El Oráculo (I)

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–¿La primera? ¿Volver? ¿Vendrán más? ¿Quiénes? ¿Cuándo?– preguntó Gjaki.

La palabra visitante le era familiar, era como llamaban los NPCs a los jugadores. Pero del resto no sabía nada.

–En el pasado, hace casi 100 años, una amenaza...– empezó el Oráculo.

–Sí, sí, ya me sé la historia. Lo que no entiendo es todo eso de volver– la interrumpió Gjaki, un tanto impaciente.

Siempre le había molestado en el juego que le repitieran la misma historia cada vez que hablaba con ciertos NPCs, el Oráculo entre ellos.

–Cof. Cof. No todos los jugadores erais iguales. Algunas almas modelaron con más intensidad sus avatares, mostrándolos a veces más nítidos y viendo más claro el mundo, haciéndolos incluso capaces de interactuar con éste y sus seres, de ganarse su interés y de ser reclamados por ellos. Incluso hubo quienes se ganaron el derecho a volver cuando sus almas se liberaran de las ataduras de su propio mundo. Uno por raza como mucho. De todos ellos, tú eres la primera que ha vuelto. Quiénes y cuándo volverán es algo que tan sólo se sabrá cuando lo hagan.

–Entonces, ¿Diknsa es real? ¿Me recordará? ¿Y mi mansión?– preguntó la vampiresa, emocionada.

–Lo que viste e hiciste en el juego, puede ser o no real. Deberás descubrirlo por ti misma– respondió el Oráculo.

–Oh, vamos, ¿siempre tienes que ser tan misterioso?– se quejó ella.

–No puedo responder lo que no conozco ni lo que no me está permitido revelar.

Gjaki suspiró. Le resultaba tan extenuante hablar con el Oráculo en el juego como hacerlo ahora. Pero necesitaba información.

–¿Dónde está la gente de la aldea? ¿O de la zona de iniciación? Necesito a alguien que me venda pociones– preguntó de nuevo la guerrera de sangre.

–Fueron creadas para vosotros, para daros la bienvenida, aunque a veces solo fuera su reflejo lo que se apreciara. Cuando no hubo más jugadores a los que recibir, se anuló el poder que permitía entrar en ellas a quienes eran ajenos, se abandonaron. Pero dejándose en pie para los que estaban por volver.

–¿No puedes dejar de hablar tan misterioso?– se quejó ella otra vez.

–Hablo como soy y soy como hablo– respondió el Oráculo.

Ella suspiró, sentándose, sintiéndose un tanto exhausta. Aunque, de repente, le brillaron los ojos.

–¿Puedo coger todo lo que hay aquí? ¿Todos los metales y telas?

–Esta aldea fue creada para recibir a los jugadores vampiros. Sigue en pie para dar la bienvenida, además de servir de refugio y protección, a la última visitante de dicha raza. Así que, podía considerarse que es tuya, con todo lo que contiene– aseguró el Oráculo.

–Bastaba con decir que sí...– refunfuñó Gjaki en voz baja –. ¿Qué pasa si muero?

–En el pasado, no estabas del todo, por lo que no podías morir del todo. Ahora lo estás, así que tu muerte sería permanente. Tu segunda oportunidad ha sido volver aquí. No hay una tercera.

–Apuesto que lo tienes grabado para repetirlo siempre. ¿Tan difícil es decir algo más corto? ¿Algo como "si mueres, mueres"?

El Oráculo no respondió. Ni siquiera pareció inmutarse, claro que su rostro no podía verse tras la máscara. La vampiresa se acercó a él, subiendo medio gateando a la mesa, incluso alargando la mano hacia él

–¿Pasa algo si te quito la máscara? Siempre he querido ver quién hay detrás.

–No debe revelarse que hay detrás de la máscara mientras mi presencia sea necesaria– respondió éste, sin apartarse, sin inmutarse, aparentemente impasible.

Gjaki realmente quería quitarle la máscara y ver qué había detrás, pero, a pesar de ello, a regañadientes, no lo hizo. En parte, porque le recordaba a ella misma, cuando algunos de sus compañeros en la escuela quería quitarle su maquillaje gótico para "ver qué había detrás", burlándose de ella.

–¿Qué hay de las habilidades, hechizos, inventario, hadas? ¿Por qué empezamos de cero? ¿Todos en este mundo lo tienen? ¿Todos usan una interfaz como en el juego?

–Las habilidades son conocimiento, el conocimiento se graba en el alma y el alma no ha cambiado. El poder reside en el cuerpo, en el avatar, y éste fue puesto a dormir a la espera, algo que no puede hacerse si no se drena su poder. Lo que llamáis inventario es acceso a una dimensión estampada con la huella del alma, por lo que un alma accederá siempre a la misma. Dicha dimensión ya no está sujeta a las limitaciones de los desarrolladores.

–Seguro que tenía la respuesta preparada– gruñó la vampiresa para sí.

–Lo que llamas hadas son parte de las bendiciones de los desarrolladores, parte de lo que os habéis traído con vosotros. El sistema del juego, como vosotros lo llamáis, es una expresión de la realidad del mundo a través del poder de los desarrolladores, para que sea amigable para quienes son ajenos.

–Hablas muy raro... La verdad es que cuesta entenderte... ¿Esos portales pueden usarse?– señaló a los tres portales a las diferentes zonas de leveo.

–Los portales son seguros. Te llevan al mismo lugar protegido de entonces, desde el que se puede volver de la misma forma. Sólo tienen acceso los antiguos jugadores, y algunos seres como yo. Los destinos se eligieron por ser la dificultad adecuada para vosotros, y aún lo siguen siendo, aunque en su momento se vigilaban para que no hubiera intrusos. Deberás ir con cuidado, podría haberlos, seres que van a cazar, de mayor nivel y mayor peligro. El verde entre 5 y 14. El azul entre 15 y 24. El rojo entre 25 y 34.

–Eso también lo tenías preparado– la acusó.

De nuevo, el Oráculo no dijo ni hizo nada, como si fuera ajeno a las quejas o reproches, mientras su interlocutora lo miraba fijamente, como queriendo descubrir algo. Como queriendo ver más allá. Evidentemente, no descubrió nada.

–¿Μe darás misiones? ¿Hay alguna misión global? ¿Algún objetivo?

–Ahora eres un ser más de este mundo, un ser libre. Yo sólo estoy aquí para cumplir mi misión, la de servir de guía, no la de patrón. Puedes escucharme o no, preguntarme o no. No soy más que una señal en el camino que puedes seguir o ignorar– reveló el Oráculo.

Se lo quedó mirando, convencida una vez más que tenía grabada o escrita las respuestas. Aunque tampoco era que importara mucho. Le preocupaban más otras cosas, entre ellas lo que le preguntó a continuación.

–¿La gente odia a los vampiros? ¿Somos los malos?

Regreso a Jorgaldur Tomo III: guerrera de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora