No traje mi móvil para saber cuanto he tardado, así que regreso directo a mi habitación. Ahora que estoy frío siento como mis músculos se adormecen a pesar de que me he estirado, pero entrenar solo veinte minutos no se compara con mi furia de hoy.
Camino entre los pasillos, estando más cerca escucho voces que reconozco al entrar en la sala principal. Melissa dice cosas que no entiendo porque no le estoy prestando atención, Adara la mira indiferente y Mhia intenta decirle algo.
Ignoro la situación para evitar meterme en este problema, suficientes ya tengo.
—¿A dónde crees que vas? — escucho la voz de Melissa alta y clara —. Sabes las reglas Nicolás, no soy la mala.
Me giro y bajo de nuevo las escaleras, me mantengo serio porque me duele todo, pero más aún porque sé que si subía no se iba a quedar tranquila.
—Claro que sé las reglas Melissa — le respondo serio, con un tono neutro para no alterar más la situación —. Madre le dio su permiso a Mhia de traer a su amiga, así como me lo ha dado a mi de traer al imbecil de Mateo o a Lucia— me cruzo de brazos porque en realidad no me importa —. ¿Eso no es parte de las reglas? Consultarle antes.
—No la conocemos de nada, y no estamos en situación de confiar en cualquiera — se queja molesta. Quiere que la apoye pero nota mi actitud indiferente.
—Háblalo con Jessie — respondo indiferente con un leve movimiento de hombros —. Me voy a dormir.
—¿Cuánto tiempo estuviste entrenando? — cambia el tema y me obliga a girarme confundido por su pregunta —. Tienes las manos maltratadas y los músculos contraídos.
—No lo sé, perdí la noción del tiempo — le respondo de perfil con el ceño fruncido por su repentina preocupación.
—Nico, sabes que no es sano entrenar de esa forma — se acerca a mí y me agarra los brazos, aprieta y poco y reacciono por el dolor —. Le pediré a Marie que te de un relajante muscular, ponte la crema de siempre luego de un baño de agua caliente — asiento porque sabe de lo que habla y no le voy a contradecir —. Debes controlar la ira o terminarás lesionado... — susurra y me mira a los ojos, quedando entre nosotros.
—Voy a darme un baño — le digo con una sonrisa sincera, agradezco que se preocupe por mí —. Por favor no seas tan dura, investígala si quieres, pero Mhia necesita a su amiga y un entorno sano.
Aparto la mirada de Mel y me centro en la rubia y la pelirroja que nos ven de forma diferente. Mhia está nerviosa por la actitud de Melissa y Adara observa divertida como Mel me cuida y nuestra cercanía.
Asiente resignada, ignora al par de amigas y se va en busca de Marie para pedirle mi relajante muscular.
—¿Estás bien? — me pregunta Mhia, se le ve preocupada. Le doy una sonrisa y asiento, cambia un poco la expresión pero no la convenzo —. Si necesitas algo avísame, ¿si?
Subo las escaleras lento porque me duele todo. Entro directo al baño para preparar mi baño caliente con sales, el truco perfecto para relajar los músculos contraídos.
Reviso la temperatura del agua, coloco las medidas de las sales, la espuma y todo eso. Entro en la bañera y me recuesto dejando que el agua caliente toque toda mi piel, echo la cabeza hacia atrás para hundirme por completo y emerjo quedando solo mi cabeza por fuera.
—¿Niño Nicolás? — escucho la voz de Marie en la habitación —, la niña Melissa me ha dicho que le traiga una crema y unas pastillas.
—¿Puedes traerme las pastillas? Por favor — hablo alto para que me escuche, toca una vez la puerta del baño y abre para traérmelas —. Muchas gracias Marie, de verdad las necesito.
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Vida perfecta (III)
General FictionLibro 3 de la trilogía"Vidas" Dicen que los cambios son buenos, pero no todos te ayudan, algunos sacan lo peor de ti. Ella nos ayudó y a la vez nos transformó. O quizá no fue su culpa, y mi búsqueda de la perfección siempre estuvo, motivada por ese...