31

2 0 0
                                    

Entro en la nueva casa de Camila y observo todo con cuidado. Al parecer se mudó la semana pasada y por eso lleva dias desaparecida.

Se encuentra en el mismo vecindario que nuestra casa, pero está casi al final, alejada como si quisiera tenernos a kilómetros. Tiene un jardín enorme, incluso más grande que el de casa, pero lo más bonito de todo es la sencillez de la fachada y del interior. A medida que camino por el salón principal me siento más en casa. El piso de madera, las escaleras igual, una chimenea adorna una esquina, muebles beige y grandes ventanales. Se puede decir que la nueva casa de mi hermana es de verdad un hogar, un sitio en donde te sientes en paz y tranquilo.

Siento el olor a incienso y lo sigo porque supongo que de dónde viene es en dónde está mi hermana mayor. Hablamos por la noche un poco, me contó que no quiere hacer nada por su cumpleaños porque aún no arregla las cosas con Isaac y quiere estar tranquila en su casa, pero si no la llevo mi madre me cuelga, así que me preparo algunas excusas para convencerla.

—Feliz cumpleaños amargada — mi saludo la hace girarse con una sonrisa —. Sé que no quieres salir, pero te tengo planeado un regalo desde hace mucho y no aceptaré un no como respuesta.

—Cada día te pareces más a Jess — comenta burlona acercándose para abrazarme, y la recibo sintiéndome en paz —. ¿Para tu sorpresa puedo ir en pijama o es obligatorio cambiarme?

—Es obligatorio cambiarse — respondo separándola un poco para darle un beso en la frente —. Es tu día, no puedes quedarte hundida en la depresión. El resto de los días no importa, pero hoy no te lo voy a permitir.

— Solo voy porque me dio curiosidad saber qué me tienes — corta el abrazo y camina directo al salón para subir al piso de arriba —. Puedes explorar todo lo que quieras, es preciosa por completo.

—Me gusta que tengas tu propio hogar hermana — admito en voz alta con una gran sonrisa, soy muy feliz por ella —. Lo que siempre quisiste, tus hijos, tú hogar, una familia en donde poder refugiarte — mi sonrisa se torna nostálgica y es notorio —. Ellos están muy orgullosos de ti, eso es seguro.

—También lo están de ti enano, porque eres mucho más de lo que ellos pudieron pedirle a la vida — sigue caminando y me quedo de pie esperando que termine de subir.

Doy un vistazo rápido a todo y no se equivoca al decir que es preciosa. Grande y espaciosa, pero tan acogedora que no parece que mide metros y metros. La piscina en la parte trasera es visible desde dentro, gracias a los ventanales que te permiten disfrutar del silencio del lugar.

Los mellizos están con Isaac porque él insistió en llevárselos para que ella estuviera sola y así poder acorralarla. No están juntos, pero se quieren y es obvio que depende de sus decisiones lo que suceda en un futuro o no.

Minutos después baja con un vestido sencillo, ajustado y de seda de color marfil que se ajusta a su figura, y unas sandalias de tacón que le dan un toque formal. Sonrío porque aunque se sienta mal,ya  no puede evitar verse perfecta.

—Estás preciosa — digo apenas la veo y da una pequeña vuelta emocionada —. Vamos, tú sorpresa espera por ser recibida.

Lo que pensé que era una casa acogedora, en el momento de salir se vuelve un búnker. Paredes corredizas que parecen impenetrables caen luego de ser pulsadas las contraseñas de seguridad, ya se me hacía extraño que Camila expusiera tanto su casa.

—¿Por qué no estás con los niños?— pregunto para disimular un poco y me mira en silencio —. Ven, te llevaré yo, hoy no conduces.

—Isaac quiso verlos y está en todo su derecho, son sus hijos también — responde pausado, como si supera que perderá el control rápido.

Vida perfecta (III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora