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—Dijiste que hoy no saldrías — se queja abrazándome más fuerte para que no salga de la cama —. Quiero que te quedes.

—Sin mi madre aquí, alguien debe poner orden — digo aprovechándome de su abrazo.

—Mentira. Melissa llegó ayer y tú tío también está con ella — me mira entrecerrando los ojos —. Dime que no quieres pasar el día conmigo y ya.

—¿Quieres venir conmigo?— pregunto y asiente sonriente —. No será divertido, pero pasaremos el día juntos.

—¿A dónde iremos?— pregunta soltándome, se levanta de la cama y me observa con las manos en la cintura —¿Qué me pongo? ¿Un vestido? No mejor voy deportiva, quiero estar cómoda.

—Tenemos que estar en una reunión con un par de posibles inversores — comento sentándome, quedó enfrente de su barriga y pego mi cara buscando sentir las patadas de mi hijo —, luego conocerás a Elena y a Sabrina. También pasaremos por nuestra casa, según me dijeron ya está casi lista.

Al escucharme se mueve y me siento satisfecho, me centro en tocar y besar su barriga mientras que mi hijo se mueve con fuerza. Ella se ríe por la sensación y me separa cuando las patadas son más fuertes.

—Creo que se que ponerme — dice girándose, va al armario y sale mostrando un vestido ajustado y otro más holgado —.¿Cuál?

—Sabes mi respuesta — se ríe y asiente regresando al armario.

Voy a la ducha para empezar a prepararme mientras ella elige que outfit usar. Sus padres se fueron, Mhia estará unos días visitando a la abuela y el resto estamos metidos en resolver las disputas que pueden empeorar en cualquier momento.

Me ducho con calma, disfrutando del agua tibia que cae por mi espalda y empapa mi pelo, aclarando mis ideas y organizando mi día mentalmente. No quería que Adara tuviera contacto con Sabrina y Elena, pero el acercamiento que tengo con la segunda me obliga a presentarlas antes de que se mal entiendan las cosas. Elena es clave para todos nuestros movimientos y cada día la moldeo más a lo que quiero y necesito, pero para eso también he tenido que usar un poco de lo que siente por mi, sea lo que sea, más allá de sentimientos. Aunque sea algo mínimo, debo aprovecharlo y triplicarlo al punto de que se vuelva fiel a mi por completo.

—¿En qué piensas?— pregunta entrando en la ducha conmigo —¿Pasa algo?

—Organizo el día — respondo abrazándola por la espalda —. Estás preciosa.

—Estoy desnuda, mojada y recién levantada — se ríe girándose para verme —¿Cómo puedes decir eso?

—Digo lo que veo, y es la verdad — le doy un beso en la frente y la hago a un lado saliendo de la ducha —. Tienes media hora, te espero abajo con tu desayuno listo.

Asiente sonriendo. Salgo y me seco mientras termino de asearme, voy en busca de mi ropa  la cual no tardo en elegir y me visto rápido para no perder tiempo. Recojo mis cosas personales y bajo a buscar el desayuno de mi chica, tal como le gusta.

Le preparan una ensalada de frutas con miel y un batido de chocolate, mientras que yo me sirvo lo de siempre, café y tostadas con aguacate.

—Huele delicioso — entra en la cocina con el pelo medio seco y ondulado.

Lleva un vestido de mis favoritos, ajustado hasta por encima de las rodillas, con las mangas medias y un escote moderado en los senos y la espalda. Me encanta como se ve su silueta embarazada, si antes la veía perfecta, ahora no sé ni cómo describirla, no puedo hacerlo.

—¿Por qué me miras así?— pregunta acercándose con su plato a mi lado —¿Me veo mal?

—Estoy pensando en dónde debo poner tu altar — respondo simple —, no hay un lugar lo suficientemente bendito como para tenerte.

Vida perfecta (III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora