Lobo Negro: admiradora numero uno

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Cuando salió, pudo por primera vez comprobar lo que significaba tener sentidos mejorados. Los sonidos que podía percibir eran inimaginables para el humano que había sido, tanto en cantidad como en volumen. Ahora podía escuchar lo que antes no podía haber soñado.

Aún más increíble era el sentido del olfato. Como humano, apenas le servía más que para ocasiones puntuales. Ahora, podía percibir una gama de olores que desafiaba sus conocimientos. Lo más importante era que podía fácilmente distinguir unos de otros. Y uno de ellos resultaba delicioso.

Siguiendo el rastro, no tardó en encontrar un jabalí lanudo nivel 4. Era dos niveles más que él, pero no dudó en atacar. Al fin y al cabo, él era un "ser extraordinario".

Era un jabalí joven e inexperto, pero también ágil y con reflejos. Se giró en cuanto oyó a su enemigo acercarse, y lo Embistió.

Lobo Negro, o Lone, como lo llamaban sus compañeros de clan en el juego, no esperaba que su presa atacara. A pesar de ello, decidió enfrentarlo directamente, confiado en su poderío físico, y usando Avasallar.

Por primera vez, no tuvo ninguna duda de que aquello no era un sueño. El impacto había sido terrible, y el dolor era muy real. Su enemigo tenía dos niveles más, lo que compensaba el poderoso físico del demihumano lobuno con excelso linaje. Puede incluso que se le hubiera roto el brazo.

No obstante, tampoco el jabalí salió ileso. Estaba confiado en la diferencia de nivel, y no había esperado que su oponente fuera tan duro. También fue herido, pero, a diferencia de Lone, no tenía una habilidad innata de Regeneración.

Incapaz de aguantar el dolor, Lobo Negro no dejó de gritar hasta que su habilidad logró mitigarlo. No recordaba haber sentido nunca tanto dolor. Se encontraba algo cansado, pues Regenerar drenaba su energía, pero también estaba furioso.

–¿¡Cómo te atreves!?– acusó con rabia al malherido animal.

Volvió a abalanzarse sobre él con Avasallar. Era su táctica habitual en el juego, usar esa habilidad una y otra vez. Luego, en cuerpo a cuerpo, Desgarrar. Era tan brutal como efectivo.

Siguió atacando al animal incluso después de muerto, desahogándose, ciego de ira. No era consciente de lo peligroso que era desperdiciar así su energía en un lugar en el que podían rondar otros seres más peligrosos que aquel herbívoro.

Se sentó en el suelo, jadeando del cansancio, mientras observaba con sorpresa a una pequeña versión de sí mismo. Llevaba una bata blanca, y estaba cortando y recuperando lo que se podía del animal. Luego, lo guardaba en el inventario.

Fue entonces cuando escuchó algo tras de sí. Al mismo tiempo, le llegó el aroma dulce de lo que parecía un perfume.

Se levantó y giró de golpe, para encontrarse a una mujer vestida con ropas ajustadas, que mostraban un cuerpo voluptuoso que se movía sensualmente.

–Hola. Tú debes de ser Lobo Negro, ¿verdad?– preguntó ella, expectante.

–Sí, lo soy. ¿Tú quién eres? ¿Qué quieres?– preguntó él, un tanto intimidado, pero queriendo parecer seguro de sí mismo.

Todos sus instintos le decían que aquella mujer era muy peligrosa, pues su nivel era muy superior al suyo. Sería muy distinto cuando llegará a nivel 100, pero ahora sólo estaba en 2. Y no sabía si podía resucitar como en el juego.

–¡Ah! ¡Lo sabía! ¿Quién sino podía luchar con tanta valentía, sin miedo, contra algo más fuerte? ¡Ya era tu fan antes, cuando sólo eras un visitante! Ahora que has vuelto, ¿me dejarías acompañarte? Haré lo que quieras. Me llamo Krovledi– aseguró ella, seductoramente.

Se acercó a él, que no sabía muy bien qué hacer. Con sus manos, acarició su pelaje negro sensualmente, enredando parte de éste en uno de sus dedos.

–Oh, es tan suave, y eres tan musculoso... Déjame ayudarte a recuperar tu poder. Podemos divertirnos mientras lo hacemos– se ofreció.

Él no acababa de creerlo. Aquella mujer salida de la nada era sin duda tremendamente atractiva, como una actriz, como una modelo. Nunca había tenido a alguien así tan cerca, y mucho menos ofreciéndose a él descaradamente.

Claro que él, en ese cuerpo, era un héroe, un ídolo de masas, un ser al que todos sólo podían idolatrar. O al menos esa era la percepción que tenía de sí mismo. Por ello, tras unos instantes de vacilación, consideró totalmente normal la reacción de Krovledi. Se convenció de que era como si una fan encontrara al cantante famoso que idolatraba, al menos, como él imaginaba que sería.

–Claro. Será un verdadero placer– aseguró él, poniéndole sin dudar la zarpas en el culo.



Krovledi estaba ultimando los planes para atacar la mansión. Los visitantes se habían ido, y los primeros ataques tentativos se habían encontrado sin más resistencia que la barrera que la protegía. No parecía que pudieran contratacar. Por ello, quería hacerse con ella cuanto antes. Quizá encontraría lo que buscaba.

Fue entonces cuando se activó la alarma de uno de los lugares de los que su padre la había puesto a cargo.

–¿Tan pronto?– se sorprendió.

Sospechaba que podía ser una falsa alarma, pero tenía que ir a verlo de todas formas. Así que salió a toda prisa, y tomó el portal construido para aquel propósito.

Le había parecido un despilfarro crear aquellos portales, pero su padre creía que aquellos visitantes eran importantes. Lo que ninguno había imaginado era que dos pudieran llegar tan pronto, casi a la vez, y siendo supervisados por la misma persona.

Por ello, al haber ido a comprobar el primer aviso a toda prisa, no estaba para atender al segundo, y no había puesto a nadie a vigilar. Poco podía imaginar como aquello iba a afectar a su futuro.

Llegó para ver el final del enfrentamiento con el jabalí, tan tosco como brutal. Sin duda, demostraba que aquel visitante tenía una constitución poderosa, que tenía potencial. Si podía seducirlo, podría controlarlo más allá de los planes de su padre.

Así que se cambió la ropa elegante por una más atrevida, con amplio escote, y que delineaba sus curvas. Luego, se acercó a él, hablándole apasionadamente, sugerente, como si estuviera totalmente entregada a él.

Sonrió para sí al comprobar su reacción. Era inexperto, y fácilmente engatusable sólo con su encanto natural. Si además usaba sus habilidades de sangre, jamás podría escapar de ella. Quizás incluso podía usarlo para divertirse, si estaba tan dotado como parecía.

Valía la pena cultivar su relación, ayudarlo a hacerse más fuerte. Así, tendría una poderosa arma a su disposición.

Regreso a Jorgaldur Tomo III: guerrera de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora