Florencia
— ¡Mami, mis amigas ya van a llegar! Tengo que preparar todo — Su hija se carcajeo llena de felicidad — ¿Si compraste las hamburguesas? —
— Si Paris, con muchas papas y sodas — Florencia removió el cabello rojizo de su hija — No te preocupes pequeño demonio pelirrojo, todo saldrá bien y recuerda no decir ni una sola mala palabra —
Paris corrió por toda la sala de estar muerta de emoción, toda la mañana ha estado así de feliz, hasta asusto a los sirvintes, incluso William trató de calmarla pero es prácticamente imposible, su hija salta y corre por toda la casa, tiene tanta energía que London se recuesta en el pecho de su mamá y suspira llena de cansancio.
— Paris es normal si tus amigas no vienen y no debes sentirte triste — Florencia terminó de vestir a London, de ponerle ese bonito vestido igual al de ella, pero hasta su bebé está emocionada y mueve sus piernas — Son las hijas de la reina, quizá están muy ocupadas, a lo mejor ellas sólo se juntan con niños de la realeza —
Paris dejó de brincar y gritar y sus mejillas se pusieron rojas, tanto o más que su cabello, está a punto de llorar y se arrepintió al momento de haberle dicho eso, no quería acabar con las ilusiones de su hija que ni siquiera durmió arreglando todas sus cosas para sus amigas.
— ¿No van a venir? — Florencia se mordió el labio, posiblemente no vengan, ella y sus hijas tendrían que estar en la perfumería y las princesas en el palacio.
— Yo creo que no Paris —
Su hija corrió hasta ella y lloró con su cabecita escondida en su hombro, llora con tanta tristeza que de seguro va estar así durante todo el día hasta que llegué su papá, es qué Paris estaba muy emocionada de traer a sus amigas aquí porqué por primera vez tienen una casa muy grande donde pueden jugar y un cuarto llenó de juguetes para enseñar.
Paris no tiene amigas, menos porqué durante toda su vida, desde que nació se han cambiado muchas veces de casa y los lugares eran tan pequeños que su hija ni siquiera podía correr, en el ático apenas era una bebé, y en sus departamentos eran los jueguetes de Paris o las pinturas de Amelie, pero eso es cosa del pasado, por eso es que está tan impaciente en qué sus amigas conozcan su gran y gigante casa.
— Vamos Paris no llores, podemos ir a comprar un helado, a un parque o ha visitar a tú tía y te sentirás mejor... — Paris asintió con las mejillas llenas de lágrimas, se acaba de resignar a qué no tiene amigas, pero su voz se vio interrumpida por el sonido del timbre y la voz del sirviente anunciando que había llegado alguien — Olvídalo cariño, creó que si llegaron tus amigas
Paris se limpió las lágrimas y brinco con mucha energía.
— ¡Vamos mamá! —
Florencia se puso en pie de inmediato y abrazó a London cuidando de que no golpeé su vientre, no es que lo tenga gigante, pero ya es bastate notorio y más tomando en cuenta qué tres bebés crecen en ella, esas tres seres a los que William les habla por las noches, a veces se ríe de verlo tan hipnotizado por ver un vientre, le habla con tanto cariño como si pudieran responderle, pero tener un vientre pequeño como los de antes es imposible.
Aún no se acostumbra a esta casa, la siente tan grande que a veces extraña vivir en su pequeño ático de París o en su departamento, todo era tan pequeño, que podía estar en la cocina y en la habitación al mismo tiempo y aquí tiene que caminar una infinidad para llegar a la puerta. London balbuceo un par de cosas y movió sus manitas emocionada.
— London dice que abra la puerta ¿Quieres conocer a tus amigas? A las hermanas de Helena les gusta comer igual que a ti — Paris puso su mano en la perilla de la puerta y sus ojos se llenaron de diversión — ¡Helena! —
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La Perfumista De París [Saga Las Perfumistas Parte 1]
RomanceFlorencia Bellerose sigue la tradición familiar con su tienda de perfumes en París. Le encanta su vida y tiene todo lo que necesita, su viejo ático, sus perfumes y una cena romántica junto a su novia mirando la Torre Eiffel, esa es su vida perfecta...