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—Se están armando revueltas entre los que seguían a Conan — comenta mi madre sentada detrás de un escritorio —. Unos aceptan mi toma del control, otros no, y se están matando entre ellos.

—Que se maten, ¿cuál es el problema?

—No sería propio de mí dejar que se maten sin implantar orden en tanto desastre — se mueve estresada, pensando —. ¿Hiciste las cuentas que te pedí?

—Sí, todo lo tenían demasiado perfecto, ni un solo céntimo de más. Las apuestas eran su mayor fuente de ingreso, y las había de todo tipo — comento cruzándome de brazos —.¿Por qué no interviene Melissa?

—Se fue esta tarde con los nuevos peleadores — dice pasándose las manos por el pelo —. Solo estamos Ivan y yo, sin suficiente gente ni armamento...

—¿Desde cuándo tan desconfiada?— pregunto burlón y se ríe negando —. Voy a empezar a creer que los años te han vuelto blanda y miedosa.

—Sabes que no — dice directa, seria —. No quiero armar una masacre, otra no.

—¿Por qué no? — me rio y niega con la cabeza —. No es tu gente, todavía. Y al que no le gusten las nuevas reglas, que muera o se adapte.

—Quizá hay algún código que sea importante para ellos. Alguna regla para acceder al poder sin derecho a objeción — comenta Tiago mirando a mi madre a través de la pantalla —. Consigue algo o alguien que lo confirme y tendrás la llave para entrar en su mundo sin masacrar a todos.

—De hecho, creo que sí la hay — se mueve buscando algo y saca de un cajón lo que parece una agenda —. Revisando esto encontré algo que dice que cualquiera que gane peleando al líder podrá suplirlo sin derecho a réplica.

—Pero el líder está muerto — responde lo obvio.

—Pero el líder de la revuelta no — me mira sonriente y niego con la cabeza bastante serio —. Te estás volviendo blanda Leona. Eso no es bueno.

—Lo que tú digas — dice girando los ojos cansada —. En realidad los llamaba para decirles que deben viajar esta misma semana a Barcelona, encontrarse con un par de personas en el hotel y volver con un paquete importante.

—¿Cuándo?— pregunto confuso —¿Qué paquete?

—Les enviaré la información completa, por ahora no se preocupen — alguien toca la puerta del sitio en el que está y nos mira —. Si algo pasa, Melissa sabrá que hacer.

¿Cómo que si algo pasa?

No me da tiempo de preguntar porque cuelga la llamada, dejándome con la incertidumbre de lo que hará. Miro a Tiago que parece preocupado, quedamos en silencio y ninguno sabe qué hacer.

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—No sabía que la visita de mis padres me sentaría tan bien — dice levantándose de la cama con mi camisa puesta.

La observo admirándola por completo y me olvido de responder. Estoy más centrado en sentirme completo con su presencia, me complementa y se ve tan malditamente bien embarazada.

—¿Me estás escuchando?— pregunta molesta por mi silencio —. Ya veo que no.

—Lo siento, estaba admirando lo perfecta que eres — me encojo de hombros y se ríe dejando de lado su enojo —. Ven, quédate aquí un ratico más.

Niega riendo, pero de igual manera se sienta a mi lado, dejándome tocar su barriga que cada vez crece más. Siento como se mueve y no puedo evitar sonreír con emoción, es una sensación extraña, inexplicable.

—Nueva faceta desbloqueada, Nicolás siendo tierno — se burla por mis expresiones y la miro mal.

—Privilegios de ser mi hijo — respondo fingiendo molestia sin dejar de tocarla.

Vida perfecta (III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora