Florencia
- ¿Como era él? - Amelie levantó la cabeza con una sonrisa de lado. Antes podía mirarla y hasta la sujetaba del cabello mientras besaba su entrepierna. Ahora, su vientre no la deja ver como Amelie mueve esa maravillosa lengua que la hace ver estrellas. Florencia solo quiere que su novia siga succionando, lamiendo y saboreando esa parte de su cuerpo, pero al parecer se detuvo esperando una respuesta y cuando por fin Florencia controló su respiración y sus piernas dejaron de temblar de placer, apoyo los codos sobre la cama y miró a su novia. No debería interrumpir una sesión de sexo de esa manera.- ¿Quién? - pregunto exhausta. Ésta tan deseosa de tener sexo que ni siquiera puede sentir el frío del invierno, que hasta siente calor, tiene sudor en su frente y por un demonio no quiere que Amelie se detenga. Pero su novia bajo la mirada y recargó su cabeza en su vientre.
- Él... ya sabes, el papá del bebé - Amelie acaricio suavemente su vientre, un roce dulce de sus dedos, deteniéndose al sentir una patada del bebe. Lo que Florencia detesta, odia que Amelie sea así, que se quede viendo su vientre - ¿Era lindo? ¿Amable? ¿Lo besaste? Yo quiero saber que fue lo que te gustó de ese hombre
- Amelie no te contaré sobre él - se mordió el labio deseosa. Espera que su novia deje de pensar en ese hombre. Basta, Florencia está harta de hablar de bebes y de malditas citas con doctores. Definitivamente ella no quiere estar embarazada, pero aveces ella también le habla al bebé, es solo costumbre- Solo sigamos teniendo sexo -
Amelie asintió y solo le dio un par de besos que la tiene aún más desesperada que antes, esta casi a punto de alcanzar su clímax, casi a punto de tocar el cielo y de nuevo Amelie se alejó.
- ¡Amelie, no hagas eso! No puedes dejarme así, estoy a punto de tener un orgasmo -
- ¿No crees que lo merezco? Exijo saber que fue lo que te gustó de ese hombre. Estuviste a punto de dejarme para estar con él, algo bueno debe tener -
- ¡Dios! era solo un simple hombre -
- Te conozco Florencia, detestas a los hombres, ese chico no debe de tener nada de simple. - Amelie la miró con ojos tristes. Debería decirle la verdad. El papá de su bebé no tenía nada de simple. Desde su caminar aristocrático, hasta esa voz que tanto la atrajo, quizá la razón fue que él le gana con unos años, ese hombre maduro y experimentado, la sedujo solo con una mirada - ¿Te gustó tener sexo con él?
Florencia sonrió de lado y acercó el rostro de Amelie para besarla. Su novia siempre trata de ser esa mujer fuerte, pero en ocasiones es tan sensible como la más fina hoja de un árbol.
- ¡Claro que no Amelie! - acaricio sus mejillas - Te quiero mucho, ese hombre no existe para nosotras. El bebé jamás se enterará de él -
- Lo siento, lo siento mucho, no quería arruinar nuestra noche de sexo - Amelie se alejó para besarla en la entrepierna hasta que la hizo suspirar y aferrarse de las sabanas de la cama - Creo que avaces me siento celosa, es el padre del bebé, aunque técnicamente ese hombre jamás sabra que tendrá un bebé.... si algún día él regresa no quiero que interfiera en nuestra vida. Seremos nosotros tres, el bebé no necesita a un padre, no tiene a nosotras, sus mamás.
- Amelie aveces me pregunto si la embarazada eres tú, estas demasiado sensible -
Pero Amelie la beso antes de recostarse a su lado. Se a encariñado tanto con el bebé que todas las noches hace lo mismo, se recuesta junto a su vientre y le habla al bebé todo el tiempo, como si pudiera escucharla y cuando salen a fiestas con sus amigos, Amelie sonríe emocionada al decir que será mamá, incluso sus padres están felices al saber que serán abuelos.
- Tienes razón, estoy demasiado sensible. Antes no podía entender porque me habías engañado, y creo que fue lo mejor que nos pudo a ver pasado. Tu y yo necesitamos este bebé. Florencia, eres preciosa embarazada, con tu pequeño vientre y tus raros humores matutinos. Solo que... yo quiero que ya nazca el bebé. - Amelie tomó asiento en la cama y se puso una camisa para ocultar su desnudez. - Tú serás mamá uno y yo mamá dos. Lo vamos a hacer bien Florencia, no quiero que tengas miedo, aún faltan unos meses, pero nos enseñaremos a poner pañales y calentar biberones. Adiós a los gatos en el ático, tenemos que ser buenas madres -
- Yo no lo se, no creo que pueda abrazarlo todo el tiempo, no me gustan los niños y odio cantarles - Amelie soltó una carcajada.
- Estoy segura que después del parto te vas a volver toda una cursi Florencia. - la beso en la mejilla - Lo que me recuerda que no podremos seguir teniendo más sexo, no así -
- ¡No, Amelie! La cama está cubierta de cortinas, no pasará nada. -
- Esa es la razón, continas, los bebés son muy curiosos. No creas que te voy a dejar en paz pequeña gatita, pero tenemos que cambiar la habitación - Amelie bajo los hombros al ver el desastre que es su casa. Las goteras que inundan el techo, sus cuadros de un lado a otro, rastros de pintura, los perfumes de Florencia, sus peligrosas escaleras para bajar a la cocina, nada de su ático es bueno para un bebé - Tendremos que remodelar todo -
- Haganoslo otro día Amelie, me duele demasiado la espalda y creo que el bebé no me deja en paz ¡Mira! Patea muy fuerte -
- No pequeña gordita. ¿Y si te alivias mañana? La casa tiene que estar preparada para ti y para el bebé -
Florencia rodó los ojos. No es que su estomago sea grande, pero no está acostumbrada a el lavar un peso extra. Apenas y puede agacharse para tomar su blusa, pero sonrio emocionado cuando pudo hacerlo. Siguió a su novia hasta la cocina y tomo asiento en el banco mietras mira la cocinar, su trasero puede verse a través de la camisa, no tiene pantaletas y quisiera tener sexo de nuevo, pero con el vientre es demasiado incómodo.
- Quiero que se llame Paris -
- Quieres seguir la misma tradición de tu madre. Te puso Florencia porque te hizo en ese lugar - Amelie se puso de puntillas para besarla - Aunque Paris es un buen nombre. Me gusta -
Florencia fruncio el ceño al escuchar el timbre de su puerta. Camino y la abrio solo para encontrarse con una gran cuna para bebes y osos de peluche. Cuando el mensaje los dejo en su pequeña sala, estos ocuparon todo el lugar.
- ¡¿Qué es esto?! - dijo en cuanto cerró la puerta y firmo un par de cosas para el mensajero. Se acercó con cuidado a todas las cosas. Sinceramente no tienen nada para el bebé, ni siquiera pañales, tampoco tiene con que vestirlo y no tienen cosas no porque Florencia no quiera, todas las tardes pasa por las lujosas calles de Paris mirando la ropa para bebé, tan elegante, tan suave, que se enamora de esas pequeñas piezas de ropa, pero cuando mira el precio y observa su cartera vacía, no hace más que irse con una extraña sensación en el pecho.
- Es para el bebé - Amelie sonríe emocionada al ver la cuna, y camina de un lado a otro pensando donde acomodarla.
- Es demasiado, esto debe valer mucho y no tenemos dinero. No Amelie debemos regresar las cosas -
- ¡Florencia por dios! No me importa el dinero, yo quiero dárselo al bebé, esa cual es necessria y desde que la vi supe que sería para nuestro bebé. Te quiero muchísimo, pero eres muy mala mintiendo ¿Crees que no te vi la otra tarde? Tu rostro se iluminó al mirar esta cuna, pero era demasiado costosa, tenía un dinero ahorrado, no te preocupes el bebé tendrá lo mejor - Amelie se sujetó el cabello en un moño y camino hasta ella con un oso de peluche en las manos, se inclinó para besar su vientre. - Solo déjame cuidarlos, yo estoy aquí para el bebé y para ti. No necesitamos a ningún hombre. Yo cuidaré de ustedes. -
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La Perfumista De París [Saga Las Perfumistas Parte 1]
RomanceFlorencia Bellerose sigue la tradición familiar con su tienda de perfumes en París. Le encanta su vida y tiene todo lo que necesita, su viejo ático, sus perfumes y una cena romántica junto a su novia mirando la Torre Eiffel, esa es su vida perfecta...