Duelo (III)

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Lobo Negro sonrió cruelmente cuando la vampiresa volvió a utilizar sus Clones Espejo.

–No has aprendido la lección– amenazó.

Inmediatamente, mediante sus sentidos aumentados y Encontrar, localizó rápidamente cuál era la real. Sin demorarse ni un momento, se abalanzó hacia ella usando Avasallar, seguido de Desgarrar. Esta vez, tenía previsto continuar con más Desgarrar, Dentelladas, u otras habilidades para no dejarla respirar.

Sin embargo, sus planes no salieron como él había previsto. Cuando quiso alcanzarla con Desgarrar, ella esquivó tirándose hacia atrás y dejándose caer. Él quiso seguir presionando, pero la pierna de ella impactó en su estómago.

El objetivo de esa patada no era hacer daño, sino aprovechar la velocidad de su enemigo para lanzarlo hacia delante. Aunque eso no le impidió usar Daga Sorpresa, rasgando así un poco la piel con la daga que había colocado en el pie.

Lone tardó unos instantes en reaccionar, habiendo sido sorprendido por aquella maniobra que lo había mandado volando hacia el frente. Por suerte para él, ya no había ningún árbol contra el que chocar.

En cuanto lo hizo, recobró el equilibrio con En cuatro patas. Lo que no esperaba era que cayera en una Trampa de Espejos, dejándolo durante unos instantes desorientado, aunque pronto se recobró con Coraje Lobuno. Salió entonces de la trampa con el único método que conocía, con fuerza bruta.

Con Avasallar de nuevo, y su cuerpo cubierto en una membrana de energía, embistió hacia adelante, hacia lo que parecía ninguna parte, saliendo sorprendentemente de la trampa. Ésta no dejaba de ser en sí misma una ilusión.

Inmediatamente, miró alrededor para localizar a su rival, que había desaparecido. Dado que él no había pensado en pedir que fuera de día, ya que en general le daba igual, el combate estaba teniendo lugar en la noche, lo que la favorecía. Volvía a estar escondida en Oscuridad.

–AAAAAUUUUUUH– volvió a oírse su Aullido.

La vampiresa apareció a varios metros de él, mirándolo burlona, sentada sobre una piedra que había sobrevivido a la destrucción, provocándolo. Lone no perdió tiempo, y volvió a arremeter con Avasallar.

–Siempre tan previsible– se dijo ella para sí.

Podía haber puesto algunas trampas, pero sabía que su enemigo se libraría de ellas rápidamente. Tentáculos no era muy efectiva contra un enemigo tan físico, y menos si iba en carrera. Por ello, había utilizado antes la de Espejos, con la intención de ganar unos segundos valiosos, aunque había esperado que fueran unos pocos más.

Con la ayuda de Sobrecarga Sanguínea, saltó rápidamente hacia un lado. Él se paró en seco con Media Vuelta, e iba a usar Avasallar de nuevo para alcanzarla, pero la vampiresa lo había rodeado, obligándolo a girarse y aplazar la habilidad.

Gjaki sonrió cuando se encontró con la mirada rabiosa de su enemigo, a punto de atacar. Al mismo tiempo, ejecutó Red Mortal.

A falta de árboles, había usado la piedra para fijar los hilos de adamantino. Luego, sosteniéndolos, había rodeado a su enemigo, mientras con Cordel Vivo evitaba que lo tocaran y expusieran su plan. Finalmente, los había imbuido con Cordel Letal y atraído hacia ella, rodeándolo, aprisionándolo, cortándolo.

Necesitaba ambas manos para manejar aquella improvisada red de afilados hilos, así que le dio un Cabezazo en cuando se acercó. Quizás hubiera sido mejor morderlo, pero sus defensas eran aún demasiado poderosas como para atravesarlas con facilidad con sus colmillos.

Asimismo, le dio una fuerte patada en la cara, añadiendo una daga en ella. Aquello creó una profunda herida en la mejilla de Lobo Negro, que gritó de rabia y dolor. Una fuerte fluctuación de energía lo rodeó y expandió hacia fuera. De nuevo, era Onda de Energía.

Gjaki fue empujada hacia fuera, sin oponer resistencia. Recordaba del juego que lo mejor era dejarse llevar por ella, anulando así prácticamente el daño. Dado que le era imposible mantener la prisión de hilos tras la habilidad, era su mejor opción.

Un magullado demihumano lobuno respiraba entrecortadamente, mirándola con furia. Sus heridas se cerraban y curaban a una velocidad visible para el ojo humano, aunque no era gratis. La sanación de los numerosos cortes implicaba un no despreciable consumo de energía.

–Ya basta de trucos. Es hora de acabar con esto– amenazó, sin disimular la cólera en su voz.

Se lanzó entonces con Avasallar varias veces hacia delante, y giró otras tantas con Media Vuelta, en una trayectoria que rodeaba a la vampiresa. Ésta lo miró sin intentar escapar, en parte porque no era fácil, y en parte porque lo había estado esperando.

Aquella era una táctica que éste ya había usado en el juego, y que ella había superado "haciendo trampas", según su rival. No obstante, necesitaba estar muy concentrada. Ahora más que nunca, cualquier error se pagaba caro, muy caro.

Tomó también un sorbo de otro de los frascos, uno que contenía una habilidad que podía resultarle muy útil. Si las cosas no iban como esperaba, podía ejecutar Asimilación Física para usarla y escapar de aquella prisión.

–Ahora ya no puedes escapar. Se acabaron los trucos. No hay piedras ni árboles para esconderte, ni puedes hacer trampas como en el juego. No te preocupes, no te mataré, pero quizás desearás haber muerto– sentenció Lobo Negro con arrogancia.

Había acabado el Ring, y estaba convencido de su victoria. En un terreno tan reducido, ella no podía escapar.

–¡Asolación!– exclamó.

Era una habilidad tan terrible como costosa. Golpeaba fieramente toda la zona a su alrededor, con golpes rápidos y consecutivos. Era prácticamente imposible ver de dónde venían, y en el juego, salvo una excepción, nadie había podido evitarlos.

Claro que siempre había la opción de bloquear o protegerse con hechizos o habilidades, aunque debían ser suficientemente poderosas como para contrarrestarla.

Una de las particularidades de la habilidad era que, una vez golpeaba, más ataques se concentraban en el mismo lugar, mientras hubiera un enemigo en el que se estuviera impactando. Era una habilidad terrible contra seres de defensas débiles, como magos ofensivos, o luchadores de armadura ligera, como Gjaki.

Quizás, una opción hubiera sido usar un escudo, aunque no estaba segura de si hubiera sido suficiente. De todas formas, era inútil pensar en ello, pues no podía acceder a su inventario. No tenía más remedio que intentar lo que parecía imposible, esquivar cada uno de los ataques sin apenas tiempo para verlos llegar.

Regreso a Jorgaldur Tomo III: guerrera de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora