—¿Entonces llevan todo en orden?— pregunta dejando su copa de vino sobre la mesa tras darle un sorbo.
—Ya tenemos fecha para la fiesta, las entradas salen a la venta más tarde. Los clubes están limpios y ahora tenemos una cuenta de ahorros que nos ayudará cuando vuelvas a cagarla — comento los avances bebiendo un vaso de whisky con hielo. Me mira mal por mi comentario, pero me rio para restarle importancia.
—Siento haberte sacado de todo — admite rompiendo su orgullo, me mira apenada, habla en voz baja, como si le costara decir cada palabra —, era lo necesario, debías volver a pisar tierra o luego todo sería peor.
—Mi molestia no fue porque me sacarás de todo — confieso ahora más tranquilo sobre el tema —, fue que me subestimaste, me trataste como a un empleado más y en vez de guiarme, me dejaste a suerte.
—Si te hubiera tratado como a un empleado más, después del desastre que ocasionaron, estarías muerto hijo — sonríe de lado mirándome retadora. El ambiente es tranquilo, ambos lo estamos —. Además, era necesario para que entendieras un par de cosas.
—¿Ahora me vas a decir que todo fue por mi bien?— alzo las cejas curioso y sonrío sarcástico.
—No. Fue por mi bien — me rio por su respuesta, era la que esperaba —, y el de todos. Asesinar a todo el que te mire mal, te hable mal o se te acerque, no es un buen método.
—¿Pero si lo es utilizarme como un peón, mandarme a limpiar tus mierdas, impedirme que me alejara del negocio, para luego dármelo de nuevo como si nada?— cuestiono cansado del mismo tema. Hablamos en confianza, siempre es así, no discutimos, pero no me molesto en ocultar lo que pasa —. Creo que ese tampoco es un buen método.
—No te impedí en ningún momento que te alejaras del negocio — frunce las cejas y hace una mueca de desacuerdo.
—¿No? — pregunto sarcástico —. Cuando estaba invirtiendo en propiedades por mi cuenta, decidiste meterte e involucrarme en tus compras para lavar todo.
—Tú lo aceptaste. No puedes culparme de tus decisiones hijo, eso ya es cosa tuya — vuelve a beber sin apartar la mirada de mi —. Cada día te pareces más a mí, y no sé si eso es bueno...
Su expresión pasó de ser divertida y relajada a una más preocupada, su rostro se contrae pensativa. Para cualquiera sería difícil descifrar lo que pasa, pero para mí que la conozco y he analizado cada una de sus conductas, soy capaz de entender que se siente culpable por convertirme en lo que soy.
—No te culpes, siempre fui así, solo que tú me mejoraste — bebo un sorbo de mi vaso y encojo los hombros indiferente.
—Algunas veces olvido lo mucho que has cambiado desde que llegaste a casa — comienza el momento nostálgico, siempre le pasa cuando llega la culpa —. No salías de tu habitación, jugabas todo el día en el cuarto de juegos y tú única persona cercana era Tiago porque el resto te estresaban.
—Aún es así...
—Pero ahora te rodeas de gente aunque sea por un interés en específico. Te aferras a la idea de proteger a Mhia como si fuera inútil y así aprovechas para desarrollar tus dotes de manipulador...
—Parece que alguien me ha estado analizando — bromeo para relajar el ambiente y se ríe encogiéndose de hombros con una mueca en la boca.
—Te diviertes matando, torturando o dañando a la gente. Te gusta intimidar y ser el centro de atención... eso antes no era así — declara aún con esa mirada vacía, pensativa, culpable.
—Supongo que en tres años la gente cambia y se reinventa — admito entre suposiciones y ella lo sabe.
—¿De qué querías hablarme?— pregunta directo al grano, evitando la conversación tan profunda que llevábamos.
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Vida perfecta (III)
General FictionLibro 3 de la trilogía"Vidas" Dicen que los cambios son buenos, pero no todos te ayudan, algunos sacan lo peor de ti. Ella nos ayudó y a la vez nos transformó. O quizá no fue su culpa, y mi búsqueda de la perfección siempre estuvo, motivada por ese...