51

2 0 0
                                    

Por suerte Melissa no dijo nada en todo el camino, supongo que ambos estamos un poco estresados por todo esto, ella aún más porque corre y puede salir mal también.

Se detiene al final de la fila de autos que correrán, respira profundo y se gira para verme. Busca en una mochila que está en la parte trasera del auto, la tablet y lo que necesito. Me mira muy seria antes de entregármela, sé que está asustada, su nerviosismo lo afirma.

—Todo saldrá bien, ya verás — busco darle seguridad y por la mueca que hace en vez de sonreír, supongo que no funciona —. Confía en mí.

—Confío en ti mucho más de lo que crees — confiesa con una risita nerviosa —. Por eso estás aquí, porque tú me ayudarás, por eso quería que vinieras solo, porque eres el único con suficiente cabeza para entender y apoyar esto, pero sobretodo el único capaz de cuidarme como lo necesito.

—Si dices esas cosas me voy a sonrojar — bromeo para calmar el ambiente y se ríe negando con la cabeza —. Tu solo cumple con mantenerte alejada de esos puntos cuando los otros pasen, porque no sé cuándo lo haré, por favor.

—Recuerda, se activa en treinta segundos, debes tenerlo cronometrado para evitar fallos — asiento y parece calmarse un poco —, y por favor disimula más tu frustración sexual, eres muy obvio.

Me río abiertamente por su comentario y se une al ver que no lo niego, quizá me causa gracia por cómo lo dijo, o porque es Mel y con ella aunque nos llevamos mal muchas veces, tengo mucha confianza.

—Ojalá fuera solo frustración sexual — admito mirando al frente, intentando desahogarme.

—Si no es eso, ¿qué es? — pregunta curiosa, la miro por un momento antes de explicarle.

—Le prometí a Mhia que no llegaría a nada con Adara — confieso con una sonrisa que parece más una mueca —. Está enamorada, y no puedo ser quien la lastime de esa forma.

—¿Es correspondido? — pregunta y niego —. Entonces si sufre es por su culpa y no la tuya. Estás sacrificando tu vida por ella y créeme que eso no es amistad, eso es chantaje — me centro en ella interesado en lo que dice —. Mhia sabe que es tu debilidad, porque lo es, y que cada cosa que te pida la cumplirás — eso es cierto, por eso escucho con atención —. Puede estar enamorada de Adara, obsesionada o solo ser un capricho, pero está interponiéndose entre ustedes por algo que no pasará jamás.

—Lo sé, pero no es sólo eso — tiene razón en todo lo que dijo, pero va más allá —. Juntos seríamos solo destrucción, con su historial y mi vida no funcionaría nada, así que aprovecho y evito desastres y que Mhia sufra más.

—Algunas veces las relaciones más explosivas son las mejores, porque entre toxicidad y caos nacen verdaderos lazos de confianza y seguridad — me sorprende su madurez al hablar de relaciones —, no siempre hay que ser todo sano y bonito para que funcione.

—¿Experiencia?— pregunto curioso y bromista, ríe y se encoge de hombros con una expresión extraña —. Creo que debería ir con ellas, ya llegaron.

—Recuerda lo que hablamos — repite el plan señalando la tablet y asiento —, y piénsate lo de la pelirroja. No me cae bien, pero debo admitir que me gusta lo que son juntos, he podido observarlos.

—Recuerda, alejada de ellos en los tres puntos — ignoro el otro tema y me centro en recordarle lo que necesito pare evitar problemas —, y cuídate mucho por favor, no quiero cargar con tu muerte, mucho menos que me busques como fantasma para reclamarme.

Se ríe por mi chiste y bajo del auto satisfecho de haberla distraído un poco, al menos por ahora.

Camino sin prisa en busca de las chicas que esperan en la parte alta preparada para algunos pocos, sobretodo organizadores y jueces, porque sí, a pesar de ser ilegales hay reglas que revisan los jueces, hay mucho dinero de por medio como para que cualquiera gane.

Vida perfecta (III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora