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Aprovechamos nuestra habitación compartida para divertirnos aún más. Sentados sobre puffs alrededor de una pequeña mesa llena de bebidas y cartas.

—Me aburro — se queja Gabriela porque es la única que no sabe jugar —. Son penosos jugando al póker, la verdad.

—Al menos jugamos — respondo centrado en mis cartas.

No me gusta mucho este juego, pero es más entretenido que seguir con el billar, ganarles siempre cansa.

—¿Por qué no jugamos al escondite? Por favor, me aburro — vuelve a quejarse con un mini berrinche incluido —. Hay mucho espacio y sitios divertidos para que nunca nos encuentren, porfiii.

Su idea es tentadora, mucho más entretenida que el bendito póker.

— Bien, yo juego — dejo las cartas sobre la mesa sin importarme ganar o perder y me levanto del puff.

No tardan en unirse Tiago y Mhia, dejando sus cartas sobre la mesa, quedando solo Melissa, Sam y Adonai. ¿Emilia? Dijo que haría unas llamadas y no ha vuelto, supongo que cualquier excusa es buena para no jugar algo tan aburrido.

Al final, gana Sam la partida y salimos al exterior para jugar algo más entretenido.

—Nada de sustos por favor — ordena Melissa mientras nos preparamos para decidir quién cuenta —. ¿Lo hacemos por parejas? Al menos lo de buscar.

— Me gusta la idea — acepta Adonai indiferente.

Nos separamos por parejas y me toca con Emilia, no sé si sentirme tranquilo o inquieto. Es rara, muchas veces divertida al igual que Sam o Gabriela, pero a la vez parece que odia al mundo entero. Suele dar respuestas insoportables y te mira mal todo el tiempo.

Nos toca contar a nosotros porque a ellos les dio la gana, pero no me quejo, da igual.

— Seguramente estén por ahí — dice en voz baja señalando la parte de la alberca, rodeada de arbustos —. O allá.

—Busca tú por ahí, y yo por allá — nos separamos para recorrer más terreno.

Tal como dijo, detrás de los arbustos están Tiago y Mhia sentados, que fácil es encontrarlos.

—Dos menos — grito a sus espaldas para asustarlos y los insultos de ambos no tardan en llegar.

—Quedamos en que nada de sustos — se queja Mhia, pero no se asustaron, solo fue impresión.

Lo dejo ahí y sigo buscando, Emilia al parecer encontró a Adonai junto a Gabriela. Solo queda Sam y ganamos, pero, en dónde esta y porque va sola.

— No la encuentro, pensé que estaría con ellos — la confusión nos invade a todos, es raro todo.

Recorremos en silencio el resto del jardín en busca de nuestra querida tía Samantha, pero no la vemos por ningún sitio, como haya entrado a casa, pierde.

— Solo nos falta buscar por la casita del árbol — Emilia se adelanta y todos le seguimos.

Por aquí no se ve casi nada, las luces exteriores no iluminan por completo los alrededores de la casita del árbol.

Intentamos ir en silencio, pero las risas nerviosas de algunos nos delatan. El sitio da un poco de miedo estando tan oscuro, y no encontrarla le suma más incertidumbre a todo.

Estando debajo se escucha como cruje la madera, así que es obvio que ha subido a esconderse.

— Sam te hemos encontrado, ganamos — exclamo victorioso, adoro ganar.

Vida perfecta (III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora