Perdida en la selva

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Siguió atravesando la selva durante días, sin saber muy bien hacia dónde iba. Podía ver en su mapa virtual el camino recorrido desde que había salido del paso bajo las montañas, pero desconocía dónde estaba el lugar al que quería ir.

En el juego, había ido con Goldmi a través de sus Portales, e incluso había dejado uno suyo allí. Pero no recordaba en qué parte estaba, y aquel Portal ya no funcionaba, como todos los del juego.

En Goltrak, había ojeado algunos mapas, pero no eran muy detallados sobre el reino élfico, y una pequeña aldea como la que buscaba no aparecía en ellos. Había esperado encontrar a alguien a quien preguntar, pero no había encontrado más que animales salvajes, de un nivel muy bajo.

–Tendría que haber ido directamente a Misitu Mji. Seguro que allí habría encontrado alguna pista– se lamentó –. Si hoy no encuentro nada, volveré desde el otro lado.

No mucho después, uno de sus exploradores descubrió un lugar que parecía salido de un cuento de hadas, por lo que decidió echar una ojeada. Cuando llegó, se quedó un rato contemplando la escena, impresionada. Era un rincón realmente hermoso.

Había un pequeño lago de aguas cristalinas, rodeado de una exuberante vegetación. Desde su posición, podían verse grandes árboles y una pequeña pradera, cuyo abanico de colores parecía imposible para alguien de su mundo.

Lo más sorprendente era que, a la orilla del lago, había una unicornio, cuyo enorme barriga indicaba que estaba embarazada. Gjaki hubiera querido acercarse, pero en el juego, aquellos seres puros no eran muy amigos de los vampiros.

Fue entonces cuando la unicornio levantó la cabeza. A pesar de la distancia, la vampiresa pudo sentir la mirada fija en ella, una mirada que quizás no era amigable, pero tampoco hostil, y sin duda muy profunda. Por un instante, temió que la atacara, pues el poder de aquellos seres era extraordinario.

Sin embargo, la unicornio no hizo nada de ello. Como si hubiera perdido el interés, se volvió a recostar, ignorando a Gjaki. Ésta suspiró, en parte aliviada y en parte decepcionada. Hubiera querido acercarse, pero no era muy prudente hacerlo.

En lugar de ello, rodeó el lugar. Había descubierto un pequeño grupo de tres elfos que observaban con admiración a la unicornio, así que se dirigió hacia ellos, como Goldki.

–Hola, es hermosa, verdad– los sorprendió ella.

–¡Hola! Ja, ja. ¡Nos has asustado! ¡Sin duda es increíble! No esperábamos encontrarla, no lo olvidaré nunca. Mi nombre el Ladriel, él es mi hermano Ladrinor. Y él es Ganlior– aseguró sonriente una elfa de pelo verde.

–Ho... Hola. Si quieres, puedes quedarte con nosotros, pensamos acampar aquí esta noche– ofreció un joven elfo de pelo verde algo más oscuro llamado Ladrinor, con las mejillas algo sonrojadas.

–Me encantaría, pero mi novio me está esperando– rechazó Gjaki, que pudo ver decepción en la expresión de Ladrinor. Se preguntó si quizás le gustaba en su disfraz élfico.

–Lástima– intervino Ganlior, un elfo con una larga trenza anaranjada, y que miraba a su amigo de reojo, acompañándolo en el sentimiento –. ¿Qué te trae por aquí?

–Oh, estaba de paso y me he sentido atraída por el lugar. Por cierto, ¿no sabréis por casualidad dónde está Calhenva? Tengo que ir allí el mes que viene– preguntó la vampiresa disfrazada.

–No me suena– respondió pensativo Ganlior.

–Ni idea– reconoció Ladrinor.

–Mmmmm. No estoy segura. Si es la aldea que pienso, está bastante lejos. Hermanito, saca un momento el mapa– pidió Ladriel.

Aunque algo decepcionado porque la hermosa elfa rubia tuviera novio, Ladrinor no dudó en sacar el mapa como le pedía su hermana. Gjaki lo observaba atentamente, estudiándolo, apreciando como su mapa virtual se iba actualizando. De hecho, había pasado no muy lejos de algunas aldeas.

–¡Lo sabía! Ésta debe ser. Vas a tener que caminar mucho– dijo ella, señalando el mapa.

–Gracias. Ya tenía que caminar igualmente, ahora al menos sé la dirección– agradeció la supuesta elfa rubia.

Ahora tenía el lugar marcado en su mapa virtual, junto con unas cuantas aldeas más. De hecho, se maldijo un poco. Si hubiera ido directamente a la capital del reino élfico, hubiera estado mucho más cerca.

Estuvo un rato más hablando con ellos, incluso comieron juntos, hasta que finalmente se marchó. Ladrinor la siguió con la mirada, mientras su amigo le daba golpecitos en el hombro, y su hermana lo abrazaba con cariño.

Había sido un flechazo, aunque sus acompañantes sabían que no era el primero. Su hermano y amigo era sumamente enamoradizo, aunque por ahora siempre le habían dado calabazas. De hecho, esta vez había sido bastante suave.



Estuvo varios días caminando por la selva, sufriendo sólo algún ataque esporádico. Su nivel siempre era mayor al del lugar, y Escudo de Oscuridad siempre estaba listo por si acaso. Entre otras cosas, porque la protegía de pequeños insectos como mosquitos.

Apenas había encontrado un grupo de cinco elfos un par de días atrás, con los que había intercambiado algo de información. No obstante, no se sentía sola. Cada día, volvía a la mansión, aunque no siempre le resultaba fácil encontrar un lugar adecuado para poner un Portal de Salida. Más de una vez, había puesto dos o tres protegidos por Protección de las Sombras, volviendo rápidamente en el caso de que alguno desapareciera. Si los perdía todos, podía llegar a tener que rehacer varios días de viaje.

Por suerte, no hacía mucho había encontrado una cueva tras una cascada. El lugar le había resultado familiar del juego. Allí, podía encontrarse un cofre con ropas de nivel 45 dentro de la cueva. No obstante, en la realidad, no había ningún cofre. Tampoco signos de que nadie hubiera pisado el lugar en bastante tiempo, por lo que era la ubicación ideal para poner un Portal de Salida.

De repente, cambió de dirección. Uno de sus exploradores había descubierto un grupo numeroso de elfos luchando contra un enjambre de avispas. No estaba segura si estaban en peligro o lo tenían controlado, pero decidió acercarse a comprobarlo.

Lo que más la preocupó fue el hecho de que hubiera media docena de niños dentro del círculo formado por el doble de adultos. Parecía que era un encuentro que no habían esperado ni buscado.

Regreso a Jorgaldur Tomo III: guerrera de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora