Los jardines llenos de flores nos reciben, siendo un hogar más que una simple casa. Camila espera en la puerta con una sonrisa genuina, y abraza a Emmy apenas se acerca.
—Te extrañaba bebé — le susurra con dulzura.
—Intentaré no ofenderme por eso — bromeo abrazándola por la espalda.
—Por un día no eres el centro de atención y ya lloras — me mira por encima del hombro —. Bienvenidas a mi hogar chicas.
Ambas se ven un poco incómodas, o apenadas. Soy el único que ha venido antes, así que es normal sentir esa extrañeza en un lugar diferente.
—Me gusta mucho la casa — comenta observando todo fascinada —, los mellizos deben sentirse genial aquí.
—Adoran los jardines, juegan a diario ahí fuera sin importar el clima — responde amable, mirándola fijamente —. Me alegra verte sana y salva.
—A mi también — bromea un poco, pero la sonrisa se tuerce quedando como una mueca —, lo estoy intentando al menos.
—Ven aquí — abre sus brazos y Mhia no tarda en aceptarlo —, eres muy fuerte y puedes superar todo esto, créeme que sí.
—No quiero hablar ahora sobre eso — se le corta la voz pero se recompone.
—Si necesitas algo, solo llámame y ven — se miran unos segundos y la rubia asiente —, aquí siempre eres bienvenida.
Me siento sobre uno de los sillones con confianza y veo a Adara incómoda, palmeo el sitio a mi lado y se sienta también.
—¿En dónde están mis dos terremotos?— pregunto al notar la ausencia de los mellizos.
—Isaac los trae más tarde — se sienta enfrente de nosotros y a su lado Mhia.
—Cami, ¿puedo jugar con la pizarra? — Emmy pestañea muchas veces y sonríe demasiado tierna para convencerla.
—Los rotuladores están en el cajón azul — asiente y sale corriendo al pequeño espacio de juegos en el salón —. No te voy a morder si es lo que parece.
—No lo parece, ni es lo que pienso — responde directa, tal como es ella —, siento dar esa impresión.
—No das esa impresión, pero yo sí suelo darla — se ríe tranquila y relaja el ambiente —,¿quieren algo para beber? ¿Chocolate caliente?— nos mira uno a uno con una sonrisa tranquila —¿Sí? Ahora vuelvo.
Ninguno responde más que un "si", las chicas se sienten avergonzadas y no comprendo la razón. Cami se va hasta la cocina y nos deja a los tres en silencio, cada uno en su mundo.
—Si se sienten incómodas nos podemos ir — comento en voz baja —, sin problema.
—¿Por qué lo dices? — frunce las cejas confusa, pero parece comprender tras preguntar —. Adara es asocial de nacimiento y yo no me siento muy bien, lo siento.
—Tranquila, lo sé — me sonríe apenada y le regresó el gesto con mayor emoción —. Iré a ver si necesita ayuda.
Conociendo a mi hermana, seguro se encarga de las cosas ella sola y somos más que de costumbre, cosa que le complica la tarea.
—¿Pasa algo? — se gira al escucharme entrar en la cocina y sigue con el cacao —. Te noto preocupado.
—No te equivocas — me siento sobre un taburete enfrente para conversar.
—Cuéntame, a lo mejor puedo ayudar — coloca los ingredientes en una batidora y me enfrenta mientras se prepara.
—No lo sé, es confuso — me sincero lo más que puedo, es Camila, con ella se puede hablar de cualquier cosa —. Todos a mi alrededor se encuentran mal de alguna manera, Tiago está deprimido porque Jess nos sacó de los negocios y esa era su único escape por así decirlo — tomo una pausa, me mira interesada —. La salud mental de Mhia cada vez empeora, es muy difícil convivir con sus cambios y delirios. Que se intentara matar nos afectó a todos a niveles gigantes — su expresión es de total interés, me escucha atenta —. Luego esta Adara..., es muy complicada, pero después de lo de Mhia... no sé, parece perdida — frunce las cejas y suspiro porque no me estoy explicando —. Cuando nos dispararon perdió al bebé y no le tomó mayor importancia, de hecho siguió con su vida como si nada. Pero lleva algunos días nostálgica, imaginando escenarios que no sucederán y más distante de lo normal.

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Vida perfecta (III)
General FictionLibro 3 de la trilogía"Vidas" Dicen que los cambios son buenos, pero no todos te ayudan, algunos sacan lo peor de ti. Ella nos ayudó y a la vez nos transformó. O quizá no fue su culpa, y mi búsqueda de la perfección siempre estuvo, motivada por ese...