En grupo: jefe final (IV)

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Krinia había estado usando sus hechizos sin reservarse. Así que, cuando se quedó sin maná, ocupó el puesto de Krongo, quien se quedó justo detrás de la vampiresa. Así, ella podía dejarle las moribundas para que las rematara, y centrarse así en el resto.

Durante varios minutos, la presión de las decenas de avispas que atacaban a la vez fue feroz. De estar sola, Gjaki hubiera usado una táctica completamente diferente, aunque también bastante más lenta. Ahora las tenían todas juntas, por lo que las podía atacar continuamente, pero también era más peligroso.

Sus dagas se movían sin parar, bloqueando y rasgando los cuerpos de sus enemigas, en especial sus alas si estaban al alcance.

Se había puesto unas protecciones extras en codos y rodillas que no solía usar, pues le restaban agilidad. No obstante, ahora le servían para bloquear y atacar. Incluso llevaba un casco con el que podía golpear, pero sobre todo protegerse.

Kroco tenía a su lado un martillo que cogía de vez en cuando, pues era más efectivo para rematar las que caían en el suelo. El resto del tiempo usaba dos hachas.

Kruloz seguía disparando. Junto a él, había un montículo de flechas nivel 40 cuyo tamaño se había reducido, pero seguía siendo más que abundante.

Krinia dejaba su puesto para lanzar una Tormenta Eléctrica cada vez que reunía el maná suficiente, previo consentimiento de Kroquia. Sólo la guerrera sabía si había o no demasiada presión sobre ellos, a la vez que miraba con algo de aprensión las grietas que aparecían en el escudo.

Kroco, por su parte, miraba de reojo al guerrero, y también a la vampiresa, aunque ésta no parecía tener problemas. Con el permiso de su hermana, de vez en cuando lo curaba.

Finalmente, la cantidad de avispas disminuyó ligeramente. Gjaki fue la primera en darse cuenta, y no pudo evitar sonreír.

–Sólo quedan éstas– informó.

Todos suspiraron aliviados. No necesitaban sino aguantar un poco más.

No tardaron en notar como la presión disminuía. Cuando una avispa caía, ya no era sustituida por otra. No tardaron en acabar con la última, tras lo cual todos se dejaron caer al suelo, agotados. Había sido un combate muy exigente, pero se sentía satisfechos.



–Lo siento, se ha roto un poco el escudo– lamentó Kroquia.

–Y un montón de flechas– añadió Kruloz.

–Las hachas están un poco melladas– informó Krongo.

No era extraño. Eran armas por debajo del nivel de sus enemigos, así que, a pesar de la calidad, era normal que sufrieran. En realidad, la calidad no era muy alta desde el punto de vista de Gjaki, pero no así para los reptilianos.

–No importa. Si os sirven, quedároslas, no me hacen falta. Si no, las guardaré. Será fácil repararlas cuando vuelva...

Todos se sintieron algo triste tras aquellas palabras. Era evidente que había llegado el momento de separarse, y todos le habían cogido cariño a la vampiresa. Y ella a ellos.

Era una relación diferente a Tili, pues ésta era su amiga, mientras que los reptilianos eran sus camaradas de armas. Aun así, los echaría de menos.

Uno tras otro, todos activaron el portal de salida. Gjaki les había dicho que ella lo haría más tarde, y les había pedido que nadie la esperara. Además de que seguramente saldría por la noche. Aunque sólo haría eso si fallaba su plan.

De hecho, pronto empezó a desesperarse. Había invocado varios Murciélagos, pero ninguno había encontrado nada que pudiera parecerse a lo que estaba buscando. Por mucho que el Oráculo le hubiera dicho que había algo oculto, y que los visitantes lo podían encontrar.

El tiempo se le echaba encima, ya que el jefe final no tardaría en aparecer. Si bien no descartaba una sesión a solas con ellas, dudaba que después lograra encontrarlo si no lo hacía ahora. En una última acción desesperada, ordenó a sus exploradores que arremetieran contra las paredes, esperando quizás encontrar un paso oculto tras una ilusión.

No lo encontró, pero sí que uno de ellos chocó contra algo diferente. Rápidamente, se acercó allí, pero no encontró la forma de atravesar aquella pared un tanto diferente.

–¿Quizás se necesita algún tipo de llave? Pero lo único que tengo es el salvoconducto del juego para la mazmorra. Bueno, por probar...

En realidad, no tenía muchas esperanzas, así que la luz con la que brilló la pared le sorprendió. A pesar de ello, no dudó en meterse en el pasadizo, aunque frunció el ceño cuando se cerró tras ella.

Estaba oscuro, pero no era un problema para alguien con Visión Nocturna. De hecho, después de que se fueran sus compañeros, había guardado la lámpara.

No dudó en recolectar vetas de mineral y hongos que encontró por el camino, más por costumbre del juego que por necesitarlos. Al fin y al cabo, no le representaba ningún esfuerzo, pues las mini Gjakis se encargaban de ello.

El pasadizo daba a una pequeña habitación con un charco en el centro, y una estalactita sobre éste, en cuya punta se iba reuniendo poco a poco la humedad, hasta formar una gota y caer al charco. Y crecían más hongos, que también fueron recolectados.

Había algo extraño en el agua, así que alargó una uña y la metió en ella. Para su sorpresa, la uña fue rápidamente corroída.

–¡Aah!– exclamó, mientras la sacaba rápidamente del agua.

Autorregenerar devolvió pronto la uña a su estado normal. Era evidente que aquello no era agua sino ácido, o algo parecido.

–¿No había unos contenedores...? A ver... Quizás sea útil en el futuro...

Sacó unos frascos aparentemente de cristal, aunque eran en realidad de una sustancia imbuida en maná que se usaba para contener líquidos peligrosos. Metió con cuidado uno de ellos en aquella peligrosa agua, sonriendo cuando no se disolvieron como su uña. Así que llenó cuantos pudo.

Miró alrededor, pero no encontró nada más que pudiera llevarse. Era la costumbre del juego amasar con todo lo que estuviera a su alcance.

Después, invocó la tienda, para mirar el reloj que le indicaba que era bien entrada la noche. Así que se dirigió al círculo de transporte e imbuyó maná en él.

Una luz la envolvió. Cuando dicha luz desapareció, aquella sala volvía a estar vacía.

Regreso a Jorgaldur Tomo III: guerrera de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora