Florencia
— ¿Ya sabes a dónde nos iremos de luna de miel? Mi madre cree que sería bueno ir de vacaciones a una playa paradisíaca, como Bali o un lugar así ¿Tú que piensas? — Amelie tiró los folletos de la luna de piel al piso en cuanto entró a la habitación y de un momento a otro perdió el color del rostro y sus ojos se llenaron de asombro — ¡¿Qué...qué estas haciendo Florencia?!
Florencia guardo su última blusa dentro de su maleta, por un momento dejo de ver sus cosas sobre la cama y miró su vestidor completamente vacío, en realidad no es que tenga muchas cosas, ella siempre ha vivido con muy poco, pero las maletas de sus hijas son las que ocupan más espacio, como la maleta con toda esa ropa pequeña que huele exquisito a ese rico perfume de bebé, Florencia se inclinó sobre la cama y tomó los peluches de sus hijas, porque si los olvida en New York sus bebés lloraran demasiado, se puso su abrigo y se pasó las manos por el cabello antes de tomar la poca fuerza de voluntad que tiene para mirar a su novia.
— Me voy Amelie — Florencia se mordió el labio para no soltar el llanto, pero es imposible no llorar cuando las pequeñas cosas de sus hijas están ahí delante de ella, recordandole que hay dos bebés esperando por su mamá — Lo siento Amelie...yo no puedo seguir aquí, tengo que irme antes de que pierda el vuelo —
Florencia se colgó su bolso y tomó el par de maletas mientras camina por los pasillos del departamento para salir de ahí, ni siquiera puede mirar la pequeña habitación que era de sus hijas porque las lágrimas amenazan con salir de sus ojos para arruinar su maquillaje. Florencia a veces cree que sus ojos ya no tienen más lágrimas, pero se equivoca, ha llorado tanto está semana que todo los dias tiene los ojos hinchados y con sólo escuchar la vocecilla o el llanto de un bebé, se pone como una loca a llorar, no importa si es en el metro, en la calle o en la oscuridad de su habitación, pero está vez no puede evitar que su corazón se haga añicos al recorrer por última vez este departamento en el que floreció su inmadurez, porque eso fue.
A Florencia le costó días de llanto y de no querer salir de la cama para poder entender que mientras ella vivía feliz en New York, William debió sentirse igual de mal que ella, por eso ahora está pagando las consecuencias de sus estúpidas idioteces.
Amelie camina detrás de ella por los pasillo del departamento y trata de detenerla mientras la toma por el brazo, es imposible no identificar el miedo en su dulce voz
— ¡¿Dónde piensas ir?! —
— ¿Que no es obvio Amelie? — Florencia soltó un suspiro, preparada para el ataque de nervios de su novia — Me voy a Londres... Ya se que yo siempre salgo corriendo de los problemas y está vez no será diferente, compré un boleto de avión con el dinero que tenía guardado para la boda, no se y no tengo idea de donde voy a vivir, pero necesitó ir por mis hijas —
Los ojos de Amelie se llenaron de furia, pero a Florencia poco le importa lo que pase, desde que escuchó la dulce voz de Paris pidiéndole que vaya a Londres no ha podido sacarla de su cabeza y mientras no vea esa dos caritas preciosas con mejillas regordetas no podrá ser feliz en ningún lugar, mucho menos cuando sus hijas están al otro lado del océano, en una casa extraña y no con su mamá.
Así que a la mierda la boda pero Florencia se va corriendo de aquí para ir por sus hijas
— ¿Y la boda? Hemos pasado horas y días tratando de organizarla, no puedes tirar todo por la borda, así como sino pasará nada, porque no solo estamos tirando dinero, sino que están rompiendo mi corazón — Amelie se inclinó y recogió un peluche de London cuando por error se cayó de la maleta, se pegó el peluche al pecho y la miró deleitarse con el suave perfume de London, después Amelie caminó y le entregó de nuevo el peluche — Aunque no lo creas me gustaba tener a London con nosotras, aunque sea idéntica al animal de su padre, es una bebé adorable, ella y Paris apenas son unas bebés y aunque mi corazón se rompa, ellas necesitan de su mamá... dios Florencia, me gustaría decirte que te quedarás conmigo en New York, pero te quiero muchisimo y no puedo seguir viéndote llorando todo el tiempo —
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La Perfumista De París [Saga Las Perfumistas Parte 1]
RomanceFlorencia Bellerose sigue la tradición familiar con su tienda de perfumes en París. Le encanta su vida y tiene todo lo que necesita, su viejo ático, sus perfumes y una cena romántica junto a su novia mirando la Torre Eiffel, esa es su vida perfecta...