Capirulo 115

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Florencia

Florencia se miro delante del espejo de la sala principal de su casa y soltó un largo suspiro mientras al ver como London, esa bebé sin pañal, tomó asiento sobre su blanco y nuevo vestido de novia, pegando su blanco trasero a la tela.

— Popo mami —

Rápidamente y como pudo, se peleó con la tela del vestido pero tomó a su bebé en brazos, arrojó las altas zapatillas a un lado y ambas corrieron hasta el baño más cercano.

London siempre hace eso, odia al pañal porque su piel es tan delicada que le causa rozaduras, por eso a veces la encuentran  jugando por los pasillos con el trasero al aire, ahora la sentó en el baño y se quedó ahí con ella.

— Mami — Dijo su bebé con la mirada distraída, con sus mejillas sonrojadas mientras sus rizos rubios caen por su frente — ¿Porqué le pusiste una rosa diferente al perfume? —

Florencia inmediato miró a su hija, claro que le puso una rosa distinta, esa rosa de color azul que mandó a traer desde La Provenza, pero ni William a quien le enseñó su nuevo perfume, ni Celine que siempre está con ella en la perfumería y mucho menos su madre se dieron cuenta de el nuevo olor, lo hizo  una pequeña bebé que frunce su diminuta nariz para comprender el nuevo elixir.

Se arrodilló junto a ella para ayudarla a poner en pie, la ayudó a limpiarse y a la lavarse las manos, después ambas salieron del baño, pero la besó en el cuello haciéndola reír.

— London no puse ninguna rosa, es el mismo perfume — Le dijo para saber si solo había sido una coincidencia, pero su hija negó con ma cabeza.

— Si mami, pusiste una rosa azul — Su hija se abrazó a su cuello con fuerza — Huele muy bien ¿Algún día podré hacer perfumes como tú? —

Florencia casi brinco de la emoción, ella había pensado que ninguna de sus hijas tenía ese don de los perfumes. Ahora se fa cuenta que sí hay dos de sus hijas quienes lo tienen, London y Mila, lo sabe, porque su bebé más pequeña frunce su pequeña nariz para descifrar el olor cada que la acerca a su pecho para alimentarla y ese es un gesto que solo los verdaderos perfumistas hacen.

— Claro London, tu y yo haremos el mejor perfume de todos — Dijo al besarla en la mejilla — Será tan bueno, que un día algún rey caerá rendido por ti —

Al llegar a la sala de estar de nuevo y casi sin poder respirar por el apretado vestido, tomó asiento en el sillón cerca de su madre, esa francesa que no deja de besar las mejillas de sus trillizos mientras Paris esta sentada en la ventana esperando a que su papá llegue, sin tan solo supiera que no regresará...

— Te vez preciosa en ese vestido de novia — Dijo su madre recargando a sus dos pequeños sobre su pecho porque esta encantada con sus nietos — Me hubiera gustado casarme con un vestido así, pero era dejado pobre para eso...¿No estás feliz Florencia? — 

— ¿No pensaras escaparte de nuevo, verdad? — Preguntó su madre acerdandole el portabebé dónde esta Mila — Ven, abraza a Mila, para que esas locas ideas se vayan de tu mente —

Florencia se seguio y tomó a su pequeña pelirroja, la recostó en sobre su pecho y se deleitó por su rico olor a bebé. Mila es una preciosidad, es la combinación de valentía y nobleza de sus hermanas, es la consentida de su papá y se lo hace saber porqué siempre duerme con ella sobre el pecho y con los niños a su lado.

— No me iré a ningún lado mamá, no me pasa nada mamá, solo que no dejo de pensar ¿Cómo se supone que me cansaré con William a la iglesia si su esposa aún está viva? — Respiró pesadamente y se recargó en el sillón con sus hijas, después de internar quitarse un vestido que no pudo — Está es una tontería mamá, él se está burlando de mi, solo hace me ilusione —

La Perfumista De París [Saga Las Perfumistas Parte 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora