Capitulo 39

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Florencia

— ¡¿Dónde demonios está esa zorra?!— 

Florencia apenas tuvo tiempo de esconderse detrás del mostrador de su perfumería. Se cubrió la boca nerviosa y su respiración se aceleró al mil por ciento.

Cuando Amelie está molesta es como un demonio que arrastra con todos a su paso, pero hoy no está molesta, está fuera de sí, eufórica, loca con todo el mundo y la odia con toda su alma, lo supo desde ayer cuando salió corriendo. Se nota que también ha sido la peor noche de su vida, hay claros signos de que no durmió nada bien. La miró a través del reflejo de las estanterías de vidrio que tienen sus perfumes. Su cabello está hecho un desastre, sus ojos están hinchados y rojos por el llanto, su maquillaje está arruinado y por culpa de ella. Si por su maldita culpa. Florencia cerró los ojos con fuerza, fue una zorra que le rompió el corazón.

— Florencia no está aquí. No vino a la perfumería — Celine salió en su defensa como hermana protectora — Debes irte Amelie, ya después podrás hablar con ella —

Pero la fría carcajada de Amelie le heló la sangre y la hizo sentir un pequeño bicho. Quisiera levantarse y darle la cara, recibir una bofetada y aceptar que fue una maldita infiel, pero el miedo y la cobardía la mantienen escondida detrás del mostrador, porque si Amelie posa sus ojos sobre ella, la hará sentir la peor mujer de París.

— ¿Hablar? ¡¿Crees que esto se arreglará con una charla y palabras bonitas?! Creí que eras más lista Celine. Le perdoné su engaño, su embarazo y las dos pensábamos criar a Paris, ¡Pero ese maldito hombre se metió entre nosotras! ¡Tu hermana me engañó, la vi teniendo sexo y con un maldito hombre! ¡Entonces todo este tiempo me mintió porque jamás fue lesbiana! — El quejido lloroso de Amelie despertó a Paris. Su bebé comenzó a llorar y Amelie se acercó para calmar su llanto porque es su mamá. Se limpió las lágrimas y dejó un par de cajas en el suelo — Estas son las cosas de Paris, traje todo lo que pude, su ropa, sus biberones, solo me quedé con un par de fotos de ella. Dile a Florencia que... que siempre le acaricie delicadamente la espalda a Paris antes de dormir, que no ajuste demasiado sus pañales y que deje tibia su leche o quemará su boquita —

Florencia cubrió su boca para no soltar el llanto al escuchar las dulces palabras de Amelie al despedirse de Paris, la tomó un momento en sus brazos tiernamente, la beso en la frente y se alejó unos pasos con el rostro destrozado en llanto. Su aspecto es peor que antes. Ahora las lágrimas bajan por sus mejillas, pero Celine no dice nada, solo escucha el llanto adolorido y Florencia tiene el alma en un hilo. No pudo dormir en toda la noche porque al cerrar los ojos veía la mirada desencajada de Amelie. No tenía que haberla visto con William, pero lo hizo y ahora la odia por eso.

— ¡Y dile a esa maldita zorra que busque otro lugar para vivir! No la quiero ver en el ático, no es nada contra Paris, ella era mi hija y la quiero, pero que tu hermana y su bebé busquen otro lugar donde vivir. ¡Mucho mejor! Que le diga a ese hombre al que le abrió las piernas que se haga cargo de ellas — Amelie tiene el rostro desfigurado por la furia y enloquecida, arrojó todos los perfumes al suelo — Si tu hermana quiere sus cosas que las recoja de la calle. ¡Eres una maldita infiel Florencia! ¡No te quiero volver a ver ni en pintura! —

Amelie salió con un portazo que hizo llorar aún más a Paris y Florencia se levantó temerosa y con las piernas hechas gelatina. Respiro hondo y miró todos sus perfumes hechos pedazos en el suelo, todas las fragancias inundando el lugar y a su hermana Celine recogiendo los pedazos de vidrio. Pero su hermana no la miró con odio, ni coraje, incluso esbozó una sonrisa de lado.

— No te preocupes Florencia — Celine cerró la perfumería — Ahora vivirán conmigo. Creo que yo también puedo ser buena cuidando bebés —

La Perfumista De París [Saga Las Perfumistas Parte 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora