?
— Pero solo un par —
— Trato hecho —
Florencia sonrió emocionada y miró a ambos lados de la calle antes de seguir caminando, ese hombre podría estar en cualquier lugar escondido y molestó como un demonio porque no le hizo caso, pero no, en la calle no hay rastros de un turista Inglés y mucho menos se puede ver ese lujoso auto. Lo que más le preocupa es la ropa empapada de su bebé, la pequeña tiembla de frio y no puede regresar con ella al ático, no así o Amelie se enojara demasiado.
Florencia vislumbró a los lejos su perfumería, esta segura que Celine la ayudará a cambiar de ropa a su bebé, la abrigara y después se iran con su mamá número dos. De todos modos, su perfumería es un lugar seguro o eso creyó hasta que vio el lujoso auto estacionado afuera de su perfumería y a un molesto ingles esperándola con los brazos cruzados. Oh diablos, hizo enojar al delicado abogado Inglés.
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La Perfumista De París [Saga Las Perfumistas Parte 1]
RomanceFlorencia Bellerose sigue la tradición familiar con su tienda de perfumes en París. Le encanta su vida y tiene todo lo que necesita, su viejo ático, sus perfumes y una cena romántica junto a su novia mirando la Torre Eiffel, esa es su vida perfecta...