Salimos del entrenamiento de baloncesto y entrar en las duchas relaja mucho. Lo bueno de este instituto es la privacidad, duchas individuales que evitan mayor contacto entre todos.
— ¿Fiesta esta noche? — pregunta Mateo apenas entro al vestuario —. ¿Tu casa o la mía?
— Te diría que en la mía, pero mañana cumple Emmy y ahora mismo es Disney versión Lombardi.
—Entonces en la mía, ya me encargo de correr la voz — responde tranquilo, esto es lo suyo.
Salgo sin prisa porque aún queda tiempo para la siguiente clase, así que no me estreso por llegar antes. Reviso un poco el móvil de camino y no me sorprende ver las historias en Instagram de Mateo informando sobre la fiesta. Obvio solo en close friends para evitar problemas con gente extraña.
—Iras a la fiesta de esta noche, ¿cierto? — pregunta Adriana al pasar por un lado.
—No lo dudes — respondo con una sonrisa, lleva tiempo detrás de mi, pero hasta hace dos días que me lo dijo directamente no había caído en cuenta —. Espero verte.
Sigo mi camino para no alargar mucho la conversación. Es muy guapa, su cabello castaño corto resalta sus ojos marrones , y no dudó en girarme para verla caminar de espaldas, soy fan de su cuerpo. Cada operación le quedó a su medida.
—Nos vemos esta noche — escucho su voz y sonrío, es mi mejor amiga, Mhia.
—Te busco a eso de las 20:00h— respondo alegre, le agarro de la cintura y caminamos juntos hasta la siguiente clase —. ¿Estás más alta o son cosas mías?
— Son cosas tuyas, tú sigues igual de bajito que siempre — su tono burlón no me extraña.
Somos casi de la misma altura y por eso me dice bajito, o puede que ella sea más alta del promedio. Bendita sea su descendencia alemana.
—Recuerda que mañana cumple mi hermana, por si te quieres pasar por casa — comento al entrar en clase y ella sonríe.
— ¿Voy de princesa? — pregunta burlona, típico de ella —. Por cierto, ¿tu hermana ya está de vuelta? Vi la rueda de prensa de hace dos días.
—Regresó hace una semana y no sé si alegrarme o esconderme — comento molesto aún porque me obligaron a ir a esa gala benéfica —. Es más dictadora que mi madre, y mira que eso es difícil.
—Tu hermana es genial, acéptalo — Mhia se lleva muy bien con Camila, y no sé si alegrarme o asustarme por eso.
A mi lado se sienta Tiago, Mhia detrás junto a Mateo.
Conocerla fue lo mejor que le pasó al grupo.
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—¿Mamá? — pregunto al llegar a casa, no me sorprende que nadie responda.
—Su madre salió con sus hermanas niño Nicolás, pero dijo que llegaban a tiempo para la cena — escucho a Nora detrás de mí y me giro para verla.
—Muchas gracias Nora, pero no voy a cenar en casa, me quedo con Mateo y los chicos — me da pena no quedarme a cenar, más aún porque la comida de Nora es deliciosa y hoy cocina ella.
Ella asiente con una sonrisa y se retira, miro a mi alrededor y me siento diferente. No soy como Camila, mucho menos como Emmy, pero soy parte de algo, y me emociona por fin tener una vida.
Soy una mezcla de adicto a las mates,capitán del equipo de baloncesto y heredero de un negocio asqueroso pero que me llama la atención cada vez más. Todo el instituto me conoce, por mi madre, mi hermana y por ser yo.
Todos dejando una huella dentro.
Busco algo casual, pero digno de un Lombardi, siempre tengo que resaltar, y no me es problema. Amo vestirme oversize, aunque eso no permita que resalte mis músculos y toda esa mierda. Estoy bueno, no es un secreto para nadie, pero prefiero guardarme eso.
Tras ducharme y vestirme, les envío un mensaje a Tiago y a Mhia para que estén listos, no pienso esperar por ellos.
Para mi sorpresa me encuentro con toda la familia en el momento que bajo para irme.
—¿A dónde se supone que vas?— pregunta Jessie intentando ser autoritaria conmigo —. Aún no cenamos.
—No voy a cenar, me quedo en casa de Mateo —respondo tranquilo, le doy un beso en la mejilla como despedida y desordeno el cabello de mis hermanas —. Nos vemos mañana.
—¡No llegues tarde al cumpleaños de tu hermana Nicolás! — su tono es más alto debido a que me estoy alejando. Respondo un simple "si" y me subo en la camioneta con Ernesto.
—Buscamos a Mhia y a Tiago primero — le informo a mi escolta sobre los planes y asiente.
El tío Josep se mudó el año pasado con su familia a una casa cerca de la nuestra, para estar más unidos, y Mhia vive cerca de Mateo, así que no tardamos mucho en recogerlos a ambos.
—Sigo sin entender como es que te gusta vestirte con ropa tan grande si estás tan bueno —Mhia dice sincera.—. No me miren así, ambos son guapísimos y no lo dejan ver.
—¿Para que quiero que todos vean lo que ya saben? — pregunta Tiago serio, cada vez se parece más al tío Jo y da un poco de grima.
—Para que se mueran de envidia. ¿Saben la cantidad de personas que quisieran estar como ustedes, o las que mueren por tocar esos músculos marcados? — pregunta sin poder creerse que somos tan indiferentes cuando se trata de eso —. En fin, idiotas.
—Así nos quieres — respondo con una sonrisa, ella lo sabe y nosotros también.
Ernesto se detiene para esperar que abran las puertas y así poder entrar, por seguridad él tiene que acompañarme también, lo de siempre.
Entramos y nos recibe la gigante casa Mancini, tan moderna que impresiona a primera vista, pero en mi caso me parece la misma de siempre.
La música suena por todos los rincones de la mansión, las bebidas pasan de un lado a otro y cada vez llega más gente. Los padres de Mateo nunca están en casa, y le dan muchas libertades.
Hay gente de otros institutos, todas los jóvenes más adinerados de la ciudad juntos, y aún así no está llena por completo la mansión.
— Vamos, por ahí está Mateo — grita Mhia con mucha emoción y nos lleva de la mano.
— Por fin llegan, los estaba esperando — Mateo se acerca y habla muy alto para que le entendamos —. Quiero presentarles a unos antiguos compañeros.
Mateo se encarga de que toda la fiesta se entere de nuestra presencia. No tardamos mucho en entrar en juegos como el beer pong, yo nunca, quien aguanta más bebiendo cerveza, etc.
—Al fin te encuentro — escucho un grito en mi oído y me giro para fijarme en la persona.
—Adriana — saludo con una sonrisa, estoy un poco borracho y me siento feliz —. ¿Qué tal estás?
— ¿Qué te parece si vamos a bailar un poco? — pregunta acercándose a mi oído de nuevo y su voz tan sensual junto con el alcohol me suben de golpe.
Acepto y camino junto a ella hasta donde todos bailan al ritmo del reggaeton. Se encarga de marcar el movimiento y yo como buen borracho la sigo encantado.
Es una chica muy guapa, bajita y castaña, un cuerpo definido por las cirugías , y se mueve muy bien.
Todo en mi se nubla a medida que sigo bebiendo y bailando con Adriana, el deseo crece y me pierdo en sus caderas.
— ¿Vamos arriba?— pregunto inocente —, me duele un poco la cabeza.
Se gira para mirarme a los ojos y noto que me observa con el mismo deseo que yo a ella, sonríe con picardía y tomo eso como un sí.
Subimos hasta el cuarto de invitados que suelo utilizar cuando vengo y cierro la puerta con llave, perdiéndome entre sus ojos marrones que brillan en la oscuridad de la habitación.
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Vida perfecta (III)
General FictionLibro 3 de la trilogía"Vidas" Dicen que los cambios son buenos, pero no todos te ayudan, algunos sacan lo peor de ti. Ella nos ayudó y a la vez nos transformó. O quizá no fue su culpa, y mi búsqueda de la perfección siempre estuvo, motivada por ese...