Bodas y despedidas

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La desaparición de los dos góblins causó cierta conmoción, y algunos apuntaron a la vampiresa, pero ésta tenía una coartada perfectamente verificable. Lo único que se sabía era que habían salido por sí solos.

No fue difícil rastrearlos. Aunque se sintieron confundidos al ver pisadas de un animal desconocido, quizás similares a un lobo o un chacal. Sin duda, uno o varios de aquellos animales los habían atacado y luego arrastrado. El rastro acababa junto a una enorme telaraña, por lo que la conclusión era evidente.

Un grupo de cazadores atacaron a la araña, aún con la esperanza de encontrar los cuerpos con vida, pero sólo encontraron los cadáveres. Se extrañaron de no encontrar los rastros de algunos de los supuestos lobos, pero llegaron a la conclusión de que habían escapado o se los había comido.

Sólo podían achacar a la imprudencia y a la mala suerte la muerte de los dos góblins. Incluso más de uno sospechaba que estaban tramando algo, aunque eso ya carecía de importancia.

Cualquier sospecha sobre la vampiresa fue pronto olvidada. No sólo nadie sabía que podía invocar Mastines de Sangre, sino que había estado localizable la mayor parte del tiempo. Aunque, de haber sospechado, poco hubieran podido hacer contra ella. No obstante, ésta no quería causar problemas a Tili ni a su tribu.



La muerte de los dos góblins fue un acontecimiento desafortunado, pero no conmocionó el encuentro. Los accidentes no eran algo ajeno a la vida de las tribus. De hecho, la presencia de la vampiresa en muchas cacerías había minimizado el número de estos.

Así que el penúltimo día tenía el ambiente festivo que se le suponía al cierre del encuentro. Era el momento de las uniones de varias parejas, Tili y Tado entre ellos.

La mayoría de los trajes eran más sofisticados de lo habitual, pero la de los amigos de Gjaki eran especialmente llamativos. No pocos los miraban con cierta envidia. Además, en sus cuellos colgaban dos collares idénticos, cuyo origen era fácil de adivinar. La cadena era plateada, y sostenían una preciosa piedra rojo sangre. Adornando la gema, a cada lado, había dos alas negras de murciélago.

No sólo era un adorno peculiar y único, sino que podía protegerlos de un peligro inminente. En su día, los había hecho en el juego con la ayuda de Eldi, y regalado a los habitantes de la mansión. Y le habían sobrado unos cuántos.

Además, su única función no era la de protección. De activarse y estar en peligro su portador, ella lo sabría.



–Supongo que ya no importa si soy menor de edad– dijo para sí.

Después de la boda, había habido un banquete, bailes y juegos. Y Gjaki estaba probando una bebida alcohólica por primera vez. Se hacía a partir de varias frutas y era bastante dulce, con un contenido alcohólico similar al vino.

Después de la tercera copa, se empezó a sentir algo eufórica, pero Corazón de hielo era capaz de anular el efecto mientras estaba activo. Así que prefirió no seguir tomando de aquella bebida. Si se emborrachaba, dada la diferencia de nivel y sus habilidades, había la posibilidad de causar algún problema grave.

Lika estaba con su novio, y Tili y Tado habían desaparecido. No era difícil adivinar dónde estaban o qué estaban haciendo, pues no era la única pareja de recién casados que había desaparecido. Y ciertas risitas y chismes podían escucharse aquí y allá sobre las nuevas parejas.

Gjaki se sonrojó ligeramente al pensar en ello, así que intentó no hacerlo. Por suerte, pronto acabó siendo secuestrada por varios conocidos, y obligada a enseñar a jugar a cierto juego de cartas a varios góblins. Algunos estaban empezando a planear la elaboración de sus propias barajas, pero, por ahora, Gjaki era la única que poseía una. De hecho, más de una.

Cabe decir que ganó la mayoría de las partidas. Puede que algunos góblins fueran hábiles y aprendieran pronto, pero ella tenía mucha más experiencia. Y algunos ojos adicionales que le permitían conocer la mano de sus contrincantes.

Quizás en algún momento se sintió algo culpable por hacer trampas, pero la tentación era grande, y era demasiado fácil. Además, tenía que mantener su honor, o eso se decía para reconfortarse.



Al día siguiente, fue el momento de las despedidas. Algunos góblins dejaban su tribu para irse a otras, y algunas parejas aún no consolidadas se separaban temporalmente. Asimismo, algunos que se habían reencontrado con sus familiares volvían a decir adiós, y muchas amistades se emplazaban para el próximo año.

Gjaki sólo estuvo un día más. Se sentía cómoda en aquel lugar, pero no podía olvidarse de su mansión y sus residentes. Necesitaba subir de nivel, y eso era algo que no podía hacer allí.

Así que, una vez más, se despidió de los góblins, con la promesa de volver en el futuro. También prometió malcriar a los hijos de Tili, con la intención de burlarse de ella, algo que fue extremadamente efectivo.

Finalmente, se alejó del lugar con destino a la aldea de iniciación. Cargada de multitud de dulces, un par menos que cuando había salido, llegó sin problemas a la cueva y activó el círculo verde. En apenas un instante, apareció en la aldea de iniciación.

El Oráculo seguía allí, pero no le proporcionó ninguna información útil sobre la zona roja, así que se dirigió al círculo rojo para comprobarlo por sí misma. Aún le quedaban algunas horas a la noche, y quería ver saber que podía encontrarse allí.

Se suponía que era una zona entre 25 y 34, lo que lo hacía el lugar óptimo para levear. Aunque también implicaba cierto peligro. Sin embargo, el peligro no la asustaba.

Su otra opción era una mazmorra, que aparecía en el mapa virtual y que conocía del juego. Sin embargo, tenía algunos problemas. El nivel inicial era 35, lo que era un poco alto para ella, además de que estaba lejos y no sabía cómo llegar. Un punto en el mapa indicaba la mazmorra, pero no sus alrededores, ya fueran caminos o montañas.

Por si fuera poco, en el juego, estaba en una zona habitada, lo que lo hacía un tanto incómodo para ella. Una vampiresa no sería muy bienvenida, lo que la obligaría a disfrazarse. Así que, por ahora, la zona roja era la mejor opción.

Una vez más, apareció en una cueva protegida por un escudo invisible. Sin vacilar, se dirigió al otro extremo para descubrir si lo que había al otro lado era como en el juego.

Regreso a Jorgaldur Tomo III: guerrera de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora