Capitulo 37

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William

— Te ves más joven William, no se, quitaste tu barba y sonríes más que antes. ¡Ah ya se! ¿Es esa bebé, verdad?— su madre sonrió — Ella me recuerda mucho a James  —

William casi deja caer su copa de vino al escuchar aquello, no porque estuviera molesto, sino porque no pudo soportar la risa. ¿Cómo no hacerlo? Si por fin esta a punto de divorciarse y porque la sola idea de pensar que Paris es parecida a James es una tontería. James era enfermizo, con su piel pálida, su sonrisa cansada, sus ojos azules y su cabello rubio.

Pero Paris, ¡dios!. Ella no es enfermiza, ni tiene la piel pálida, es preciosa con su cabello rojizo y sus ojos verdes llenos de vida. Por las noches siempre la mira dormir creyendo que en cualquier momento puede enfermarse igual que James, pero su bebé está llena de vida, tanto, que sus lloriqueos se escuchan por toda la casa. Tampoco puede ocultar que le emociona regresar a casa, no porque una chica de hermosas piernas lo espere desnuda en la cama, sino, porque Paris siempre llora al verlo, como si estuviera molesta con él por alejarla de su mamá.

— Sinceramente pensé que no volvería a tener hijos jamás, tu sabes que para Annie y para mi fue bastante difícil volver a tener un bebé. Pero no me arrepiento de tener a Paris, ella es una bebé llena de vida. James y ella no se parecen en nada — tomo un trago de vino al recordar el rostro morado de James el dia que murió — Con James tenía que estar todos los días en el hospital, era muy enfermizo, y con Paris estoy seguro que denlo que me tengo que preocupar es que no vaya a enamorarse tan pronto. Es tan linda que me volveré loco cuando un hombre se le acerqué —

William sonrió de lado al ver a su hermosa chica castaña lo acompaña a la fiesta de su madre. Su vestido corto, sus largas piernas, sus grandes senos y sus labios anchos, todo en ella indica que después de dormir a Paris, tendrá el mejor sexo de su vida. 

— ¿Donde está Annie? — su madre le preguntó con voz baja  — Ella es tu esposa, entiendo si no tolera a tu hija porque es el recuerdo de tu engaño, ¡Pero llévate a esa prostituta de mi casa! —

William soltó otra carcajada. Por supuesto que se llevara a sus dos chicas. Porque primero es un papa responsable, dejará a Paris su cuna y porque también es un hombre con necesidad de sexo se llevará a su otra chica de grandes senos a la cama.

— Estoy en mi derecho de acostarme con quien quiera, me voy a divorciar madre, después de saber que mi esposa mato a hijo — su madre abrió los ojos sorprendida y trato de tomarlo del brazo, pero se alejo lo suficiente — Nos vemos, mamá —

William sonrió ampliamente cuando tomo a esa chica y la llevo hasta la habitación más alejada, dejó que lo besara y cuando la tuvo arrodillada frente a él, abrió los ojos y vio la pañalera rosa, si es misma ridícula bolsa, pero su bebé no rsta por ninguna parte. Solto un gruñido al sentir la juguetona boca de esa chica en su entrepierna, pero al no escuchar el lloriqueo de Paris, se puso en pie arrojando a esa chica al suelo. Busco a esa pequeña bebé pelirroja por la cama. En su portabebé, en las demás habitaciones y cuando vio a su nana sin su hija, estuvo a punto de volverse loco.

— ¿Donde está mi bebé? —  pregunto cerrando los botones de su camisa, vamos, que estuvo a punto de tener sexo con esa chica.

— La niñera se la llevó — la sirviente carraspeo nerviosa — Dijo que usted la había contratado, y su bebé dejó de llorar en cuando ella la abrazo. Dijo que saldría a dar un paseo con su hija

— ¡Yo no contraté a ninguna maldita niñera! — William se paso las manos por el cabello — ¡¿Como era esa niñera?¡ ¡¿Te dijo su nombre?!

—Ella no dijo nada, solo tomo a la bebé y salio, pero su cabello era rojo —

William está furiosos, eufórico mientras toma su auto y hace rechinar las llantas en las estrechas calles de Londres. Pero no fue difícil encontrar a esa perfumista con su bebé en brazos, menos cuando su cabello rojo es tan llamativo como una llamarada roja en medio de la lluvia. Miró a Paris recostar su cabecita sobre el hombro de su mamá, quizá Paris la extrañaba tanto que por eso no podía dejar de llorar y quizá se equivoco puede que Florencia no esté tan loca, como su esposa. 

La Perfumista De París [Saga Las Perfumistas Parte 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora