Acechando en la noche (II)

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–Lobos– murmuró.

La seguían a lo lejos, vigilándola, intentando rodearla, intentando cansarla. Ella volvió a envolverse en Oscuridad y cambió de dirección. Confusos, se acercaron al lugar donde la habían visto por última vez. Podían percibir su rastro, y decidieron seguirlo.

La vampiresa había cruzado el perímetro de aquellos lobos, superando su cerco, y se subió a un árbol. Saltó desde allí, usando Planear para alejarse del lugar, y luego siguió avanzando, hasta que decidió dejar de ocultarse en el hechizo.

Los lobos siguieron el rastro hasta el árbol, y se detuvieron bajo éste, esperando. Hasta cinco de ellos estuvieron un rato allí, mirando hacia las ramas, buscando de nuevo el rastro, pero había desaparecido. Finalmente, apareció un lobo arbóreo nivel 10, una mutación que poseía la habilidad de subir a los árboles. Éste no tardó en averiguar que su presa no estaba allí arriba, así que desistieron y empezaron a buscar un nuevo objetivo.

Por su parte, Gjaki no estaba segura de si aquella táctica había funcionado. En el juego, la habían probado una vez, más por curiosidad que por utilidad, tras haber estado discutiendo todo tipo de estrategias absurdas. Ésta era una de las pocas que había funcionado. Muchas otras, como usar los Muros de Hielo y Fuego para crear vapor de agua, y por lo tanto niebla, habían sido un rotundo fracaso.

Así que hizo lo único que podía hacer. Seguir adelante y estar vigilante.



Por el camino, se encontró con un oso nivel 9. Este miró a un lado y a otro, como si percibiera algo extraño, pero no fue capaz de descubrir a la vampiresa pasando a pocos metros de él.

Una familia de jabalís huyeron en cuanto percibieron algo moverse en la noche.

Pasó cerca de una cochinilla nivel 10, que hacía casi dos metros de longitud cuando estaba totalmente estirada, pero que ahora se encontraba enrollada sobre sí misma, Acorazada en su duro exoesqueleto.

Se sintió tentada de empujarla, como si fuera una pelota, quedándose mirándola durante unos segundos. De pequeña, siempre le habían fascinado aquellos insectos, y jugaba con ellos cuando los encontraba en el parque al que la llevaba su tía, empujándolos con el dedo, mientras ésta la dejaba a su aire y se quedaba revisando documentos o trabajando con el portátil. Al final, a regañadientes, decidió continuar su camino.

–Quizás la próxima vez– se dijo, mirando hacia atrás un par de veces.

También maldijo al topo, hormiga o cualesquiera que fuera el bicho responsable del agujero en el suelo en el que había estado a punto de caer. Gracias a su gran sentido del equilibrio y agilidad, logró impulsarse con el pie que aún estaba en el suelo, consiguiendo llegar hasta el otro extremo del agujero y agarrarse al borde. Incluso tuvo que usar brevemente Sobrecarga Sanguínea y Arañar para sujetarse con más fuerza e impulsarse hacia arriba. Hasta Autorregenerar fue activado durante unos instantes.

No era fácil descubrir el agujero en la oscuridad de la noche, incluso con Visión Nocturna, a no ser que se estuviera muy atento. Así que ahora había algo más que debía vigilar, algo que en el juego nunca había supuesto un problema.



A pesar de sus encuentros, era obvio que la densidad de depredadores peligrosos era menor que en el juego. A estas alturas, ya hubiera tenido que enfrentarse a al menos una docena de serpientes. En aquel entonces, los vampiros lo pasaban bastante mal para cruzar este bosque.

Ella lo había conseguido en el primer intento, aunque apenas le había quedado vida, maná, energía o sangre tras lograrlo. Luchar contra uno de ellos era casi un suicidio, pues otros muchos aparecían en medio del combate, y sólo un golpe de suerte le había permitido acabar con uno moribundo, y conseguir así algo de sangre.

Incluso con ello, apenas había logrado llegar hasta la aldea de iniciación. Comparado con aquel entonces, a pesar de las dificultades, ahora era mucho más sencillo. No obstante, en el juego, podía volver a empezar. Ahora, no sabía que pasaría si moría. Y no quería averiguarlo.

De repente, escuchó un zumbido que no le era desconocido, pero sí mucho más fuerte. Se tiró al suelo para esquivar un enorme mosquito de casi medio metro de longitud, y que se movía con gran agilidad en el aire.

–Se supone que soy yo quien chupa sangre– lo miró algo molesta.

Sacó el látigo, golpeando en una de sus alas cuando volvió a acercarse, aunque no logró Agarrarla. El insecto nivel 10 se desvió rápidamente, ocultándose en la oscuridad de la noche. Intentó atacar de nuevo desde otro ángulo, pero se volvió a encontrar con el veloz ataque del látigo antes de que pudiera acercarse lo suficiente a su víctima.

–Mierda...– maldijo la vampiresa.

Una figura felina se estaba acercando desde su izquierda, y había algo moviéndose desde atrás. Así que, en cuanto el mosquito volvió a fallar, salió corriendo, dejando atrás una trampa con Tentáculos.

Activó Sobrecarga Sanguínea, aumentando así su velocidad y sentidos. Si bien el coste en sangre era alto, no le quedaba mucho para llegar.

Corrió hacia delante, a veces en zigzag para esquivar hábilmente al mosquito, en parte gracias a la mejora de sus sentidos y agilidad. El felino se retrasó en la trampa, pero empezó a recuperar terreno en cuanto se escapó de ella, mientras que la otra figura era más misteriosa.

Cubierta en parte por el terreno, la boa aplanada nivel 11 usaba su habilidad Deslizar para moverse con rapidez entre las hojas, apenas visible a sus enemigos.

Su cuerpo tomaba una forma casi plana mientras usaba la habilidad, siendo muy difícil de distinguir, aunque recobraba su volumen cuando atacaba o devoraba a sus víctimas. Se lanzó hacia su presa en cuanto estuvo a unos centímetros, tratando de atraparla con sus colmillos, y acercar luego el resto del cuerpo para aprisionarla.

Al mismo tiempo, el mosquito también intentó atacar otra vez, mientras que el felino azul oscuro los observaba a la vez que se acercaba a gran velocidad.

Pero tanto el mosquito como la serpiente se estrellaron contra la barrera que protegía el lugar. No fue muy grave para la serpiente, pero si para el más frágil insecto.

Aprovechando la oportunidad, el reptil lo atrapó, enrollándose a él y quebrando su cuerpo. Sin embargo, mientras acababa con su nueva presa, llegó el felino, saltando sobre el cuello de la serpiente.

Ésta intentó revolverse, soltando al moribundo mosquito e intentando atrapar al felino. Pero éste se movía muy ágilmente, y sus mandíbulas se cerraban poderosas en la boa, hiriéndola de gravedad.

En esas circunstancias, era obvio que tanto serpiente como mosquito acabarían siendo la presa del felino, pero, una tras otra, flechas empezaron a clavarse en éste.

La mayoría no muy profundamente, pero eran suficiente para distraerlo y debilitarlo, dando una oportunidad a la serpiente, que se apresuró a contratacar.

A unos metros, y segura junto a la barrera, Gjaki disparaba primero al felino, y luego a quien pareciera que estuviera ganando, dejando que se mataran entre ellos. Finalmente, se acercó con Oscuridad para rematar a la serpiente mediante Puñalada Trasera en ambos ojos.

Dejó a su asistente que recogiera los restos y entró a la barrera, contemplado desconcertada la aldea de iniciación. Estaba desierta.

Regreso a Jorgaldur Tomo III: guerrera de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora