Mazmorra, 1ª planta (IV)

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Su equipo seguía siendo nivel 15, así que las ganancias por subir de nivel no eran tan grandes como podrían haberlo sido, pero ni mucho menos intrascendentes. Además, había descubierto algunos detalles en sus enemigos.

Los maniquís atacaban siempre con todos los brazos disponibles, sin preocuparse de mantener algunos atrás para defenderse, o lanzar ataques en oleadas. Eso podía explotarse.

Colocándose frente a él, al alcance de todos los brazos, y esquivándolos con Señuelo, conseguía que todos atacaran a la vez y quedaran extendidos en un intento de atravesarla, por lo que tenían que doblarse antes de iniciar un nuevo ataque. Dado que los ocho habían sido usados, durante unos momentos era vulnerable, por lo que podía atacarlo con seguridad.

Además, colocando un Muro Tenebroso sobre unos Tentáculos, y manteniéndose atacando alrededor de su enemigo, conseguía que el Muro fuera corroyéndolo continuamente. También que mermaba su capacidad de detectarla si éste estaba dentro o al otro lado del Muro, por lo que podía usar Oscuridad con más facilidad.

Por si fuera poco, usando los Murciélagos como cebo, podía atraerlos junto a la zona de descanso, lo que le daba la posibilidad de retirarse si le hacía falta.

El mayor problema había llegado cuando había atraído a dos a la vez, pero pronto había convertido el problema en una oportunidad. Tras conseguir que estuvieran lo suficientemente cerca, sólo había necesitado aparecer entre los dos y esquivar a tiempo para que se atravesaran el uno al otro. Y no aprendían por mucho que lo repitiera.

Con ello, pronto subió a 18 y a medio camino de 19. Por desgracia, usar a los Murciélagos como cebo dejaba de hacer efecto cuanto más lejos tenía que mandarlos.

Más que sentirse atraídos por ellos, los maniquís eran estimulados por la conexión que tenían con su dueña, con un ser vivo. Dicha conexión se iba debilitando a medida que se alejaban, hasta que ya no era suficiente para atraer su atención. Por ello, no tuvo más remedio que renunciar a la seguridad de la zona de descanso y empezar a recorrer los túneles.



En 18, había reobtenido Perturbar, que altera la sangre del objetivo a través de sus heridas, haciéndole perder la concentración. Muy útil contra magos, una vez eran heridos por primera vez, totalmente inoperativo en la mazmorra.

En cuando a la habilidad, se había visto sorprendida con Artes Marciales Básicas. En el juego, dicha habilidad daba acceso a un número limitado de movimientos. Ahora, de alguna forma, se había fusionado con sus propios conocimientos, con sus prácticas de artes marciales en el mundo real, e incluso por los vídeos visionados. Era evidente que muchos de los movimientos no estaban al máximo nivel, que no los dominaba por completo, por lo que no tardó en establecer como nuevo objetivo entrenarlos cuando fuera posible.



Dejar que la ataquen, esquivar, coger un par de los brazos extendidos, usar la pierna contra la suya con Endurecer y tirarlo al suelo. A continuación usar el martillo, la lanza, o caer con la pierna extendida contra el cuello, o contra alguna de las extremidades.

O extender la pierna hasta la cabeza en una rápida patada, tras esquivar, y con una Daga Sorpresa.

O tirarse al suelo, apoyarse con las manos y golpear a su entrepierna con su pierna Endurecida. Hubiera sido terriblemente efectivo en un objetivo vivo de sexo masculino.

También aprovechar que todos los brazos estaban extendidos para saltar hacia el cuello con la pierna extendida, en lo que sería una patada voladora. Seguiría clavarle las dagas tras la patada que había logrado desestabilizarlo.

O una patada giratoria, con endurecer o Daga Sorpresa, tras pasar por debajo de sus piernas y ganarle la espalda.

O cogerle un brazo y apartarlo para que llegue su pierna, o su otro mano, incluso el codo, combinándolo con Endurecer o con una daga.

Poco tardó la vampiresa en fusionar las artes marciales con sus habilidades y su agilidad. Para ello, un oponente humanoide era lo ideal, por mucho que tuviera ocho brazos, al menos mientras no se los hubieran cortado.

No tardó en descubrir que era fácil pillarlo por sorpresa, desestabilizarlo o tirarlo al suelo. Tanto era así que se acabó confiando demasiado y recibió un profundo corte en la pierna, lo que le sirvió de dolorosa lección. Autorregenerar la curaba, pero no evitaba el dolor. Ni la humillación.

De vez en cuando, se encontraba dos a la vez, e incluso un par de veces a tres. Puede que fuera más peligroso, pero también más rápido, pues conseguía que se dañaran entre ellos. A veces se colocaba en medio como cebo, y otras se los lanzaba directamente los unos contra los otros. Una vez incluso inmovilizó a un maniquí con algunos brazos menos para usarlo como escudo contra un recién llegado.

Un imponente maniquí araña de tres metros era el jefe de planta, que la vampiresa ignoró tras encontrarlo. Volvió sobre sus pasos y decidió no ir a por él hasta llegar a nivel 20.

En su día, lo hubiera enfrentado incluso con dos o tres niveles menos, pero ahora su vida estaba en juego. Así que, al cabo de un par de días, tras alcanzar el nivel 20, decidió probar, habiendo decidido que, si tenía que usar Intangible, usaría el aburrido procedimiento de matar a más de sesenta de aquellos maniquís para llegar a 21 y volverlo a intentar.

Si no era suficiente, iría a la zona azul a levear, pues llegar a 22 en aquella planta de la mazmorra sería muy poco eficiente, y más si lo tenía que repetir en las otras.



En 19, había desbloqueado en hechizo Toque Blasfémico, que se aplica a un arma y es de un solo uso. Si el ataque es efectivo, puede eliminar una bendición del objetivo. Eso puede ser muy molesto, sobre todo si dicha bendición la ha otorgado un compañero que no está cerca, o tienes que darte cuenta de lo que ha sucedido.

Y, en 20, Clon espejo, que permite invocar una ilusión de uno mismo que se mueve igual que el invocador, en círculo alrededor del objetivo. No hay límite en el número de clones invocados, más allá del maná consumido al invocar y mantenerlo. En la práctica, rara vez usaba más de cinco.

En 19, había recuperado la habilidad Ventrílocuo. Permite llevar la voz a otro punto, para así hacer creer que es allí dónde uno se encuentra.

Y, en 20, Rasgar, con la que se pueden hacer múltiples ataques rápidos con dagas. Son capaces de infligir heridas superficiales que pueden ser explotadas por otras habilidades o hechizos. O veneno.

Regreso a Jorgaldur Tomo III: guerrera de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora