Florencia
— ¡Amelie no se que le pasa a la bebé! ¡Sólo llora y llora demasiado! ¿Le duele algo? ¡Dios, no sirvo como mamá! —
Florencia jamás se había sentido tan estresada y fuera de sí, no sabe que hacer, ya le sonrió a su bebé, la arropó junto a ella, cambio su pañal y la mensio en los brazos, pero nada. Se pasa las manos por el cabello tratando de pensar en que hacer para que deje de llorar, pero lo único que hace es que su bebé se ponga más roja de la cara. Florencia sabía que era más fácil ser la tía divertida y sin hijos, que tener a su pequeña bebé llorando toda la noche. Quien podría pensar que de ese pequeño cuerpo y de esa diminuta boquita, salen unos llantos horribles.
— Ven dame a esa pequeña bebé, estoy segura que la vas a dejar caer al suelo y ella es tan adorable — Amelie llegó junto a la cama en menos de lo que esperaba, tomo a la niña en brazos y acaricio sus mejillas. Su novia tiene rastros de pintura en las mejillas — Ya sabes que te diviertes más con tu mamá número dos —
No le gusta compararse con Amelie, porque su novia aún con su apariencia de chica ruda y fria es la mujer más adorable del mundo, lo puede notar aún más cuando se pasa horas abrazando a la bebé, hablándole como si la pequeña Paris le fuera a contestar, ella la baña, la cambia y la duerme y Florencia, bueno, no quería ser una mala mamá, pero no se le da nada bien cambiar pañales y esas cosas. Le encanta estar junto a su bebé, pero quizá aún no se acostumbra a ser mamá.
— Por dios Florencia, pero si a Paris no le pasa nada malo. ¿Sabes que tiene? — Florencia negó sin poder entender, ni siquiera se a levantado de la cama, como quiere que su cerebro funcione tan temprano — Ella tiene hambre, yo podría darle pecho, pero tú, bueno si eres su mamá verdadera —
Amelie se sentó junto a ella en la cama y recostó a la bebé en medio de la camas. Esté es su día perfecto, así, las dos en pijama, sin trabajar, sin tener que ir a la perfumería y con Amelie tratando de hacer una pintura de ellas. No es que Florencia sea una floja y le guste pasar todo el día en la cama, pero su entrepierna duele demasiado, incluso camina como una viejita y su novia la ayuda a bañarse para no sentir ese horrible dolor, que la hace recordar que tener sexo con los hombres es lo peor del mundo. Última vez en su vida que prueba las caricias masculinas.
— ¡Florencia no hagas esperar a la bebé! Dale de comer — Amelie sonrió de lado, bajo su pijama y acercó a la bebé a su pecho. Florencia soltó una pequeña risa cada vez que siente la pequeña boca de su hija succionar su pecho y se divierte mirándola aferrar su pequeña mano a su comida — Ella es perfecta ¿Lo vez Florencia? Es la bebé más bonita que algún día conocí. Solo mírala, es tan pequeña y tiene ese rostro de niña consentida, estoy segura que también será pelirroja como tú y esos ojos, parecen unas esmeraldas —
— Dios Amelie, la bebé apenas tiene uno días de nacida y tu ya hablas como mamá enamorada —
Amelie se acercó y la dio un sonoro beso, saborio sus labios y se deleitaron con sus bocas hasta que la pequeña bebé lloriqueo y las hizo reír a los dos. Amelie a cambiado tanto en un par de dios que la asustó cuando la vio hacer la comida, arreglar la casa y lavar la ropa, ella está diferente.
— Su papá debe ser muy apuesto ¿verdad? —
Florencia dejó de acariciar las mejillas de la bebé y levantó la mirada para ver a su novia. ¿Porque hace eso? Ni siquiera debería de saber de el o recordarlo, pero Amelie esta obsesionada por saber del papá de Paris. Siempre le hace ese tipo de preguntas despistadas, pero su novia se muere por saber como era él hombre del que se embarazo.
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La Perfumista De París [Saga Las Perfumistas Parte 1]
RomanceFlorencia Bellerose sigue la tradición familiar con su tienda de perfumes en París. Le encanta su vida y tiene todo lo que necesita, su viejo ático, sus perfumes y una cena romántica junto a su novia mirando la Torre Eiffel, esa es su vida perfecta...