Traición (IV)

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Gjaki había decidido ayudar, pero eso no significaba que fuera a mostrarse tal y como era. Por ello, había tomado la identidad de una aventurera pelirroja llamada Kigja, cuyo atuendo era un traje ninja que ella misma había diseñado, y cuya forma había tomado su armadura.

Tenía incluso la placa de aventurera, pues la había usado para entrar a ciudades en las que una vampiresa no era bienvenida. No era ni mucho menos su única identidad, pero sí la más indicada para su nivel actual.

En su día, se había hecho una identidad secundaria por necesidad. Sin embargo, había encontrado divertido tener un álter ego, así que se había ido creando unas cuantas más a lo largo del tiempo.

Incluso, en una ocasión, había usado una de sus identidades para unirse a Goldmi y Eldi en una misión. Conociéndolos, había apelado a su amabilidad para conseguir que la ayudaran. Cuando tras finalizar la misión se había mostrado, burlándose de ellos, se había ganado más de un reproche. Y muchas risas.

Es cierto que lo había intentado una segunda vez, pero la habían descubierto. Aunque, aun así, le habían seguido el juego un rato para burlarse de ella, como venganza. Debido a ello, no había habido una tercera.



Con la atención y defensas concentradas en el frente, Gjaki lo tuvo fácil para llegar a la espalda del mago y atravesarle el corazón y el cuello a la vez. Ello provocó que el escudo colapsara.

Krijo recibió un Golpe de Escudo, que lo aturdió, mientras que su compañera recibió el ataque de flechas y Rayos. Ésta intentó defenderse, pero también fue atacada por la espalda. Esta vez no fue letal, pues la presencia de la vampiresa ya era conocida. No obstante, fue suficiente para distraer su atención.

Detuvo con dificultad el Doble Filo de Gjaki, pero una flecha se clavó en su hombro mientras lo hacía, y un Rayo la obligó a desviar su atención para protegerse. En ese momento, la vampiresa volvió a atacar. El intento desesperado de volverla a bloquear hizo que el ataque de Krongo cogiera a su enemiga por sorpresa, cayendo finalmente.

Los cuatro se volvieron hacía Krijo, que era acosado y golpeado por el escudo de Kroquia. El poder ofensivo de la guerrera era su punto débil, pero podía contenerlo. Cuando los otros se unieron, estaba perdido.

–¡Esperad! ¡Podemos hablaaaarghh...!– intentó suplicar, pero fue atravesado por una espada sin piedad, mientras intentaba protegerse del resto de ataques.

Todos miraron por un momento el cuerpo sin vida del que había sido su primo y supuesto amigo. Luego se volvieron hacia la misteriosa aventurera que les había salvado la vida.

–Gracias por tu ayuda. Soy...– agradeció Kroquia, pero fue interrumpida abruptamente.

–Dejadlo para luego. Vienen cinco más por allí. Esconderos.

No tenían ni idea de cómo podía saberlo, pero no desconfiaron, no había motivo para ello. Cuando los refuerzos llegaron, sólo había cadáveres a la vista.

–¡Krijo!– se acercó corriendo Kraga a su hermano, cogiendo el cuerpo sin vida en sus brazos.

Aquello fue un grave error, pues, a diferencia de sus cuatro compañeros, se había olvidado de toda precaución. Y, por ello, fue ella quien recibió el ataque combinado de guerrero, arquero y maga, mientras Kroquia bloqueaba cualquier contrataque, y Gjaki estaba desaparecida.

Kraga ni siquiera tuvo tiempo de maldecir antes de que su vida terminara. Quizás habían perdido el efecto sorpresa, pero ahora había una enemiga menos, una especialmente aborrecida por su traición.

Ahora eran cuatro contra cuatro, pero Kroquia les daba una gran ventaja. Aunque con ella su daño disminuía, su gran defensa les proporcionaba un lugar donde esconderse, desde donde atacar con seguridad, un medio de anular los ataques contrarios. De todas formas, no todo estaba a su favor. Su mayor desventaja era el cansancio, y que su maná y energía estaban medio agotados.

Sus enemigos atacaron desde la distancia, refugiándose entre los árboles. Tenían dos guerreros especializados en cuerpo a cuerpo y dos magos, así que ocultarse era su mejor opción. Si conseguían atraerlos, dichos guerreros podían entrar en acción.

Durante un rato, la batalla parecía estancada. Ninguno de los bandos se atrevía a avanzar o a usar todo su poder, temiendo caer en una mala situación. Sin embargo, el bando de Kroquia tenía un as en la manga, un as misterioso que no podían controlar. De hecho, ni siquiera sabían qué estaba haciendo aquella misteriosa aventurera que los había salvado.

Gjaki apareció de repente, apuñalando por la espalda a uno de los magos, Agarrando al otro por el cuello con el látigo, e invocando dos mastines para distraer a los guerreros.

Sus enemigos creían que sólo había cuatro adversarios, así que su aparición había sido totalmente inesperada. El primer mago sufrió una grave herida, aunque no mortal, mientras que el segundo sufrió la explosión de maná al ser su hechizo bruscamente interrumpido, algo que había sido premeditado.

Los mastines no representaban un gran problema para los guerreros, que sólo sufrieron unos pocos rasguños, pero había sido suficiente para que Kroquia y los suyos llegaran.

El mago herido había retrocedido e invocado un escudo. No podía atacar, pero estaba momentáneamente protegido. Así que aprovechó para beber una poción que lo curara parcialmente.

El segundo había sido atacado por Gjaki y dos clones espejo, mientras seguía agarrado por el cuello y sus hechizos eran interrumpidos por Perturbar. A pesar de la diferencia de nivel, el mago tenía una clara desventaja ante una adversaria ágil, especializada en el combate cuerpo a cuerpo, y que interrumpía continuamente sus hechizos.

Quizás, si hubiera poseído hechizos instantáneos, habría tenido alguna oportunidad. Pero siempre había luchado en grupo y protegido por guerreros, por lo que no había tenido esa necesidad.

Kroquia y Krongo atacaron cada uno a un guerrero, mientras Kruloz los apoyaba desde atrás, y Krinia vigilaba al mago que intentaba recuperarse. No podía usar sus hechizos cuando sus compañeros estaban tan cerca de sus objetivos, así que estaba atenta a cualquier oportunidad.

La vampiresa-ninja podía haber acabado por sí sola con el mago, aunque recibió el apoyo de un par flechas. Ante la sorpresa del arquero, desapareció en la Oscuridad, para volver a aparecer tras el guerrero al que atacaba Krongo. Entre los dos y la ayuda de Kruloz, sucumbió rápidamente.

La otra guerrera trató de huir, pero un látigo se Agarró a su pierna, haciéndola tropezar y quedando a merced de sus enemigos.

Mientras, el mago había intentado retroceder, pero había sido rodeado por una Prisión Eléctrica. Estaba intentando contratacar, pero estaba herido, y la presión de los hechizos de Krinia era implacable.

Cuando la prisión desapareció, creyó tener una oportunidad, pero aquello sólo había ocurrido para permitir el paso del resto de sus enemigos. Incapaz de enfrentarse a todos ellos, sucumbió en pocos segundos.

Regreso a Jorgaldur Tomo III: guerrera de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora