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—Es hora de irnos — informa Ivan entrando de nuevo en la casa —, todo está preparado.

—No quiero irme, me gusta estar aquí — se queja Mhia molesta, no quiere despegarse de Rosa y todos la miran agotados.

—Debemos volver para solucionar lo que tu misma provocaste, así que camina — el tono autoritario de Melissa es suficiente para que ella camine aún sin querer —. Aunque puedes quedarte y sobrevivir sola, quizá te ayude a madurar de una vez — está molesta, furiosa por las actitudes de la rubia que llora por sus palabras.

—Se que la cague, ¿puedes dejar de repetirlo? — grita molesta y sale casi corriendo para ir hasta el yate.

—No sirve de nada que se lo recuerdes una y otra vez — le reprocha mi tío cansado y sale también.

Miro con nostalgia todo a mi alrededor porque siendo sincero, estos días me he sentido en paz a pesar de todo el desastre, voy a extrañar despertarme con un buen desayuno y las risas de las bahameñas, los paseos por la orilla de la playa o los planes bajo la sombra de los árboles. Es extraño, pero entiendo que Mhia no quiera irse.

Ayudo a caminar a Adara porque su tobillo sigue hinchado y prefiero que no lo fuerce para que no empeore. Las vendas han ayudado, pero no es suficiente.

—Son cosas mías... o todos están demasiado sensibles — comenta bajito para que solo yo escuche, el resto ya nos adelantaron,la miro de reojo y parece pensativa —. Quiero que todo vuelva a la normalidad.

—Entraste en mi familia, aquí no hay normalidad — levanta la cara y me mira confusa, pero luego parece entender —, pero estaremos mejor cuando pase todo esto.

—¿Crees que Mhia se recuperará? — me pregunta preocupada, aferrándose a mi hombro para no caerse —. La verdad es que me preocupa mucho su actitud, porque antes no era tan radical... no sé, no quiero que nada malo le suceda.

—Créeme que no permitiré que nada malo le suceda — asiente segura mirando al frente —, por Mhia soy capaz de dar mi vida, y si tengo que mover cielo y tierra para conseguir alguien que le ayude, lo haré — vuelve a mirarme con los ojos brillosos —¿qué?

—Me agrada que Mhia encontrara por fin a alguien que la proteja y la cuide como se merece, porque yo no pude — me sonríe triste y mi confusión es obvia —. Casi siempre ha estado sola, entre problemas y maltratos. Yo me alejé porque no pude soportar sus traiciones, pero ahora que la veo contigo, con ustedes... la entiendo.

—Algunas veces dudo de mi existencia, de la razón por la que la quiero tanto y ese instinto posesivo y sobre protector solo aparece cuando se trata de ella — confieso en voz baja porque nos acercamos más al resto y solo quiero que ella escuche —, es muy fuerte mi amor por Mhia y creo que nadie es capaz de comprenderlo, porque va más allá de lo que las personas están acostumbradas.

—Creo que lo entiendo — me mira al cargarla para subirnos al yate y se agarra de mi cuello con cariño —, porque he sentido ese sentimiento también, con ella misma, y puede que no con tanta fuerza, pero comprendo lo que dices sobre ese impulso de querer matar a todo el que se le acerque... — me mira pensativa, buscando las palabras para seguir —, supongo que es porque conocemos su historia y queremos protegerla de todo, meterla en una burbuja de cristal para que nadie vuelva a hacerle daño.

—La vi más de una vez llena de moretones, la visité en un hospital porque estuvo a punto de morir, la escuche llorar y gritar de terror al discutir con su padre — la llevo lejos del resto porque quiero este momento con ella —, planeé muchas cosas para liberarla, y fue tan feliz durante muchos días, más segura de sí misma,más fuerte y decidida. Tenías que verla negociando en Múnich, mandándome a la mierda por posesivo... — me rio con sarcasmo y siento sus caricias en mi nuca para que me calme —, no la reconocerías.

Vida perfecta (III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora