Reino de Sangre

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El Reino de Sangre era una tierra perdida entre varios reinos, que ninguno se había atrevido a reclamar, al menos no exitosamente. Varios lo habían intentado en el pasado, pero la tierra de los vampiros no era un lugar fácil de invadir.

En primer lugar, el acceso no era cómodo para un ejército, al ser una zona muy rocosa. Por otro lado, los propios soldados podían volverse contra uno a causa de la acción de los vampiros. Estos simplemente podían esconderse e ir atacando por las noches, en una cruel guerra de guerrillas en la que contaban con mayor conocimiento del terreno. Eso le había sucedido a un poderoso imperio en el pasado, y aún se recordaba. Quizás era ese recuerdo la defensa más poderosa con la que contaban.

Lo cierto era que no sólo vivían vampiros allí, ni que todos eran crueles y despiadados. Era más bien un reino feudal, donde los diferentes nobles vampiros dominaban su territorio, y a menudo luchaban entre sí.

Algunos eran crueles y despiadados, y no dudaban en convertir a los vasallos si necesitaban sirvientes obedientes. Otros cuidaban más de los suyos, aunque fuera simplemente por interés, pues alguien tenía que cultivar la tierra y pagar impuestos. En cierta forma, no era muy diferente a otros reinos, pero no había un rey capaz de mediar, de evitar enfrentamientos demasiado virulentos.

Lo había habido en el pasado, un vampiro ancestral, pero éste había desaparecido tras una cruel batalla con sus enemigos. Sus acciones habían enfurecido a fuerzas muy poderosas, que no habían dudado en atacarlo sin tregua.

Su cadáver no había sido encontrado, pero pocos dudaban de su muerte. Por ello, el Reino de Sangre era un reino sin rey, donde abundaban las alianzas, traiciones y conspiraciones. El enemigo de hoy bien podía ser el aliado de mañana, y viceversa.

Por supuesto, que no fuera fácil para un ejército invadirlo, no significaba que una vampiresa solitaria lo tuviera difícil para entrar. De hecho, no estaba muy lejos de su mansión, aunque ésta estaba oficialmente en un reino vecino.



–Está desnutrido, y encima es de noche. En el otro condado estaban mejor– se dijo Gjaki.

Estaba observando a un niño de unos nueve años, quien estaba recolectando hierbas y setas, en un lugar muy peligroso para él. Apenas era nivel 12, y la zona estaba por encima de 65.

Lo seguía de lo lejos, siendo vigilado por un Murciélago. Había pasado por otro territorio antes de llegar a éste, en el que había podido observar a sus habitantes de lejos. No era increíblemente próspero, pero al menos no estaban famélicos.

En ese territorio, se había mantenido fuera de la vista de sus habitantes. Dado el clima de enfrentamiento, no se había atrevido a disfrazarse e ir a una de las ciudades, pues suponía que estarían vigilantes ante cualquier vampiresa.

Por ello, se había movido entre los bosques, en los que había sido atacada al menos una docena de veces, aunque sólo una la había cogido por sorpresa. Había sido una araña nivel 70 que se escondía bajo tierra, y que se había abalanzado sobre ella tras el suelo ceder bajo sus pies de repente.

Había sido una trampa realmente peligrosa, pues no tenía retirada. Ello la había obligado a usar su as en la manga, Intangible. Se había vuelto líquida por un instante, para sorpresa del depredador, cuyos ataques la habían simplemente atravesado.

Había llegado hasta su abdomen y lanzado varias Explosiones de Oscuridad seguidas, siendo el agujero un lugar muy propicio para ello. Al mismo tiempo, la había apuñalado por abajo.

–Esto es asqueroso... Ha sido peligroso, tengo que ir con más cuidado– se había quejado y reprochado al acabar el combate.

Después de ello se había escondido en Protección de las Sombras, metido en su tienda-castillo y tomado un baño para sacarse las entrañas de araña.

Lo cierto es que aquella docena de enemigos, a pesar de ser unos niveles más altos que ella, apenas habían logrado que avanzara un poco hacía el siguiente nivel. Cada vez era más costoso, y ahora necesitaba unos pocos cientos de su nivel para lograrlo.

En estos momentos, no obstante, trataba de esquivar a cualquier posible presa. No quería llamar la atención del niño, y quería seguirlo hasta donde fuera que estuviera su aldea o ciudad. Estaba en el territorio de su enemigo, así que necesitaba recabar información.



El niño se movía con cuidado. De repente, se quedó muy quieto, cubriéndose en su vieja capa cuando paso cerca de él un oso negro con un cuerno en la frente. Sin duda, podía matarlo de un zarpazo.

La capa, aunque deteriorada por el paso del tiempo, era un artefacto mágico que le hacía pasar desapercibido. Gracias a ella, podía entrar en el bosque, aunque seguía siendo sumamente peligroso.

El principal problema era que estaba un tanto deteriorada, por lo que no era tan efectiva como lo había sido originalmente. Por ello, cuando una enorme serpiente de colores dorado y negro se acercó, alertada por una rama que había pisado, ésta pudo percibir un leve rastro. El olor se filtraba por los agujeros de la capa y del hechizo.

El niño se quedó muy quieto, aterrado. Sabía que no podía correr más rápido que aquel reptil, y mucho menos enfrentarse a él. Su única opción era quedarse inmóvil y esperar, pero la serpiente no se iba. Por el contrario, se iba acercando más y más.

Era una sentencia lenta. El olor que percibía no era claro, así que no se acercaba en línea recta, pero cada vez la distancia que los separaba era menor.

El miedo en el rostro del niño era patente. Sabía que no tenía escapatoria. Aun así, cuando estuvo a un metro de distancia, estuvo a punto de salir corriendo. Sin embargo, algo sorprendente sucedió.

Una figura salió de la nada junto a la serpiente, apuñalándola y mordiéndola. Con Puñalada Trasera y Afilar, había atravesado su piel, y aumentado el daño con Extensión sanguínea.

Con Trastornar, la había paralizado momentáneamente, y con Ñam, Energía recuperaba la que había invertido. A pesar de ser dos niveles más, apenas pudo resistirse ante el ataque por sorpresa de la vampiresa.

Cuando el reptil dejó de moverse, ella se volvió hacia donde sabía que estaba el niño. Ya la había visto, así que era mejor hablar con él.

–Sé que estás ahí. Puedes salir, es seguro.

Sin embargo, el niño estaba aterrado ante la presencia de una vampiresa desconocida. Entró en pánico, y salió corriendo.

Regreso a Jorgaldur Tomo III: guerrera de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora