William
— No puedo creer qué esté pequeño frasco de perfume sea el que hipnotiza a todos los hombres, es que no perece creíble, sino viera esto, diría que me hechizaste —
Florencia soltó una carcajada y se cruzó de brazos antes de recargarse sobre el banco de madera en su taller de perfumes, lleva toda la mañana encerrada en esté aromatico lugar buscando la combinación perfecta de olores, lo hace mientras London y Paris avientan pétalos de rosa por todos lados y mientras los pequeños duermen en su portabebé, tan ajenos a las locuras de su mamá.
William esperaba encontrarla cómo son las damas inglesas, así cómo era su ex esposa y sus antiguas amantes, con amigas tomando el té de forma aristocrática en la sala de estar, no lo dice por ser mal hombre, lo dice porque duró años casado y se quedó acostumbrado a un estilo de vida, pero mientras Florencia luce feliz platicando con los sirvientes como si fueran sus amigos, Annie solo daba ordenes y lloraba por la muerte de su hijo.
Se pasó las manos por el cabello y negó con la cabeza, su madre siempre bromea con él con un dicho algo... extraño, quizá él amor de su vida no fue Annie, quizá solo tenía que vivir todo eso porqué Florencia aún no había nacido, puede que sólo le gané con 10 años de edad, pero es un tiempo bastante notorio.
Claro que es visible la diferencia de edad, no tanto, pero la energía lo hace visible, él ya es un hombre maduro, su edad de diversión ya pasó, pero la de Florencia aún está floreciendo por eso no le dijo nada cuándo la arrestaron, si tan solo él un día le contará todas las locuras que cometió, se espantaria.
— Claro que si funciona, esté es el perfume que enamora — Florencia siguió separando los pétalos de rosa — Respira un poco el elixir y te sentirás mejor, quizá te sientas más enamorado de mi —
William sonrió de lado, sin embargo, lo único que busca es sentirse mejor, porqué aún no es tan abierto con Florencia, por eso es qué ella no sabe que hoy es el aniversario de la muerte de su hijo, y que también le trae recuerdo de esa bebé que nació muerta, aunque no debería de sentirse mal, pero lo hace.
Lo hace porqué cada maldito día quisiera ver a James y a esa bebé tan felices cómo lo son sus demás hijos, pero están bajó metros de tierra y para alegrar este día tan melancólico y con malos recuerdos, lo único que pudo hacer fue abrir ese perfume y respirar la esencia.
Ese elixir lo inundó por completo, con un olor tan suave que puede percibir la fragancia de las rosas.
— Esté perfume es...—
— Es lo que te enamoró de mi ¿Ya estás más enamorado? Porqué si es así no te molestaras porqué serás tú quien pagué los daños en tu auto ¿Si lo harás Will? — Dijo Florencia en medio de risas — Quizá aún sigues hipnotizado por el olor —
William dejó su seriedad a un lado y miró descaradamente a esa perfumista.
— Me temo que no fue el olor de tus perfumes lo que me gustó de ti —
Florencia dejó las flores y volteó y entrecerro los ojos mientras se acerca hasta el portabebé porque los bebés comenzaron a llorar, así que tomó en brazos a un pequeño rubio y lo recargó sobre su hombro.
— Yo creía que si — Dijo mientras el pequeño busca con su manita ese seno para alimentarse — Todo este tiempo creí que yo te había gustado por el olor de mi perfume —
— ¿Enserio crees que sólo entré a tu perfumería por tus perfumes? — William se acercó hasta ella con la excusa de mirar a su hijo — ¿Acaso creés que no te había visto antes? Lo hice desde que metias esas cajas de flores, y lo que me atrajo no fue él perfume, sino ese lindo trasero bajo tú vestido —
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La Perfumista De París [Saga Las Perfumistas Parte 1]
RomanceFlorencia Bellerose sigue la tradición familiar con su tienda de perfumes en París. Le encanta su vida y tiene todo lo que necesita, su viejo ático, sus perfumes y una cena romántica junto a su novia mirando la Torre Eiffel, esa es su vida perfecta...