Jefe 2ª planta

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Gjaki había estado imbuyendo Toque Tenebroso en algunas flechas, pero también había estado usando maná para completar la primera fase de su plan.

Cuando las rocas se alejaron unos metros de su origen, lo suficiente para estar fuera de rango del poder de succión de la estructura original, las trampas que cubrían el suelo empezaron a activarse.

Cientos de Tentáculos aparecieron, intentando agarrar aquellas rocas. No lograban detenerlas, pero si ralentizarlas un poco y corroerlas a su paso. Mientras, las rocas que iban en la dirección de la vampiresa encontraron Murciélagos a su paso, algunos de los cuales fueron succionados, permitiendo así a su dueña averiguar donde estaban las bocas.

Esquivó las rocas con facilidad, pues, aunque rápidas, tenían que recorrer un largo trayecto. Se aseguró de hacerlo fuera del alcance de sus bocas, y sacó el martillo para golpear a una de ellas. Sin un momento para respirar, aprovechó el rebote para atacar a una segunda, y dos más fueron impactadas cuando volvían, tras rebotar contra la pared.

En total, eran cuatro las que habían visto cambiada su trayectoria, y rebotado varias veces hasta quedar distribuidas por el suelo de la caverna, donde eran debilitadas por los Tentáculos.

El resto habían vuelto, pero eso no significaban que no hubieran sufrido daños. Puede que los Tentáculos no tuvieran tiempo de ocasionar mucho, pero cada una de ellas debía atravesar decenas de ellos entre la ida y la vuelta, por lo que el total de daño acumulado por la roca jefe no era insignificante.

Además, había perdido cuatro de ellas, que pronto fueron machacadas por un martillo. Tras ello, Gjaki se alejó y siguió disparando flechas hacia su enemigo.

El jefe roca no tardó mucho en volver a Fragmentarse, en sobrepasar de nuevo los Tentáculos. Aunque dañados, aún podían seguir debilitándolas. Y otras cuatro volvieron a ser apartadas.

No obstante, una de ellas logró volver tras unos rebotes. Impactó fuertemente contra otra, tras lo cual, de alguna forma, logró volver a formar parte del conjunto, haciendo que todas se movieran y le dejaran sitio.

La roca jefe había sufrido graves daños tras dos Fragmentar, pero los Tentáculos también estaban muy dañados, además de que pronto desaparecerían. No obstante, el daño producido al eliminar las rocas que eran desviadas era mucho mayor que el que se infligía con las flechas. Sumado al acumulado, no tardó más de una hora en quedarle sólo una cuarta parte de su vitalidad.

–¡Eres mío!– sonrió Gjaki.

De repente, todas las rocas se habían Fusionado en una, que abrió su enorme boca, provocando un fuerte poder de succión que abarcaba la mitad de la caverna. Por desgracia para el jefe, su rival lo esperaba, y simplemente se refugió en el túnel.

Cuando se detuvo, la vampiresa corrió hacia su enemigo. Sabía que usar Oscuridad y acercarse oculta era contraproducente. Aquel jefe simplemente aspiraba cada pocos segundos, y permanecer oculta la obligaría a ser más lenta.

Por ello, confió en su velocidad, usando incluso Sobrecarga Sanguínea, para sobrepasar a la enorme roca y ganarle la espalda. Cuando volvió a abrir la boca, ella ya estaba detrás.

Desde allí, simplemente empezó a golpear con el martillo bendecido, o quizás maldecido, con Toque Tenebroso. Aunque, al cabo de un rato, cambió de idea.

Decidió usar Endurecer para golpear la roca con manos y pies, algo que era mucho más lento y hacía que gastara sangre, pues sufría algo de daño y actuaba Autorregenerar.

No obstante, le permitía practicar algunas de las artes marciales que había obtenido al combinarse las del juego con las de su mundo original.

Curiosamente, aunque pudiera parecer tan lento y aburrido como disparar flechas, para ella no lo era. Sentir que estaba aprendiendo, dominándolas, subiéndolas de nivel, era suficiente para que su actitud cambiara completamente y no lo encontrara una pesada pérdida de tiempo, sino todo lo contrario.



Tras un par de horas, había acabado con el jefe, empezaba a dominar algunos movimientos y había subido a 22.

Había recuperado el hechizo Pilar de Oscuridad, un hechizo en área muy corrosivo y altamente eficaz contra seres de luz.

Y también la habilidad Punto Débil, que le permitía encontrar las debilidades de sus enemigos. Con ella, le era posible romper una armadura tras unos golpes en el punto adecuado, o conocer un punto vital de un adversario desconocido hasta entonces. No obstante, se ha de estar bastante cerca para ejecutarla, a un metro como máximo, y Oscuridad interfiere, por lo que no pueden usarse conjuntamente.



Como de costumbre, tras llegar a la siguiente planta, envió a sus Murciélagos a investigar.

–¿Qué es...? ¡¡Aau!!– se dolió.

Su explorador apenas había salido cuando había vislumbrado algo brillante. Lo que fuera había llegado hasta ella en apenas un instante y la había golpeado. Aunque no había sido grave, le había dolido.

–Son Destellos... Primero los que no se mueven, y ahora los que se mueven demasiado...

Eran pequeños haces de luz que se movían a gran velocidad por los túneles, rebotando en las paredes, techos o jugadores. Su daño no era enorme, pero era difícil atacarlos, y extremadamente molestos y escurridizos.

La estrategia más habitual para lidiar con ellos era usar dos jugadores como tanque, que protegieran al grupo a cada lado, y con bendiciones en sus escudos que pudieran dañar a sus enemigos cuando golpearan. Pero ella sólo era una, y, si bien podía usar un escudo, tampoco era su especialidad.

Probó con Látigo Danzante, que logró reducir el daño y atacar al siguiente Destello, pero no era suficiente.

–Oh, da igual, estoy cansada– se dijo.

Así que se metió en el área de descanso, no sin antes consumir todo su maná para crear Tentáculos. No sabía si serían útiles. De hecho, lo dudaba. Pero tampoco necesitaba maná mientras descansaba.

Cogió un dulce antes de decidir qué comer, pero se quedó mirando sorprendida su inventario.

–¿Tantos me he comido ya?– se deprimió.

Le quedaban menos de la mitad. No había duda de que se le acabarían antes de terminar la exploración de la mazmorra.

Contempló unos instantes el que tenía en sus manos, pensando que quizás debería guardarlo, pero pronto cambió de idea. No iba a dejar que un pequeño detalle como que se fueran a acabar le impidiera disfrutarlo. Ya habría tiempo de arrepentirse más adelante.

Regreso a Jorgaldur Tomo III: guerrera de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora