En grupo: jefe final (II)

197 39 0
                                    

Aquel ataque puso en prueba a Kroquia. No sólo su enemigo tenía cuatro niveles más, sino que era un jefe de planta. Si bien el escudo era de buena calidad, bloquear aquel ataque de frente era demasiado para ella y el escudo.

Sin embargo, no estaba sola. En cuanto se acercaron las avispas, Krinia entró en acción. Sus ataques eléctricos también sufrían de la diferencia de nivel, pero su capacidad de aturdir resultaba altamente beneficiosa, aunque fuera por unos instantes.

Provocó que algunas avispas se retrasaran por un momento, siendo empujadas por las de detrás, y debilitando la formación de ataque. Además, dicha formación tenía que pasar por un par de muros y unos Tentáculos. Estos, como la maga, podían ralentizar momentáneamente algunas avispas, provocando de nuevo que unas se empujaran a otras.

Gjaki, por su parte, creó en el último momento un Pilar de Oscuridad, debilitando un poco más el avance, dañando sus aguijones y alas. Aunque se podían regenerar con rapidez, no lo harían antes del impacto.

Todo ello, sumado a las habilidades de la guerrera, su enorme fuerza física y las bendiciones de su hermano, permitió a Kroquia bloquear el ataque. Fue arrastrada unos metros hacia atrás, y el escudo sufrió algunos daños, pero habían logrado su objetivo.

Ella se quedó allí, bloqueándolas con el escudo, con la habilidad que lo extendía más allá de su tamaño original. Krongo salió por su derecha, atacando a las avispas aturdidas tras chocar entre ellas o con las defensas de la reptiliana.

Krinia y Kruloz lo siguieron a cierta distancia, apoyándolo, centrando sus ataques en los que el guerrero señalaba con sus acciones. Kroco estaba especialmente atento al guerrero, al que sabía que pronto tendría que curar.

La vampiresa salió por la izquierda, dispuesta a dañarlas cuanto pudiera. No tenían mucho tiempo hasta que se recobraran de la confusión, hasta que se reorganizaran y volvieran a ser sumamente peligrosas. Así que activó Sobrecarga Sanguínea e invocó cuatro mastines. Con las avispas aturdidas, resultaban muy eficientes.

Usaba Puñalada Trasera cuando podía, si conseguía atacar desde un punto ciego. Si no, sobre todo confiaba en Doble Filo, además de rodillazos y patadas. Por supuesto, había que sumarle el daño de Aura y Toque Tenebroso.

Las avispas no tardaron más de diez segundos en retroceder, en tratar de reorganizarse, aunque no iba a ser tan fácil. Gjaki sabía que la mejor táctica contra aquel enemigo era no darle tiempo a que lo hiciera.

Lo ideal era aguantar los primeros ataques, esperando la oportunidad, a que estuviera desorganizado para no dejarlo recomponerse. Saltó sobre una de las avispas, volviendo con ella junto a las demás.

Al mismo tiempo, Kruloz y Krinia disparaban a las que se alejaban, mientras que Krongo remataba a las que estaba atrapadas en los Tentáculos. Kroquia aprovechaba para descansar, después de unos segundos de tener que emplearse al máximo. Su hermano gruñía entre dientes, preguntándose por qué su amigo se acercaba tanto a aquellos bichos, y le obligaba a lanzarle curas no tan fáciles de acertar.

La vampiresa saltaba de avispa en avispa, apuñalándolas, enredando el látigo en ellas, usando sus piernas y sus puños, o sus uñas.

Había desinvocado dos de los mastines, dejando a los otros dos junto a sus compañeros. Además, había llamado a unos cuantos Murciélagos, cuya misión era atacar los ojos de sus enemigos. Apenas les hacían daño, pero los obligaban a defenderse o atacar, creando caos e impidiéndoles coordinarse.

Usó un ala de trampolín para agarrarse al costado de otra avispa, usando Escalar tanto para agarrarse como para dañarla. Al mismo tiempo, empuñaba el látigo con la otra mano para Agarrar las patas de otra de ellas. Ésta se lanzó hacia quien la desafiaba, pero acabó atacando a su aliada.

Gjaki se había soltado del costado, dejándose caer, y empleando el látigo Agarrado a las patas a modo de liana, columpiándose en él. Desactivó Agarrar cuando hubo alcanzado la trayectoria adecuada para cabalgar a una tercera avispa.

Tras aterrizar, atacó con las dagas el ala, desequilibrándola, provocando que volara caóticamente y sin rumbo. Cuando el insecto voló ligeramente por encima de otra, la vampiresa saltó sobre esta última, dejando que la anterior acabara golpeando contra algunas de sus aliadas.

Antes de que pudiera reaccionar, usó Punta de lanza para atravesarla con la mano, sacó una espada y la clavó en el hueco que acababa de crear. Endureció su puño y golpeó varias veces sobre el arma para clavarla más profundamente.

Estuvo casi medio minuto volando sobre ésta. Si bien la avispa Vibraba, volaba boca abajo y hacía movimientos bruscos para hacerla caer, ella se mantenía agarrada a la espada. Resultaba inusualmente divertido, como si estuviera en una especie de montaña rusa, tan divertido como peligroso. Por desgracia, no podía quedarse eternamente.

Su montura fue chocando con varias de sus compañeras, hasta que lo hizo por el lomo, donde tenía la espada. No mucho antes, su jinete se había Agarrado con el látigo al ala de otra avispa. En cuanto estuvo a punto de chocar, saltó, quedándose en el aire sujeta a su arma.

Se balanceó, mientras la que era Agarrada parecía volar borracha. Tuvo que esquivar un par de aguijones, uno con el propio movimiento, y otro con la ayuda de Bloqueo Manual y Endurecer. Aprovechó para subirse la última, impulsarse sobre ella, Planear un instante, y caer sobre otra.

–Lo está disfrutando– comentó Krinia.

–Da un poco de envidia– la miraba Krongo.

–¿¡En qué estás pensando!? ¡Ni se te ocurra hacer algo así! ¡Suficiente tengo con curarte ahora!– le regañó Kroco.

–Ja, ja, ja– rieron Kruloz y Kroquia, mientras el guerrero se encogía de hombros.

Pero las risas se acabaron pronto. El enjambre estaba ahora en modo caótico, lo que significaba que todas las avispas atacaban individualmente. Cinco de ellas se dirigían hacia ellos, aunque no a la vez.

Los recibieron con flechas y rayos, y un escudo bloqueando la primera. Los dos mastines se abalanzaron hacia ella inmediatamente, con Krongo justo detrás. Aunque éste, a diferencia de las invocaciones, se apartó poco después.

Llegó la siguiente avispa, hiriendo a los mastines, que no dejaron de atacar a la primera. Todos concentraron el fuego en ésta, que pronto desapareció. Es cierto que volvería a aparecer poco después en el centro de la sala, pero el jefe había recibido daño, y estaría lejos de ellos.

Cuando llegó la tercera, uno de los mastines había desaparecido. El otro apenas aguantó un poco más, aunque tampoco duró mucho la segunda avispa. El problema era que hubiera tres atacando el escudo.

Regreso a Jorgaldur Tomo III: guerrera de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora