Duelo (VI)

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Los siguientes minutos fueron un cuerpo a cuerpo brutal, sin descanso, sin compasión.

Lobo Negro se levantó con dificultad, pero ignorando el dolor. Saltó sobre ella con todas sus fuerzas, con sus garras amenazándola. Ella, como ya había hecho anteriormente, se agachó, cogió uno de los brazos, y aprovechó la velocidad de su enemigo para lanzarlo unos metros más allá.

Inmediatamente, sacó el látigo con pinchos para intentar atacar los ojos, pero éste se protegió con una mano y agarró el arma con la otra. No le importó que los pinchos se le clavaran.

Estiró del látigo para atraer a su enemiga, pero está lo soltó, por lo que él cayó hacia atrás. Entonces, ella saltó hacia él, empuñando ambas dagas, quizás no esperando que Lone reaccionara tan rápido. Se volvió a incorporar y la recibió con sus garras, que atravesaron el Clon incorpóreo.

Ella apareció justo detrás del Clon, se apoyó en las muñecas de su contrincante, y las usó para impulsarse hacia delante, dándole una fuerte patada con ambas piernas en el hocico. Él reaccionó con rabia, logrando apenas alcanzarla con sus dientes, y consiguiendo causarle una pequeña herida en el muslo. Unos centímetros más, y podía habérselo partido.

Ella rodó a un lado, mientras Autorregenerar curaba su pequeña herida. Inmediatamente, invocó un Murciélago para que atacara los ojos de su enemigo. Como era evidente, no logró hacerle daño, pero lo distrajo por un momento.

Gjaki aprovechó para atacar por la espalda, pero él la descubrió y se giró hacia ella, desgarrando al Murciélago con los dientes. La golpeó con toda su fuerza, sumando la velocidad de su cuerpo aún en el suelo al girarse hacia ella.

La vampiresa lo esquivó con facilidad. Era un ataque tan potente como telegrafiado, lo que le dio tiempo a evitarlo, y a golpear con fuerza el brazo a la altura del codo. No era fácil clavar una daga a esa velocidad en las aberturas de la armadura, pero un fuerte golpe con Endurecer podía dañar las articulaciones.

La vampiresa percibió un flujo de energía extraño y activó de nuevo Premonición, lo que le permitió esquivar hacia atrás una Explosión de Energía. Él se levantó, mientras ella ponía las manos en el suelo e invocaba Enredar.

La sangre que había tomado antes era de Goldmi, que en su momento se había dejado convencer tras bastante insistencia. Con ella y Asimilación Física, había podido ejecutar la habilidad, aunque no tan eficazmente como su amiga. Mientras se preparaba para hacerlo, había podido percibir dónde aún quedaban raíces que podían obedecer sus instrucciones, y que se alzaron para atrapar al demihumano lobuno.

No obstante, las raíces eran débiles, así que no lograron retener el frenesí de su enemigo por mucho tiempo, antes de ser Desgarradas. Pero ese tiempo había sido suficiente para invocar algunos Clones Espejo, colocarse detrás de su enemigo, y ejecutar Taladro.

Era una habilidad un tanto peligrosa de llevar a cabo, pues si su enemigo reaccionaba y contratacaba, podía ser un desastre para ella. Por esa razón, una vez más confió en Premonición, aunque en esta ocasión el gasto de maná y sangre fue innecesario.

Él logró liberarse para defenderse de dos de los Clones Espejo, pero no del potente golpe en la espalda, en el que ella impactó rodando. No sólo lo empujó hacia delante, sino que dañó gravemente la armadura, abollándola y agrietándola. En parte, gracias a que Punto Débil le había indicado exactamente donde debía golpear. En parte, por la potencia del golpe.

Tras el impacto, el demihumano rodó sobre sí mismo, haciendo imposible que ella pudiera encadenar otro ataque. Aunque también provocó que él la perdiera de vista.

Se detuvo de golpe y se levantó, mirando hacia todos lados. La encontró con sus ojos fijos en él, agachada, esperándolo. Él simplemente se abalanzó hacia ella.

Aunque Gjaki ya lo había imaginado, los Tentáculos apenas pudieron frenarlo un poco. Había querido probarlo por si era un arma que pudiera usar, siendo el resultado insatisfactorio.

Al menos, había podido reabastecerse con el último frasco de sangre. Tenía su reserva llena, pero no le quedaba más, así que tenía que usar con más mesura Sobrecarga Sanguínea, por mucho que la necesitara para compensar la velocidad de Bersérker.

Se lo quedó mirando, preparada para esquivar en el último instante, pero no fue necesario. Aquel era el mismo lugar en el que ella se había hundido antes, y allí se hundió el pie de su enemigo.

Su velocidad le hizo totalmente imposible evitar que tropezara, encontrándose con una rodilla en la mandíbula mientras caía. Una daga le atravesó uno de los ojos, aunque logró evitar que le dañara el segundo.

Aún cayendo, intento darle un Zarpazo, pero ella se había apoyado en el brazo que defendía el ojo y rodado sobre el hombro y espalda de su enemigo. Éste acabó cayendo de cara, aunque en esta ocasión el terreno era más bien blando.

Eso evitó que el daño de la caída fuera mayor, pero también le dificultaba levantarse. Gjaki lo aprovechó para volver a atacar la parte de la espalda que había dañado antes.

Varios golpes secos con Endurecer hundieron más la armadura, mientras que con otra mano le clavaba la daga a través de una pequeña grieta. No era una herida muy profunda, pero le podía añadir las maldiciones de Desangrar y ¡Quieto!.

Se apartó de un salto en cuanto su enemigo se revolvió. Lone consiguió poner la espalda contra el suelo, y así defenderse con sus garras como un gato panza arriba.

Ella se apartó, colocándose fuera de su alcance, pero él no de su látigo. Con Mil Latigazos, llenó el rostro lobuno de pequeños cortes, además de imbuir maná oscuro gracias a Toque Tenebroso, o absorber un poco de sangre gracias a Toque de Sangre.

Fue entonces cuando la vampiresa notó algo, y dio un salto atrás, precavidamente. Se dio cuenta entonces de que aquellos ojos ya no estaban inyectados en sangre, sino que había dolor e incredulidad.

–¡Aaaaaggghh! ¡Maldita! ¡Te voy a matar!– amenazó mientras gritaba de dolor.

–Así que se ha acabado Bersérker. Bien, ya no necesito Sobrecarga Sanguínea para igualar su velocidad– se dijo.

Se lo quedó mirando, esperando, aprovechando para recuperar el aliento, y dejando que él se siguiera Desangrando. Ahora mismo, el tiempo corría en su favor. Él apenas debía de tener energía, y las maldiciones dificultaban que la recuperara, pues la necesitaba para luchar contra ellas.

–Tú me has obligado a usarla. Te vas a arrepentir– gruñó él entre dientes, desenvainando su espada.

Ella frunció el ceño. Desde el principio, le había extrañado que llevara una espada, pues no recordaba que hubiera usado una en el juego. Era una variable desconocida, y, por tanto, imprevisible.

Gjaki dio un paso atrás, empuñó ambas dagas, y se cubrió con Escudo de Oscuridad, preparándose para lo que pudiera venir.

Regreso a Jorgaldur Tomo III: guerrera de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora