Zona de leveo verde (IV)

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Era un tanto extraño. Perseguía a los antílopes escarlata, obtenía su piel rojiza, su sangre y su carne, pero no alcanzaba a matarlos con sus manos. Al menos cinco de ellos habían sido abatidos por otros depredadores, que a su vez habían sido presa de la vampiresa. Y, con ello, había logrado subir a nivel 11.



Fraternizar era un hechizo común a todas las clases, gracias al cual podían compartir sus bendiciones con otros jugadores, aunque ella tenía pocas que fueran útiles. De hecho, en aquel momento, sólo Toque Tenebroso, pues Toque de Sangre sólo les servía a los vampiros.

La habilidad Intangible hace que el cuerpo tome una forma incorpórea durante unos segundos, gastando un 10% de la reserva de sangre cada segundo que permanece activa. Causa también un gran carga a su cuerpo, perdiendo 10% de su vitalidad, e impidiendo volver a usarse hasta al cabo de una hora. Era una habilidad con la que se dañaba a sí misma, pero que también podía salvarla de una situación crítica. Con ella, se sentía mucho más segura.



Quedaban doce antílopes, que habían logrado esconderse en un segundo refugio, Aunque eran vigilados por el silencioso Murciélago, al que su creadora ordenó que vigilara los alrededores.

El principal problema era cómo cazar a todos ellos, cómo hacerse con toda su sangre y puntos de experiencia. Los que habían logrado sobrevivir eran los de mayor nivel, llegando un par de ellos a 13.

Cavar trampas hubiera sido demasiado lento y ruidoso, además de que no se veía capaz de construirlas a mano. Y Eldi no estaba allí. Así que se tuvo que conformar con crear tantos Tentáculos como pudo en sus vías de escape, lo cual le llevó varias horas, pues tenía que ir recuperando maná.

Hubiera querido poner más, pero no podía dedicarle mucha más tiempo o podría hacérsele de día. Así que se deslizó entre ellos, Planeando, y cortó rápidamente a uno de nivel 11 en su pata. Antes de que pudieran reaccionar, lo hizo con otro, y otro, y otro.

Eran cortes rápidos y no muy profundos, pero su plan no era matarlos, sino usar Traición para volverlos unos contra los otros.

Si bien no duraba mucho, era suficiente para crear caos, para que se pelearan unos contra otros por unos momentos, para que otros corrieran y cayeran en sus trampas.

Pasó bajo uno, aprovechando para inutilizar una de sus patas, y se dirigió a los que huían, a los que habían sido atrapados por las trampas. Estaban encabritados, tratando de liberarse, cuando la vampiresa atacó por la espalda.

Lo Mordió en el cuello, desangrándolo y recuperando la que había gastado. Debilitado, fue rematado por una precisa puñalada.

Se envolvió en Oscuridad para atacar al siguiente con Puñalada Trasera, dejando ambas dagas clavadas para rematarlo con Arañar, incrustando las uñas de ambas manos huno a las dagas, en el cuello.

Tuvo que saltar a un lado para esquivar el ataque de uno nivel 13. La agilidad extra de Sobrecarga Sanguínea resultaba muy útil, así como poder cambiar al látigo y atrapar dos de las patas con Agarrar.

No consiguió hacerle caer, pero si lo desestabilizó y aprovechó el impulso del látigo para acercarse al antílope. Bloqueó sus astas con el escudo que aún estaba intacto y saltó por encima, para caer justo tras dichas astas, habiendo soltado el escudo.

Agarrada a ellas, clavó una espada unos centímetros, para luego golpearla con el martillo hasta atravesarle el cuello. No era fácil empuñar y usar el martillo con una mano, ni agarrarse con la otra ante un encabritado animal, pero pronto su cuerpo cayó inerte. Sin perder tiempo, se dirigió a la siguiente presa.



Al final, cuatro se escaparon, mientras que ocho fueron abatidos, desangrados y descuartizados. No había logrado subir a 12, pero no tenía tiempo de seguir intentándolo. El sol saldría pronto, por lo que era mejor volver. Así que se alejó rápidamente del lugar.

Volvió a invocar a un Murciélago para que abriera paso, para que descubriera los peligros antes que ella. Gracias a ello, esquivó una extraña serpiente de color verde con dibujos dorados. O no se cruzó en el camino de un acorazado armadillo nivel 12, de dos metros de diámetro cuando estaba enrollado.

Sin embargo, el ataque de un búho la pilló desprevenida. Oculto en una rama, se lanzó sobre ella en silencio, y a la tremenda velocidad que le daba su nivel 23. Estaba descansando y lamiéndose las heridas, tras de huir de la zona de su nivel, y justo había aparecido una presa para saciar su hambre.

Lo vio cuando estaba a apenas unos centímetros de ella. No tenía tiempo de esquivar, de cambiar de dirección. Sólo pudo ver como las poderosas garras la atravesaban de lado a lado. Para sorpresa del ave rapaz.

No había tenido más remedio que activar Intangible. Tardó tres segundos en desactivarlo, gastando una gran cantidad de su reserva de sangre, y no pudiendo usarlo durante una hora.

Sentía dolor en todo su cuerpo, como si cada parte de él pudiera partirse, y había perdido un 10% de su vitalidad. Podía notar como Autorregenerar actuaba, suavizando poco a poco el dolor, reparando la disrupción en su cuerpo por el uso de la habilidad, quizás a nivel molecular.

Pero no tenía tiempo de preocuparse de ello o del dolor. El búho se había girado y la miraba, Estaba agitando sus alas para volver a abalanzarse sobre ella, a pesar de que se había cubierto de Oscuridad tras desactivar Intangible.

Dudaba de que pudiera escapar de aquel depredador, que parecía poder detectarla y seguirla por el cielo, así que, mientras bebía sangre, usó la táctica más estúpida que nunca había propuesto Goldmi. Y que, por supuesto, nunca había funcionado en el juego. Lanzó un trozo de carne de antílope mientras desactivaba Oscuridad y huía a toda velocidad.

El Búho miró la carne sin saber muy bien de dónde había salido, pero sin duda era fresca, preferible a aquella presa raquítica y extrañamente escurridiza.

Así que, mientras el Búho devoraba el regalo, ella corría sin descanso, usando incluso Sobrecarga Sanguínea, temiendo ser perseguida por el temible depredador.

Sólo cuando atravesó la barrera, se calmó. Se sentó en el suelo de la cueva para recuperar el aliento, aunque pronto decidió que necesitaba algo más para quitarse aquella terrible experiencia de la cabeza. Así, el último trozo de pastel de chocolate desapareció del inventario de Gjaki.

Regreso a Jorgaldur Tomo III: guerrera de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora