William
William soltó un amplío suspiró al ver toda su casa llena de invitados, hace años que no era él, el anfitrión de una fiesta de navidad, después de la muerte de su hijo se había alejado de toda esa vida, pasaba la navidad encerrado en su despacho trabajando mientrad una buena amante le hacía sexo oral y odiaba celebrar las navidades, pero ahora con una perfumista tan energética lo último que hará es no celebrar.
Lo primero que cambió en su casa fue la decoración, oh dios, pero Florencia llegó arrasando cómo un tornado, cambió todas las cosas viejas y sin luz, y decoró su casa de forma tan colorida que no parece reconocerla, quizá por fuera es como esas casas victorianas, grandes, elegantes e inglesas, legumbres y sin chiste, pero por dentro es como una pequeña Francia, tan llena de color como aquel ático donde vivía en París.
¿Y qué hizo para agregarle más color?
Pues poner un árbol gigante de navidad que tiene a su hija Paris con los ojos abiertos esperando los minutos para poder abrir los regalos que hay debajo.
Después esa pelirroja llenó el interior de flores, él no se siente muy agusto con eso, pero ponerle la contra a esa mujer es desatar el mismísimo infierno, además serían seis contra uno, porqué todos los niños están del lado de su mamá, así que mejor se conforma con lo que hay.
Aunque William tomó el último trago de su copa de vino y sonrió por lo bajo, no puede negar qué tener esto lo hace sentir vivo de nuevo, porqué después de la muerte de un hijo, su alma y su alegría se quedaron en la tumba de James, quizá el cuerpo de su hijo fue enterrado, pero una parte de él también lo hizo ese día, nadie jamás podrá tender el dolor que se siente al perder a un hijo y jamás volverlo a ver para sólo recordar fragmentos de su rostro que en un tiempo su memoria borrará.
Pero sino fuera por la muerte de James, jamás habría ido a París, si James estuviera vivo, nada de lo que pasa ante sus ojos y esos tres bebés que lleva en el pecho no estarían, así que de cierta forma su hijo lo ayudó a conocer a Florencia, quizá fue el último regalo de su hijo.
Por un momento se quedó mirando la fiesta y sonrió solo de imaginar ver de nuevo a James, en su mente lo imaginó corriendo entre los invitados de la fiesta, pero la mano de Paris jalando su traje lo trajo a la realidad.
— ¿Papi ya puedo abrir los regalos? ¡Estoy muy nerviosa!— Su hija se muerde el labio ansiosa y bate sus manitas en el aire — Mami dice que Santa claus baja por la chimenea ¿Es verdad? —
— Claro, cariño, por eso debes esperar a que deje más regalos — Dijo al inclinarse a su altura — Estoy seguro de que te traerá muchísimos regalos —
— Pero London está revisando en la chimenea y no baja nada —
William la besó en la frente para hacerla sentir segura.
— Yo creo Paris que tú eres excelente para convencer a tu mamá, dile algo muy bueno para que te deje abrir los regalos, proponle un trato, dile que yo te mando y te apoyo —
Paris asintio y salió corriendo hasta su mamá y se le hecho a los brazos mientras habla enérgicamente sobre las razones, apoyada por su papá, por las cuales debería abrir los regalos, sin embargo, él camino por la casa con sus bebés en brazos y se acercó hasta la chimenea, apagada por supuesto, dónde London se asoma para ver si en algún momento baja alguien con regalos.
— Papi no baja nadie — London se tocó la barriga, se ve tremendamente chistosa en aquel vestido rojo — Mamá dijo que teníamos que dejar galletas para que Santa Claus comiera porque esta muy cansado de dejar regalos en las casas de todos los niños, pero ya me las comí todas y ahora él tendrá hambre por mi culpa —
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La Perfumista De París [Saga Las Perfumistas Parte 1]
RomanceFlorencia Bellerose sigue la tradición familiar con su tienda de perfumes en París. Le encanta su vida y tiene todo lo que necesita, su viejo ático, sus perfumes y una cena romántica junto a su novia mirando la Torre Eiffel, esa es su vida perfecta...