Capitulo 53

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William

Willima llegó a la perfumería más emocionado que nunca. Bajó de su lujoso auto, arregló su elegante saco y caminó hasta esa perfumería parisinmma llena de flores y deliciosos elixir, donde está esa pelirroja que lo hace feliz. 

Se acercó hasta los amplios cristales esperando verla a través de ellos con su típica sonrisa y su larga cabello rojo reluciendo como fuego, quizá con sus mejillas sonrojadas porque obviamente se daría cuenta que la está espiando y preciosa con esos cortos vestidos que lo vuelven loco.

— ¡Florencia! — la llamo impaciente en cuanto entro a la perfumería.

Porque Florencia puede ser la mejor madre del mundo, se desvive por sus hijas, se pasa las tardes tratando de enseñarle a hablar a Paris y abraza a London todo el tiempo, puede que la bebé solo tenga unos días de nacida, pero ya entra a la obsesión de su mamá de cambiarlas varias veces al día como un par de muñecas.

Florencia puede ser dulce y tierna, pero cuando cambia esa faceta de mamá por la otra de esa chica parisina de cortos vestidos y cabello rojo, todo cambia, porque es un maldito demonio en la cama. Ama jodidamente todo de ella, desde sus rizos rojizos, sus labios deliciosos, sus senos firmes y esos movimientos de cadera que lo tiene como un loco detrás de ella todo el dia.

Así que su plan perfecto es hacer que Celine se lleve a las niñas un par se horas a su casa, para que Florencia y el tengan sexo en el mostrador, como siempre, con perfumes rotos, con sexo desenfrenado y besos apasionados.

Pero William no pudo respirar cuando vio que Florencia no tenía en su rostro esa sonrisa coqueta, sino que su cara es un vil llanto, sus ojos están rojos y sostiene a London contra su pecho como si estuviera muerta.

— ¡¿London está bien?! — William se acercó hasta ellas con paso decidido, pero al ver que le bebé duerme sobre el pecho de su mamá, soltó el aire y tomó a Florencia de la barbilla — ¿Porque estás llorando Florencia? ¿Le pasa algo a la bebé? —

Florencia se arrojó sobre sus brazos buscando consuelo al recargar la cabeza en su pecho y soltar un quejido de dolor. Llora tanto que London abrió los ojos asustada.

— ¡William! — Florencia se limpió las lagrimas — ¡No se donde esta Paris! La he buscado por todas partes y no está en la perfumería! —

William pasó la mirada por todo el lugar, el abrigo de Paris está en el suelo y sus juguetes favoritos también, pero no hay ni un solo rastro de su bebé.

— ¡Dios Florencia! — se pasó las manos por el cabello — Quizá esta jugando con tus perfumes. —

— ¡No William! Llevó horas buscándola y no está aquí — Florencia tuvo que sentarse para darle pecho a London  — Lo siento muchísimo, yo solo dejé de verla por un segundo y Paris estaba gateando y no esta ¿Y si le pasa algo malo? Soy una mala mamá, la descuiden solo un segundo —

William se acercó a la ventana tratando de contener su furia pero cuando estaba a punto de volverse loco levantó su mirada y vio que en el edificio de enfrente una bebé se recarga en el alféizar de la ventana para ver con una amplia sonrisa, como si fuera un juego y esa misma bebé de cabello rojo es su hija.

Pero no está sola. Esa artista tiene a su bebé.

¡Esa maldita artista, tiene a su hija en los brazos!

William se volvió loco se la furia, esa maldita chica lesbiana está de nuevo tomando a su bebé como si fuera suya. No pensó, solo se dio la media vuelta y tomó a Florencia por los hombros con los ojos llenos de furia.

— ¡¿Hay algo que me estas ocultando?! Tienes que decírmelo Florencia —

— ¡¿Que?! No claro que no William. No tengo nada que ocultarte... —

— ¡¿Entonces porque Paris está con tu maldita ex novia?! — William supo que Florencia decía la razón cuando su rostro perdió el color y casi deja caer la bebé del susto. Su cara está llena de horror y casi se vuelve loca se asomó por la ventana para ver a su bebé llena de pintura — Debiste decirme que tu ex novia estaba aquí, no lo sé Florencia, quizá fuiste tu quien le dijo que se llevara a Paris, de todos modos quizá aún estas enamorada de... ¿Dios como se llama? ¡De esa maldita artista! —

— ¡Que no William! No me interesa Amelie, he pasado horas muerta de miedo pensando lo peor de mi bebé y Amelie no debió llevarse a Paris — Florencia se paso las manos por el cabello histérica, con el rostro lleno de terror y caminando para calmar el llanto de London — Se que debí decírtelo, pero lo olvide, olvide que Amelie es minnieva vecina y jamás pensé que se llevaría a mi bebé —

— Esa maldita chica jamás se se va a alejar de ti. ¡¿Es que no lo entiendes Florencia?! Pudo rentar otro departamento en Londres y no lo quiso, ella vino aquí a molestarte y se llevó a nuestra hija —

Florencia volvió a llorar de nuevo, sus ojos están rojos y la tristeza y el miedo inunda su rostro.  

— ¡Lo lamento muchísimo! No quiero que estés furioso conmigo —

— ¿Furioso contigo? Jamás Florencia, pero esa chica debe entender que tu ya no estás disponible para ella — William camino hasta la puerta de la perfumeria, esta lleno de furia porque al levantar su mirada puede ver a su hija jugando en el departamento de aquella mujer y eso lo está volviendo loco de coraje porque esta dispuesto a tumbar la maldita puerta del departamento para sacar a su hija, esa artista sabrá que jamás se debe meter con un Inglés furioso — Pero esa maldita artista no va a llevarse a mi hija jamás. Tu eres mía, Paris es nuestra y esa artista se irá de Londres para siempre... —

La Perfumista De París [Saga Las Perfumistas Parte 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora