Abordamos el auto con Andrea al volante para ir directo al local en donde nos espera Elias, el señor que nos venderá su local para montar nuestra sede del club en la ciudad.
Me sigue pareciendo una ciudad muy clásica como para un club del nivel de Susurros, pero quizá ese toque ayude a que asistan personas importante que le den mayor reconocimiento.
Nos detenemos a las afueras, aún cerca del casco histórico pero un poco alejado. Hay varios restaurantes que se ven muy sofisticados desde fuera y eso me gusta, es una buena zona. Los escoltas bajan primero y aseguran la zona, luego Andrea nos abre la puerta y bajamos despacio para admirar bien la fachada del local.
Es imponente, como si fuera la entrada de un hotel y tiene tres pisos hacia arriba. Al igual que el resto con ese toque antiguo en la fachada y me gusta.
— Nos está esperando, vamos —Tiago se arregla el saco del traje y yo lo imito, Mhia estira las arrugas de su falda y entramos.
Frente en alto, rostro serio y sintiéndote superior. Esa es la actitud adecuada de todo Lombardi al entrar en cualquier lugar, es nuestra marca por así decirlo.
Hay un hombre mayor, de unos cincuenta quizá, sentado detrás de una mesa baja bebiendo algo. Da mucho que desear su aspecto, a simple vista se le nota que es un borracho y por eso está en quiebra.
—¿Quienes son ustedes? Estoy esperando a unos compradores, estorban — su reacción delata su borrachera y hago una mueca por el asco que me produce a simple vista —. Dije que largo niñatos.
—Estamos buscando a Elias — habla Tiago más serio de lo normal, tampoco le gusta la actitud de este hombre —. Tenemos una cita acordada a esta hora.
—Yo soy Elias, y no los estoy esperando a ustedes, estoy esperando a una gente importante — vuelve a gritar y se le cortan las palabras por el alcohol en su sistema —. Largo.
—Un placer señor Elias, mi nombre es Nicolás Lombardi, próximo dueño de este local. Ellos son mi socio Tiago Blanco y Mhia Hofmann — finjo que no nos ha insultado y me siento como si nada, ellos me siguen aún serios —. No se preocupe, mi madre no se enterará de su trato hacia nosotros, puede estar tranquilo.
Su expresión pasó de ser altanera y de superioridad, insultando y comportándose como un irresponsable a mirarnos con los ojos abiertos y sin poder decir nada. Se sienta derecho y arregla por encima su camiseta de cuadros que está abierta como si estuviera en su casa.
— Ahora que estamos hablando de madre, me acaba de preguntar que qué tal la primera impresión con el vendedor — Mhia se mete en el papel y finge que lee algo en su móvil, pero está viendo Instagram —. ¿Le digo la verdad o solo que ya estamos con él?
Palidece al instante. Aunque la gente no sepa de los negocios turbios de los Lombardi, somos conocidos y respetados a nivel mundial. Somos de las familias más adineradas y una dinastía llena de poder y propiedades en cada rincón del planeta, Alemania no es la excepción por supuesto, así que de seguro este hombre es consciente de quienes somos.
—Ya que estamos, aquí le dejamos el primer borrador del contrato, son nuestras cláusulas y lo máximo que estamos dispuestos a pagar — Tiago saca una carpeta y se la pasa por encima de la mesa —. Revise con calma y nos comenta.
El hombre abre la carpeta y comienza a leer por encima los términos y condiciones de la compra, la suma que es bastante grande y las escrituras que sólo falta su firma para que pase a ser nuestra.
—Esto es menos de la cantidad que dije que quería — se queja volviendo a su estado altanero.
—Lo podemos tomar como un descuento por su forma de recibirnos y los insultos hacia nuestra persona — digo tranquilo, es más fácil de tratar si él mismo se hundió —. A menos de que prefiera una denuncia por maltrato psicológico a tres menores.
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Vida perfecta (III)
General FictionLibro 3 de la trilogía"Vidas" Dicen que los cambios son buenos, pero no todos te ayudan, algunos sacan lo peor de ti. Ella nos ayudó y a la vez nos transformó. O quizá no fue su culpa, y mi búsqueda de la perfección siempre estuvo, motivada por ese...