Emboscada

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Aunque la situación parecía desesperada, Gjaki seguía sin inmutarse, más allá de reflejarse el desprecio en su rostro.

–Todo esto tan cliché– dijo, más bien resignada.

–¿Cliché?– preguntó el aventurero, confundido.

–Oh, da igual, eres demasiado estúpido para entenderlo– aprovechó para insultarlo.

–¿En tu situación y aún te haces la valiente? Te iba a tratar bien, pero necesitas disciplina. Va a ser divertido– la amenazó.

–¿Crees que puedes conmigo?– le retó ella con arrogancia, como si aquello no fuera un problema.

–No eres muy lista. ¿No comprendes tu situación? Si esperas que tus amigos vengan a ayudarte, olvídate, son demasiado débiles. Y tú, tú estás atrapada en una celda especial para presos peligrosos. No puedes escapar ni atacarnos. Y es fácil atacarte desde fuera. Si no eres obediente, te dolerá. Además, somos dos y de mayor nivel que tú. Aun sin la celda, no tendrías posibilidad, verdad Apo– trató de intimidarla, de llevarla a la desesperación.

Se giró un momento hacia su compañero, pues éste no le respondía. Para su sorpresa, éste no estaba allí. No había ni rastro de él.

–¿Dos? Yo sólo veo uno– aseguró ella, queriendo parecer sorprendida. Había evidente tono de burla en su voz.

–¿¡Qué está pasando!? ¿¡Qué es lo que has hecho!?– se giró hacia ella, acusadoramente.

–¿Yo? Si he estado aquí todo el tiempo...– quiso hacerse la inocente, encogiéndose de hombros.

Sin embargo, por dentro, la vampiresa maldecía.

–Mierda. Estaba tan cerca... Ha tenido que girarse y activar sus defensas. Si me acerco ahora, me detectará.

Lo cierto es que quien estaba atrapada no era más que un Clon. Con la ayuda de Ventrílocuo, le había hecho creer que ella realmente estaba allí. Era un tanto irónico que la propia celda evitara cualquier posibilidad de ser descubierta. Cualquier defecto en su expresión o gestos era disimulado por el brillo de los barrotes.

Había aprovechado para acercarse por detrás y atacar a su compañero. Escondida en Oscuridad, había imbuido sus dagas con Toque Blasfémico, de sangre y de Oscuridad, y se las había clavado en sus Puntos Débiles. Había reforzado sus habilidades de sangre con Presión Sanguínea, su físico con Sobrecarga Sanguínea, había asestado los ataques con Puñalada Trasera, y los había reforzado con Perforar. Además, al mismo tiempo, había utilizado Morder en el cuello y Perturbar.

Para evitar que pudiera gritar, había sincronizado sus ataques con Control de Sangre, llenándole la boca de sangre mezclada con veneno antes de que pudiera hacerlo. También había usado Excedente para poder absorber más sangre y estar preparada para un posible combate.

–Quizás ha sido un poco overkill– dijo para sí, al comprobar que su enemigo había fallecido casi al instante. Sin duda, se había sobrepasado con las preparaciones.

Sin perder tiempo, había ocultado el cadáver en el inventario y envuelto otra vez en Oscuridad. Se estaba acercando a su otro objetivo, cuando éste se había girado y activado sus defensas.

Así que, cuando éste se volvió a girar, gritándole a su Clon, decidió pasar a una táctica más agresiva, dado que ya no podía acercarse lo suficiente sin ser descubierta. Si bien creía que podía vencerlo en un combate uno contra uno, había la posibilidad de que pudiera escapar, o de que tuviera algún otro recurso imprevisto como aquella celda.

El artefacto la había sorprendido y asustado un poco. No sabía si eran algo excepcional o no, pero sí que debía andarse con sumo cuidado. De ser atrapada en ella, quizás podría escapar con Intangible, pero no podía estar segura. Precisamente, la habían diseñado para evitar fugas. Por suerte, era algo lenta de activar. De estar atenta, debería poder evitarla.

Irritado por la sonrisa imperturbable del Clon, el aventurero se acercó para disciplinarla. Sin embargo, un ruido tras de sí le hizo girarse. Se encontró con una figura oscura y dos rojos ojos que saltaban hacía él.

Un Mastín de Sangre no era rival para el aventurero. No sólo estaba dos niveles por debajo, sino que su poder original era ya de por sí inferior a alguien del mismo nivel. Sin embargo, seis a la vez ya era otra historia.

Consiguió bloquear el primero, pero otros atacaron cada uno un brazo, una pierna y su cabeza.

–¡Maldita sea! ¡Escudo Marcial!– exclamó.

Una aura de energía lo envolvió, dañando y empujando hacia atrás a los mastines. Sin embargo, a estos no les importaba el daño recibido, e inmediatamente volvieron a atacar, temerariamente, sin defenderse.

Quizás fue lo inesperado de la ofensiva, o que simplemente no había razón para temer más allá de dichos ataques, pero el aventurero no sospechó de que sólo le atacaran de frente.

Gjaki aprovechó la nueva acometida de sus creaciones para atacar desde atrás. La armadura y un escudo de energía lo protegían de apuñalamientos, de asesinatos furtivos. Así que esta vez se decidió por una patada cuyo objetivo era la columna vertebral.

Golpeó de forma que la energía del golpe se concentrara en las vértebras, traspasando las protecciones. Aunque éstas amortiguaron casi la mitad del golpe, el resto traspasó la carne sin golpearla, sin dejarle llevarse la mayor parte del impacto, y atacando directamente el hueso.

–¡Aaarrrrgh!– gritó él de dolor.

Aquel golpe inesperado no sólo le produjo una grave herida interna, sino que lo distrajo un segundo. Lo suficiente para que dos mastines lo mordieran, para que Gjaki lo Agarrara de las piernas con el látigo. Herido y magullado, cayó al suelo, donde fue atacado sin piedad por las creaciones de sangre y maná.

Murió sin saber que no había atrapado más que un Clon. Que su plan "infalible" les había llevado a la muerte.

Un ciempiés nivel 41 se acercó, atraído por el ruido de la lucha. Así que la vampiresa aprovechó que no los había aún desinvocado para lanzar contra él cinco mastines, pues el restante casi no podía moverse, así que lo descartó.

El habitante de la mazmorra podía enroscarse en su presa, corroer, morder y cortar con sus patas. Sin embargo, inmovilizado por los mastines, poco tuvo que hacer. Era una forma fácil de eliminarlos, aunque el gasto en maná y sangre eran un tanto excesivos, así que resultaba ineficiente.

Gjaki volvió sobre sus pasos y entro en el área de descanso, donde sus compañeros la esperaban impacientes.

–Necesito recuperar maná, saldremos un rato más tarde– anunció.

–¿Qué ha pasado?– preguntó Krinia, aliviada ahora que su amiga humana había vuelto.

–He tenido que limpiar un poco de basura...– empezó a explicar.

Regreso a Jorgaldur Tomo III: guerrera de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora